Cada día son más los japoneses que presionan a los gobiernos locales y a Tokio para que limiten o prohiban actividades que afectan el ambiente y la salud humana.
El primer ministro Keizo Obuchi recibió una petición cuyos firmantes solicitaron, entre otras cosas, que se adopten medidas para medir la contaminación con dioxinas causada por los incineradores de residuos.
Las dioxinas han sido clasificadas como agentes cancerígenos.
También se pidió a ministerios y agencias del gobierno que busquen una solución a la contaminación acústica en torno al aeropuerto de Fukuoka, en la isla sudoccidental de Kiushu, y reconsideren los planes para construir una represa fluvial en la cercana prefectura de Kumamoto.
En el documento se solicitó, por otra parte, que se apliquen planes para rehabilitar regiones contaminadas, y se pongan límites a la recuperación de tierras del sudoccidental Mar Interior.
La petición fue entregada la semana pasada, en la sede de la Agencia Ambiental del gobierno, por más de mil personas que marcharon previamente durante horas, bajo una lluvia torrencial.
Entre los manifestantes había algunos de los damnificados de la Bahía de Minamata, en el sur de Japón, que fueron afectados en los años 50 por lesiones del sistema nervioso.
Largas investigaciones permitieron comprobar que su rara enfermedad se debía al vertimiento de mercurio metílico en las aguas de la bahía por la Corporación Chisso.
En 1968, Tokyo reconoció oficialmente el mal de Minamata como una enfermedad debida a la contaminación, pero tomó tres décadas que las demandas judicales de las víctimas fueran resueltas a su favor.
El caso mostró los riesgos de la política aplicada para convertir al país en una gran potencia económica tras la segunda guerra mundial. En aquel entonces se privilegió ante todo el desarrollo industrial, dejando de lado las medidas para evitar la contaminación.
Entre las personas que marcharon para entregar la petición dirigida al primer ministro estuvo también Suzuse Kajiura, de 55 años, quien contrajo asma como resultado de vivir a pocos metros de distancia de una autopista que atraviesa el centro de la capital.
"Soy una víctima reconocida por el Estado de la contaminación atmosférica, y tengo derecho a un subsidio para atención médica. Pero, ¿de qué me sirve, si estoy tan enferma que no puedo trabajar ni ir de vacaciones?", se quejó.
Kajiura aseguró que miles de japoneses se han enfermado, como ella, a causa de la contaminación, y afirmó que no cesará de luchar hasta que el gobierno prometa que realizará evaluaciones de impacto ambientales y sanitarias antes de iniciar la construcción de carreteras.
Otra manifestante fue Fumiko Tsujikawa, de 71 años, afectada por una enfermedad del sistema nervioso que no fue causada por la contaminación, pero sí por el mismo tipo de negligencia del gobierno y las compañías que, según los activistas, es responsable de que la contaminación sea un problema extendido.
Tsujikawa explicó que contrajo su enfermedad, al igual que unos 10.000 japoneses más, en los años 60, tras ingerir un medicamento. Ella y otras víctimas presentaron demandas judiciales, y en 1978 los tribunales dictaminaron que varias compañías farmacéuticas eran culpables.
"Ahora recibo una compensación del Estado, lo cual me ayuda. Me uní a la marcha para mostrar mi apoyo a miles de víctimas de la contaminación y de compañías que deben hacerse responsables por los daños que causan", dijo Tsujikawa.
Ya hubo una significativa cantidad de empresas que debieron pagar cuantiosas indemnizaciones a personas que se presentaron ante la justicia como víctimas de negligencia criminal.
En febrero, nueve compañías acusadas de contaminar el aire en la ciudad centromeridional de Kobe aceptaron pagar 200 millones de dólares a cientos de afectados que presentaron demandas en su contra. Las firmas tambien se comprometieron a mejorar el ambiente.
A pesar de esas victorias, Kajiura observó que los damnificados por la polución enfrentan el nuevo siglo con aprensión.
"Tuvimos éxito en demandas contra el gobierno y las compañías, y esto representó un paso importante en la lucha por un ambiente más limpio. Pero se siguen produciendo casos de contaminación y las víctimas son jóvenes", señaló.
Entre esos casos, mencionó el de la contaminación con dioxinas causada por los incineradores de residuos. Kajiura señaló que por ahora deben esperar iniciativas concretas al respecto, y que la Agencia Ambiental prometió realizar exámenes.
Otros activistas indicaron que ha aumentado el apoyo a las medidas de protección de los consumidores y el ambiente. El parlamento aprobó una ley que establece la responsabilidad de las empresas por los productos que venden y está debatiendo medidas de protección ecológica.
"Quizá esas leyes no sean exactamente lo que queremos, pero no hay duda de que vivimos en una época mejor, y el desarrollo económico de Japon ya no será a costa de la salud de la gente", sentenció Kajiura. (FIN/IPS/tra-en/sk/cb/ego/he dv/99)