Muchos niños dejan de concurrir a la escuela o huyen con sus padres del norte de Sri Lanka para evitar el reclutamiento forzado a manos de los secesionistas guerrilleros Tigres para la Liberación de Tamil Eelam (LTTE).
"Entre cuatro y cinco familias llegan a diario a los centros de salud del gobierno para impedir que sus hijos sean reclutados por los rebeldes", relató una trabajadora de asistencia humanitaria a IPS el jueves.
En otros casos, las madres no envían a sus hijos a la escuela para evitar que sean secuestrados allí por los insurgentes, explicó.
El Ministerio de Defensa anunció que los rebeldes iniciaron un nuevo período de reclutamiento. El LTTE pidió a los habitantes de la localidad de Vanni que se unan a sus filas para entrenarse en el uso de las armas, explicaron.
Los rebeldes dijeron haber solicitado voluntarios, pero los residentes de la zona dijeron que, en realidad, no fue así. "Pretenden que todos los residentes, incluso niños, reciban entrenamiento", declaró una mujer que huyó con su hijo de 12 años del área controlada por los insurgentes en busca de refugio.
La apelación a "voluntarios", agregó, tiene la intención de engañar a las agencias internacionales como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), que pidió a los rebeldes que no recluten niños.
La organización Amnistía Internacional lanzó la semana pasada una campaña llamada "Juegos de Guerra en el Paraíso", contra el reclutamiento de niños a manos de la guerrilla.
Olara Otunnu, representante especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la Infancia y los Conflictos Armados, se reunió en mayo de 1998 en Vanni con dirigentes del LTTE, que se comprometieron entonces a no reclutar menores de 18 años.
Otunnu, ex canciller de Uganda, visitó Sri Lanka en el marco de una campaña mundial de la ONU para lograr que los gobiernos y los grupos guerrilleros protejan a los niños.
Los rebeldes de Tamil luchan contra las tropas del gobierno desde 1983 para conseguir que la minoría tamil tenga un territorio separado de Sri Lanka, al nordeste del país.
Desde entonces, murieron más de 50.000 personas. Los niños también fueron víctimas del conflicto, ya que son reclutados, muchas veces a la fuerza, por los rebeldes. Docenas de niños murieron en la batalla o a manos de civiles.
El reclutamiento es sólo uno de los problemas de los niños en zonas de guerra, indicó Hiranthi Wijemanne, un alto funcionario de la oficina de Unicef en Colombo.
La educación de estos niños se ve afectada por los desplazamientos, la pobreza, la escasez de profesores y el miedo de sus padres que, para impedir que sus hijos sean reclutados por los rebeldes, los retiran de la escuela.
Estos niños tienen problemas por la violencia cotidiana y el clima de desesperanza que los rodea. "Creen que estudiar no sirve para nada. No tienen objetivos, ni esperanzas, ni expectativas acerca del futuro", explicó un psiquiatra de niños.
Un informe realizado por Unicef en 1997 reveló que cerca de 500.000 niños del norte y este del país fueron afectados directa o indirectamente por la guerra.
Una familia, por ejemplo, fue desplazada 18 veces en la región de Vanni, en los últimos años. "¿Cómo pueden ir los niños a la escuela si se mudan de un lado a otro para escapar de la guerra?", preguntó una trabajadora social.
El gobierno informó en 1997 que un quinto de las escuelas del nordeste del país cerraron sus puertas temporariamente debido al conflicto.
Se pidió a las autoridades de Educación de la región que alojaran a los niños que vivían en los campamentos de refugiados cercanos, pero esto fue imposible por falta de recursos.
Además, los educadores no están preparados para trabajar en zonas controladas por los rebeldes. "Los profesores se muestran reacios a trabajar allí porque los niños no pueden asistir, o porque los servicios públicos están restringidos", relató Wijemanne.
Sin embargo, algunos se arriesgan a incursionar en esas zonas. "Muestran un enorme coraje y decisión para realizar su trabajo a pesar de los problemas que tienen que enfrentar", dijo.
Wijemanne explicó que, a pesar de todo, el sistema educativo resistió mejor a la guerra que la economía o la administración, parte debido a los logros anteriores de Sri Lanka en ese terreno.
Los centros de enseñanza siguieron funcionando a pesar de la guerra, más allá de interrupciones ocasionales.
Los colegios y la universidad de Jaffna, localidad del norte que fue bastión de los rebeldes hasta que las tropas del gobierno la recuperaron en 1996, siguieron funcionando durante la batalla y los bombardeos.
"La vieja infraestructura educativa del país sirvió para que los niños recibieran educación durante la guerra", señaló Wijemanne. Unicef provee algunos materiales de enseñanza y de deportes, y apoyo psicológico.
Los estudiantes de la región de Batticaloa, una localidad donde la lucha fue menos intensa, hacen sus tareas bajo los árboles o en colegios que carecen de sillas, mesas, materiales y agua potable, donde las instalaciones sanitarias no funcionan.
Sin embargo, "los mejores resultados de exámenes proceden de las áreas controladas por los rebeldes", dijo un funcionario de Educación a IPS.
El deseo de aprender y salvar los exámenes, junto con el rechazo a integrarse a las milicias rebeldes, llevó a los estudiantes de las zonas controladas por los insurgentes a entregarse con dedicación a sus estudios.
Getsie Chanmugam, una especialista en niños de Redd Barna, una agencia de ayuda humanitaria de Noruega, afirmó que los padres y madres quieren que sus hijos vayan a la escuela. "Si el niño tiene educación, puede irse del pueblo y conseguir trabajo en Colombo, o en otro lado", explicó. (FIN/IPS/tra- en/fs/an/ceb/mj/ip hd ed/99