La derogación hoy del aumento de las cuotas en la mayor universidad de México y de toda América Latina no fue suficiente para que los estudiantes suspendan una huelga iniciada hace más de 45 días.
El rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Franciso Barnés, logró este jueves que la Comisión de Legislación del Consejo Universitario, máxima autoridad del centro de estudios que nuclea a más de 300.000 alumnos, retroceda en su decisión de subir las cuotas.
Pero los estudiantes, de todos modos, rechazaron la medida.
Los huelguistas anunciaron que continuarán con la protesta, iniciada el 20 de abril. Además, agregaron a su pliego de peticiones la renuncia inmediata de Barnés, a quien acusan de inepto e intransigente.
La disposición que generó la huelga incluía un incremento de los costos de matrícula de 0,02 dólares, incambiada en más de medio siglo, a 100 dólares anuales. Asimismo, eximía de la cuota a los estudiantes que demostraran que no podían pagar el costo de su educación.
Con las modificaciones aprobadas este jueves, "las cuotas tendrán el carácter de aportaciones voluntarias y los estudiantes, en función de su situación económica, podrán determinar si tienen la posibilidad de cubrir" el pago, declaró Barnés.
En círculos universitarios y políticos se percibió la actitud del rector como una claudicación y un retroceso, si bien él insistió en que su propuesta de aumentar las cuotas no fracasó "de ninguna manera".
Desde el comienzo del conflicto, Barnés había sido enfático al señalar que, en materia de cuotas, no habría marcha atrás.
Para los alumnos que apoyan la huelga, la posición del rector siempre fue de "burla" e "insulto".
Reunidos durante más de 10 horas en una desordenada asamblea, representantes de 23 de las 36 escuelas de la UNAM resolvieron desconocer a Barnés y pedirle la renuncia.
Las autoridades universitarias y los huelguistas habían dado el miércoles los primeros pasos para sentarse a dialogar. Sin embargo, portavoces de la la Comisión de Encuentro designada por la Rectoría para tal fin afirmaron tras el encuentro que los huelguistas mantenían una actitud intransigente.
Los huelguistas exigen, entre otros puntos, que sus demandas sean aceptadas de forma "definitiva e irrevocable" y demandan la suspensión de las clases que se imparten hace varias semanas fuera del recinto universitario.
Según la Comisión de Encuentro, los estudiantes exigieron que si las autoridades de la UNAM no aceptaban su propuesta en 24 horas el diálogo quedaría roto.
El petitorio "no sólo" contiene reclamos excesivos, sino que, además, es "precisamente un ultimátum", consideró el investigador Ricardo Pozas, integrante de la comisión de Rectoría.
"Lo que no podemos hacer y no haremos es violentar la estructura jurídica de la UNAM, como pretenden los huelguistas", advirtió Rafael Pérez, miembro de la Comisión de Encuentro.
Tampoco se cancelarán "las actividades extramuros (clases fuera de los edificios de la univresidad) porque la UNAM no decidió" la huelga, añadió.
La huelga, que involucra a 24.400 trabajadores administrativos y a cerca de 5.000 académicos afiliados al sindicato de la UNAM, surgió por el rechazo a la reforma universitaria implementada por Barnés y que fue interpretada como una medida que atenta contra el carácter popular la educación en México.
Los huelguistas argumentan que la educación pública debe ser gratuita, sobre todo porque la inmensa mayoría de los estudiantes mexicanos no puede pagar los costos de su preparación profesional.
Según informes oficiales, en este país uno sólo de cada 100 niños que ingresan a la escuela primaria logra llegar a la universidad, mientras que cerca de la mitad de la población no termina sus estudios primarios.
Esta es la tercera ocasión, desde 1986, en que la máxima casa de estudios cede a las manifestaciones estudiantiles en contra de aumentar las cuotas. No obstante, por primera vez continúan las protestas a pesar de que se deroga la medidas.
En 1987, tras 22 días de huelga, el entonces rector Jorge Carpizo debió anular una serie de reformas también aprobadas por el Consejo Universitario. Sin llegar a la huelga, los estudiantes realizaron en 1995 protestas contra la intención de transformar la UNAM.
Cuando esta huelga termine, "el episodio no habrá concluido. El conflicto suscitó la efusión de energías que, si no se condensan en expresiones de resentimiento, pueden ser canalizadas de manera constructiva", opinó el viernes el columnista y político Miguel Angel Granados.
La nueva actitud de Barnés, "quien se expone al desprestigio a favor del interés general, puede no ser entendida por el Consejo General de Huelga, si cae en la tentación de considerarla mera manifestación de debilidad", advirtió Granados.
Los huelguistas piden que se nombre a nuevos interlocutores para negociar el fin de su protesta, pues según ellos, Barnés y las autoridades que lo apoyan no son de confianza (FIN/IPS/pf/dc/mj/ed/99