El pedestal en que las dos primeras cadenas de televisión de México colocaron al asesinado presentador Francisco Stanley tambaleó al conocerse que consumía cocaína y estaba bajo investigación por supuestos vínculos con narcotraficantes.
Los exámenes practicados al cadáver de Stanley, acribillado a balazos el lunes, mostraron que al momento de morir portaba medio gramo de cocaína, que había inhalado esa droga horas antes y que su nariz tenía las características fisiológicas de un consumidor consuetudinario.
A las evidencias, entregadas la noche del martes por la Procuraduría de la capital, su sumaron informes publicados este miércoles por varios diarios según los cuales Stanley era amigo de narcotraficantes y acostumbraba a distribuir droga entre gente del mundo del espectáculo.
Además, se supo que Stanley, llamado "Paco", contaba con una credencial que lo acreditaba como funcionario de la secretaría (ministerio) de Gobernación (Interior) y que le permitía portar armas.
Según los investigadores, Stanley fue asesinado de cuatro disparos en la cabeza, todos de corta distancia. Fue una ejecución similar a las practicadas por narcotraficantes, dijo el procurador de la capital, Samuel del Villar.
TV Azteca, donde Stanley dirigía un programa y apoyaba una campaña contra el consumo de drogas, y Televisa, donde el actor trabajó hasta 1997, minimizaron las nuevas pruebas con un caudal de imágenes, entrevistas y reseñas positivas sobre su ex colaborador.
A raíz del asesinato de Stanley, las dos televisoras, usualmente enfrentadas en una tenaz competencia por la audiencia, dejaron de lado las enemistades y a coro culparon del hecho al gobierno de la capital, dirigido desde 1997 por el líder opositor Cuauhtémoc Cárdenas.
En emisiones ininterrumpidas de varias horas, las empresas exigieron incluso la renuncia de algunos funcionarios.
Las editoriales de los diarios La Jornada, Reforma y El Universal y varios analistas condenaron el asesinato de Stanley, pero también la actitud de linchamiento asumida por las televisoras contra Cárdenas y sus colaboradores.
El líder del opositor Partido de la Revolución Democrática, precandidato para las elecciones presidenciales del 2000, rechazó las imputaciones de las televisoras y les pidió "no politizar" el crimen.
Stanley, a quien TV Azteca puso en vida al frente de una amplia y millonaria campaña contra el consumo de drogas en México, era proveedor de cocaían entre adictos del mundo del espectáculo y mantenía relaciones con los capos del llamado cártel de Juárez, aseguró El Universal.
Citando a "fuentes ubicadas estratégicamente en el combate contra las drogas", el diario afirmó que existen documentos que indicarían que Stanley era amigo de mafiosos.
El diario Reforma dijo, por su parte, que el nombre del popular presentador de televisión consta en informes antinarcóticos de la Secretaría (ministerio) de Defensa.
"Quieren manchar el nombre de un excelente padre, amigo y trabajador", dijo el hijo de Stanley, Francisco, al comentar las informaciones que vinculan a su padre con la cocaína y las mafias.
Similares frases pronunció Mario Bezáres, compañero del presentador en el programa de variedades "Una tras otra". Según la Procuraduría, el examen de orina practicado a Bezárez, quien estuvo a pocos metros de donde asesinaron a Stanley, demostró que también había consumido cocaína.
Unas 8.000 personas acudieron la tarde de este martes al cortejo fúnebre de Stanley en medio de muestras de dolor e indignación por su asesinato, mientras las televisoras exhortaban al público en sus transmisiones a protestar contra la inseguridad reinante en la capital.
Con alrededor de 20 millones de habitantes, en la ciudad de México y sus alrededores se roban un promedio de más de 120 automóviles por día y registran 113 asaltos a mano armada, alrededor de seis violaciones y tres homicidios. (FIN/IPS/dc/mj/ip hd/99