Grupos defensores de los derechos humanos de Suriname pidieron al gobierno que establezca una Comisión de la Verdad al estilo sudafricano para investigar violaciones cometidas entre 1980 y los primeros años de esta década.
Los últimos 20 años de esta antigua colonia holandesa estuvieron marcados por una sangrienta dictadura militar y una guerra civil de seis años que cobró cientos de vidas.
Sin embargo, lo máximo que lograron fue persuadir al presidente Jules Wijdenbosch de que iniciara un trabajo preliminar sobre el asunto.
"Todo lo que hizo el presidente fue designar un comité para que lo asesorara sobre si es necesaria una comisión o no", lamentó Fred Kruisland, presidente de la Asociación de Abogados.
La prioridad de la agenda de activistas como Kruisland y los integrantes de Moiwana 86, la principal organización de derechos humanos del país, son unos 200 asesinatos o ejecuciones cometidos durante los años 80 y 90.
La lista comienza con los asesinados durante el golpe militar de 1980 que instauró en el poder a Desi Bouterse. Las elecciones de 1987 marcaron el retorno al régimen civil.
La dictadura de Bouterse estuvo marcada por la ejecución en diciembre de 1982 de periodistas, sindicalistas y políticos sospechosos de conspirar con la CIA (Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos) contra el régimen militar.
Entre 1986 y 1991, el país también padeció una insurrección guerrillera que se limitó principalmente al interior selvático.
Los Comandos de la Jungla, integrados por miembros de la etnia maroon (descendientes de esclavos fugados) iniciaron su actividad guerrillera en 1986, en protesta por años de abandono por parte de los sucesivos gobiernos centrales.
Los amazonas (indígenas americanos) también se alzaron en 1989 por los términos de un acuerdo de paz entre los maroon y el gobierno.
Ambos levantamientos cobraron numerosas vidas y distorsionaron operaciones en las vitales industrias de la bauxita y el aceite de palma.
Stanley Rensch, presidente de Moiwana 86, dijo que los soldados cometieron muchas atrocidades durante la guerra, pero la más grave fue la perpetrada en 1986 en la aldea de Moiwana, a 10 kilómetros de la frontera con Guyana francesa.
Un grupo de soldados, aparentemente en busca de rebeldes, ingresaron en la aldea maroon. Luego de discutir con los aldeanos, un soldado habría arrojado una granada contra una choza y un joven se la habría devuelto, hiriendo a otro soldado.
"Después de eso, abrieron fuego y mataron a todos en la aldea", relató Rensch, un educador maroon.
"Creemos que unas 50 personas, incluidos niños, ancianos y mujeres embarazadas fueron asesinadas. Queremos que el hecho se investigue, los culpables sean juzgados y las víctimas compensadas. Esto es demasiado para un país tan pequeño", dijo.
Los activistas no entienden por qué Wijdenbosch se rehúsa a que una comisión investigue el pasado si él nunca fue acusado personalmente de ningún abuso.
Moiwana 86 también reclama la investigación de ejecuciones de varios amerindios reclutados por el ejército para que ayudaran a capturar maroons y la misteriosa muerte de unos 50 soldados jóvenes sin problemas previos de salud en el período de un año.
Kruisland opina que el gobierno de Wijdenbosch teme abrir viejas heridas, pero sugirió que una comisión ayudaría a cicatrizarlas.
Rensch y otros activistan esperan que, si Wijdenbosch es destituido tras haber recibido una moción de censura la semana pasada, el nuevo presidente convierta la investigación de los abusos en una prioridad. (FIN/IPS/tra-en/bw/cb/mlm/hd/99