MALASIA: Guerra santa contra el sida inspirada en Uganda

Los activistas y trabajadores de la salud de Malasia pretenden emular la exitosa batalla de Uganda para contener el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y el sida a la manera islámica.

Estos mecanismos podría ayudar a detener la propagación de la enfermedad en este país de 22 millones de habitantes, la mayoría musulmanes.

El Ministerio de Salud reveló que entre 1986 y 1998 los malayos, que constituyen la mitad de la población de este país y son en su mayoría musulmanes, representaron 73 por ciento del número total de casos registrados de VIH y 55 por ciento de los casos de sida (síndrome de inmunodeficiencia humana).

El Consejo de Sida de Malasia calcula que se informan entre 300 y 400 nuevos casos de VIH por mes.

Los principales líderes religiosos, que antes evitaban el asunto, escucharon la semana pasada a funcionarios de Uganda hablar en un seminario organizado por el Consejo sobre cómo el Islam ayudó a disminuir la propagación de la enfermedad en el país africano.

La presencia de nueve clérigos malasios fue "una prueba de que nuestros líderes religiosos están desempeñando un papel más activo en el combate de la epidemia del VIH", dijo el viceministro de Salud, Wira Mohd Ali Rustam.

El ministerio apoyará las gestiones para aumentar la educación pública sobre el sida en instituciones religiosas y realizará seminarios para aumentar la conciencia sobre el problema, agregó.

Transmitir mensajes acerca de la prevención del VIH en la comunidad musulmana es con frecuencia complicado, porque se refieren a asuntos religiosos y culturales delicados como el uso de condones para evitar el contagio.

Lo que ocurre en Malasia sucedió también en Uganda hace 10 años, cuando se realizó por primera vez una campaña contra el sida. Las enseñanzas del Islam entraban con frecuencia en aparente contradicción con las medidas preventivas que los funcionarios de salud defendían.

Sin embargo, la Asociación Médica Islámica de Uganda (IMAU) tuvo éxito en disminuir la incidencia de los casos de VIH en el país, al reconocer que los clérigos, como líderes confiables de la comunidad, probablemente son más eficaces para movilizar a los musulmanes y detener la propagación de la pandemia.

El éxito de IMAU fue calificado por la Organización de las Naciones Unidas como un modelo de educación y prevención del VIH y el sida.

Según el presidente de IMAU, el médico Magid Kagimu, la campaña despegó luego de que el presidente de Uganda, Yoweri Museveni, declarara el problema del VIH y sida un asunto de gravedad nacional en 1987.

En esa época, 30 por ciento de las mujeres embarazadas, grupo en el que es más fácil detectar la enfermedad por los análisis periódicos a los que son sometidas, resultaron portadoras de VIH. En unos pocos años, el porcentaje de madres ugandesas con VIH se redujo a casi la mitad en algunos casos.

"Todos conocíamos las medidas preventivas para evitar contagiarnos de sida, pero el apoyo dado por el máximo líder permitió que otros las aceptaran y que la discusión fuera abierta. Así comenzó el proceso de prevenir realmente el problema dentro de la comunidad musulmana", dijo Magid a IPS.

Esta lucha pronto comenzó a conocerse con el nombre de "jihad" ("guerra santa") contra el VIH/sida. El concepto de "jihad" fue redimensionado para que fuera adoptado por cada musulmán.

Esta "jihad" personal contra la enfermedad incorpora los dos principios islámicos de abstinencia y fidelidad al cónyuge.

El asunto más controvertido con el que IMAU debió lidiar fue la aceptación del condón como medida preventiva, por ser considerado "contrario a la religión" por las comunidades religiosas, incluso la Iglesia Católica.

Durante mucho tiempo, los líderes religiosos simplemente se negaron a hablar del condón, y la resistencia era tan fuerte que los anuncios publicitarios de condones fueron retirados.

Afirmaban que el uso de condones promueve el sexo fuera del matrimonio, algo contrario a la ley islámica, y que no era 100 por ciento seguro de todos modos, por lo que no podía solucionar el problema de la pandemia.

Pero IMAU dijo que sólo defender los principios islámicos de abstinencia y fidelidad no alcanzaba para detener la enfermedad.

Uganda, como estado laico, no aplica las leyes islámicas que se oponen a la infidelidad o a la actividad sexual entre personas solteras, como queda de manifiesto en la cantidad de embarazos de adolescentes.

Después de mucho debate, se llegó a la conclusión de que el Islam prevé que sus leyes varíen en determinadas circunstancias.

Magid utilizó la analogía de una persona atrapada en un barco en el que el único alimento disponible está prohibido por el Islam, en cuyo caso su ingestión sería admisible por razones de supervivencia.

También señaló a los líderes religiosos que, a pesar de la disponibilidad de alcohol, que no está prohibido en Uganda, la mayoría de los musulmanes no bebe. Del mismo modo, saber acerca de la utilidad de los condones no convierte a los musulmanes en promiscuos.

"Acordamos que no dejaríamos el uso de condones fuera de la educación de las opciones de prevención. Pero los líderes religiosos deberían recalcar que la abstinencia y los matrimonios fieles son su principal mandato y deben continuar con eso", dijo Magid.

En Uganda, la promoción del uso de condones se deja en manos del Ministerio de Salud y los imanes no sienten que su papel como maestros del Islam esté comprometido.

"Había muchos temas delicados y el condón es sólo uno de ellos. Los imanes conocen la realidad y reconocieron que debía hacerse algo, pero no están legitimando su uso", explicó Magid.

Agregó que los imanes no concuerdan en que se deba recurrir a los condones, pero evitar que las personas tengan acceso al producto es exponerlas al riesgo de contraer la enfermedad o contagiarla.

Gran parte del éxito de la campaña contra el VIH en Uganda se atribuyó a las múltiples discusiones y diálogos que IMAU mantuvo con los grupos religiosos, que son una vía para llegar a las familias, según Magid.

IMAU también descubrió que las mujeres son más efectivas para educar acerca del VIH porque se comunican mejor con otras mujeres y adolescentes que los hombres.

A su vez, las mujeres son muy vulnerables a la pandemia si dependen de los hombres para sus necesidades materiales.

"Para la mayoría de las mujeres es muy difícil separarse de sus maridos si sospechan que tienen VIH, porque dependen de ellos. Si tuvieran suficiente poder económico podrían negarse a los avances sexuales. El matrimonio es una forma de seguridad económica para algunas de estas mujeres", señaló Magid.

Joe Selvaretnam, abogado del Comité Legal y de Etica del Consejo de Sida de Malasia, dijo que la experiencia de Uganda puede ayudar a guiar a Malasia en la lucha contra el VIH dentro del contexto islámico.

"Este es el comienzo de un viaje. Todavía está por verse cuánto tiempo llevará, pero hemos dado el primer paso", dijo. (FIN/IPS/tra-en/ap-he-cr/cyh/js/at/mj/he cr/99

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe