El nuevo presidente de Nigeria, Olusegun Obasanjo, parece resuelto a limpiar el ejército para evitar que los militares, fuerza dominante en la política desde la independencia de Gran Bretaña en 1960, den otro golpe de Estado.
Obasanjo, él mismo un gobernante militar entre 1976 y 1979, decretó el retiro de 116 oficiales que desempeñaron cargos políticos en las dictaduras que se sucedieron desde 1985, cuando el ex dictador militar general Ibrahim Babangida tomó el poder.
Los ex gobernadores militares de los 36 estados de Nigeria y los ex ministros y presidentes de la junta de gobernadores fueron retirados.
Entre ellos figuran oficiales que desempeñaron funciones durante el gobierno del general Abdulsalaam Abubakar, el jefe de Estado militar que entregó el poder a Obasanjo el 29 de mayo.
Obasanjo, además, cesó al general Patrick Aziza, presidente del tribunal militar que lo condenó por participar en un fallido golpe de Estado contra el fallecido dictador general Sani Abacha en 1995.
"Las destituciones concuerdan con la promesa del presidente en su discurso inaugural" el 29 de mayo de "asegurar la subordinación permanente de los militares a la autoridad civil y recuperación del orgullo y profesionalismo de las fuerzas armadas de Nigeria", dijo Doyin Okupe, portavoz de Obasanjo.
Las destituciones y pases a retiro, según el gobierno, no suponen críticas a quienes son objeto de estas medidas, quienes "deberían considerarse como algunos de los sacrificios que deben hacerse para garantizar la supervivencia de la democracia en Nigeria", agregó Okupe.
El gobierno de Obasanjo "reconoce que a la mayoría de los oficiales afectados aceptaron esas designaciones políticas como si se tratara de nombramientos militares de rutina", pero "debe quedar claro que en el futuro esos nombramientos pondrán la carrera de los oficiales en peligro", sostuvo.
"En el futuro, todos los oficiales de nuestras fuerzas armadas deberán reconocer que el resultado de participar o beneficiarse de golpes de Estado será, como mínimo, el retiro prematuro o forzado del servicio", advirtió Okupe.
El portavoz explicó que los pases a retiro y destituciones tienen el objetivo de "romper totalmente con los años de incursión de los militares en la política, que fueron un absoluto desastre para la nación, y evitar que eso vuelva a ocurrir en el futuro".
Los generales nigerianos utilizaron la corrupción como uno de los principales pretextos para derrocar a los dos regímentes civiles elegidos previamente en 1966 y 1983.
Pero los tiempos cambiaron. Después de 15 años de gobierno militar, cuando la economía colapsó y la reputación e integridad del ejército fueron duramente criticados, la hostilidad popular hacia el ejército aumentó.
El general Ishaya Bamaiyi, ex jefe del estado mayor del ejército, urgió al gobierno a expulsar a los "oficiales ambiciosos" para asegurar la supervivencia de la democracia en Nigeria.
"Esta clase de oficiales todavía abundan" y "deben ser controlados para asegurar que el ejército nigeriano desempeñe su papel de acuerdo con la constitución", dijo Bamaiyi.
"Esos oficiales deben ser expulsados para asegurar que sólo los oficiales y soldados interesados en servir a la nación y someterse a las autoridades civiles puedan continuar en servicio", agregó.
El contraalmirante Jibril Ayinla, ex jefe de la marina, no estuvo de acuerdo. "No hay nada malo en permitir que los oficiales continúen en las fuerzas armadas. Su experiencia podría ser de gran utilidad para la nueva administración", sostuvo. (FIN/IPS/tra-en/ro/mn/at/mj/ip/99