IRAN-IRAQ: La tensión no cede

La tensión en las relaciones entre Irán e Iraq, que libraron una guerra entre 1980 y 1988, quedó de manifiesto con la muerte de seis miembros del grupo antiiraní Mujahedin-el Khalq (Combatientes del Pueblo) en un ataque con un auto bomba cerca de Bagdad.

Un autobús que trasladaba a activistas de Mujahedin-el Khalq al campo de entrenamiento del grupo en Ashraf, al norte de Bagdad, fue blanco de una bomba que detonó en una camioneta estacionada.

Farid Suleimani, el vocero de Mujahedin-el Khalq, calificó el atentado como "un acto de terrorismo del régimen de los 'mullah' de Teherán", y dijo que sospechaba que la embajada iraní en Bagdad estaba involucrada.

"Los Mujahedin-el Khalq se reservan el derecho de autodefensa y respuesta a este ataque terrorista", expresó.

Mujahedin-el Khalq tiene su base en Bagdad desde 1986, y el ataque del miércoles se produjo cuatro días después de que dos bombas detonaron fuera de su sede, dañando numerosos edificios.

Algunos analistas consideraron esos ataques como una respuesta al asesinato en abril del general Alí Sayid Shirazi, el subjefe de estado mayor iraní, en Teherán.

Notorio por su comando personal en diversas ofensivas contra Iraq en la guerra de 1980-1988, a Shirazi se le concedió la más alta condecoración militar, la medalla Fatah (Victoria).

Tras el asesinato de Shirazi, un vocero de Mujahedin-el Khalk proclamó la responsabilidad del grupo en el "castigo" contra el militar.

El Ministerio de Relaciones Exteriores iraní presentó una protesta al encargado de negocios iraquí en Teherán respecto de la ayuda que Iraq presta a Mujahedin-el Khalk.

El canciller iraquí Muhammad Said al Sahhaf rechazó los cargos y acusó a Irán de querer desviar la atención al hecho de que respalda a grupos opositores a Bagdad.

La verdad es que ambos países albergan a grupos guerrilleros de partidos opositores que perpetran actos de violencia contra sus respectivos gobiernos.

A pesar de que la guerra entre Irán e Iraq finalizó con un cese del fugo permanente en agosto de 1988, todavía no hay señales de que los dos vecinos quieran firmar un tratado de paz.

Varios factores heredados de la contienda y la posterior Guerra del Golfo en 1991 obstaculizan el camino a ese tratado.

Entre los puntos a dirimir se incluyen los prisioneros de guerra iraquíes desaparecidos, los iraníes perdidos en acción y la suerte de 140 aviones de Iraq que buscaron refugio en territorio de Irán a los ataques de las fuerzas lideradas por Estados Unidos en la Guerra del Golfo.

El último punto está vinculado a la indemnización que Irán sostiene que Iraq debe pagar por la invasión de su territorio en 1980.

También está el problema de los grupos contrarios a ambos regímenes, que reciben refugio y apoyo logístico en Bagdad y Teherán, respectivamente, los cuales mantienen fuerzas armadas y llevan a cabo ataques sorpresivos a lo largo de los 1.100 kilómetros de frontera entre Irán e Iraq.

Los periódicos descubrimientos de fosas comunes en áreas limítrofes ocupadas por Iraq durante la guerra arrojaron alguna luz sobre la suerte de soldados iraníes desaparecidos, y desataron sentimientos contra Bagdad.

Por su parte, Iraq afirma que todavía desconoce el paradero de 20.000 prisioneros capturados por Teherán.

Sin embargo, algunos analistas creen que el grueso de esos prisioneros iraquíes se unió a la facción militar de la Suprema Asamblea Islámica Revolucionaria en Iraq (SAIRI), que tiene su base en Teherán.

Comandada por el ayatollah Bakir Hakim, un alto clérigo chiíta iraquí, SAIRI se formó en 1982 en Teherán con la fusión de tres organizaciones islámicas iraquíes que pretenden crear un estado islámico en Iraq, y lucharon junto con las tropas iraníes durante la guerra.

A su vez, el presidente iraquí Saddam Hussein dio refugio a Masoud Rajavi, el jefe de Mujahedin-el Khalq, vehemente opositor al régimen de Teherán, luego de que fuera expulsado de Francia en 1986. Un año después, asistido por Iraq, Rajavi formó el ala militar del partido, el Ejército de Liberación Nacional (ELN).

Once años después de la tregua permanente en la guerra Irán- Iraq, tanto SAIRI como Mujahedin-el Khalq siguen intactos.

Al mismo tiempo se produjeron iniciativas para reconciliar a los dos vecinos, que están estigmatizados como estados "parias" en Estados Unidos.

Saddam Hussein, aislado tanto en el campo diplomático como económico debido a las sanciones de la Organización de las Naciones Unidas y la imposición de zonas de exclusión aérea por Estados Unidos y Gran Bretaña, intentó tender puentes con Teherán.

En diciembre de 1997, durante la cumbre de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI) integrada por 55 miembros, el vicepresidente iraquí Taha Yassin Ramadan representó a Saddam Hussein en conversaciones con el presidente iraní Mohammad Jatami.

Posteriormente, Jatami dijo que "si observamos los 20 años pasados entre nosotros podemos descubrir quién fue nuestro verdadero enemigo".

Jatami aludió claramente a Estados Unidos, que mantuvo una política de "doble filo" en la rica región petrolera del Golfo respecto a Irán e Iraq.

Luego Iraq permitió a peregrinos iraníes volver a los santuarios chiítas en las ciudades santas iraquíes de Najaf y Karbala, a las que no tenían acceso desde que comenzó la guerra entre los dos países en septiembre de 1980.

Diplomáticos y observadores en Teherán señalaron que mientras los altos funcionarios mantienen sus sospechas respecto de Saddam Hussein, comenzaron a tener en cuenta nuevos factores como la creciente cooperación estratégica y militar entre Israel y Estados Unidos, y entre Israel y Turquía.

Los líderes iraníes también comenzaron a aceptar de que no hay posibilidad de derrocar a Saddam Hussein, lo cual les llevó a buscar un acercamiento con su régimen, con el apoyo del presidente sirio Hafez Assad. Damasco ha sido aliado de Teherán incluso desde su revolución islámica en 1979.

Como mandatario de Siria, el país más amenazado por la nueva alianza emergente entre Israel y Turquía, Assad no sólo descongeló sus relaciones con su viejo rival Saddam Hussein, sino que también alentó a Irán para que imite su ejemplo.

Mientras el gobierno iraní observa críticamente las sanciones de la Organización de las Naciones Unidas contra Iraq, hubo ocasiones que miró hacia otro lado cuando se produjeron. No obstante, las relaciones entre Teherán y Bagdad siguen siendo ambiguas.

No son gélidas como inmediatamente después de la guerra, pero tampoco pueden ser consideradas normales en tanto iraníes sean asesinados por grupos basados en Bagdad, y guerrilleros aniiraníes sean abatidos por ataques explosivos aparentemente orquestados por elementos rivales en Teherán. (FIN/IPS/tra-en/dh/ak/ego/aq/ip/99)

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