La economía de Indonesia, afectada por la inestabilidad política interna y la recesión del sudeste asiático, parece haber ganado junto con la oposición política las elecciones generales del día 7, según analistas.
Indicadores económicos clave muestran signos positivos, lo cual refleja que los inversores aceptan los resultados parciales de las primeras elecciones democráticas en más de 40 años.
El aumento del valor de la rupia respecto del dólar, la mejoría de los precios de las acciones, y la disminución de las tasas de interés también parecen indicar que la peor etapa de la economía ya pasó y se avecinan tiempos mejores.
La rupia, que cayó hasta alcanzar 17.000 unidades por dólar en 1997, durante la peor etapa de la crisis financiera, ahora se encuentra en franca recuperación.
El miércoles, un dólar se cotizaba a 6.590 rupias, y antes de las elecciones, la relación era de entre 7.700 y 8.000 rupias por dólar.
Agentes de cambio explicaron que el flujo de fondos procedente de inversores extranjeros aumentó luego de las pacíficas elecciones, lo cual indica que los inversores recuperaron la confianza perdida durante la anarquía del año pasado en Yakarta.
Los mercados monetario y de acciones también se vieron influidos por inversores locales que apoyan al opositor Partido Democrático de Indonesia (PDI-P), que por ahora va ganando las elecciones.
El PDI-P, de Megawati Sukarnoputri, la hija del primer presidente de Indonesia, Ahmed Sukarno, obtuvo cerca de 37 por ciento de los votos, de los cuales se escrutaron cerca de la mitad hasta el momento.
El partido Golkar, que ejerció el poder durante los 32 años del gobierno del ex presidente Alí Suharto, mejoró su posición y va segundo, con 18 por ciento de los votos, según los últimos resultados. Se espera que el escrutinio oficial de los votos termine en julio.
Mientras, muchos indonesios de procedencia china que se habían ido del país antes de las elecciones están volviendo, ya que se terminó el peligro de un baño de sangre durante los comicios.
"Volví porque todo parece estar bien. Estuve en Singapur durante nueve meses", relató un indonesio de origen chino al llegar al aeropuerto.
Los chinos, que dominan la economía indonesia, fueron atacados violentamente en los cruentos disturbios que provocaron la caída de Suharto en mayo de 1998.
Sin embargo, aunque algunos creen que la recuperación económica es sólo una cuestión de tiempo, otros afirman que hará falta algo más que tiempo e indicadores económicos para que la recuperación sea real y sostenida.
Antes, los inversores desearían ver cómo será el nuevo gobierno y qué tipo de reformas llevará a cabo.
Los ciudadanos comunes parecen tener ya una opinión formada acerca de cómo se desarrollará la economía y se quejan porque, sostienen, aumentará la dependencia del capital extranjero.
"Parece que los extranjeros controlarán la economía. Todo lo compran ellos. Lo que aún queda sin vender son los negocios de comida, los arrozales y otros comercios pequeños", dijo Lina Marlina, empleada de una inmobiliaria de Yakarta.
"Estaremos colonizados en términos economicos. Tendremos democracia política pero habrá muchas restricciones en lo económico", sostuvo Siani Lestari, otro empleado de la capital.
Otro factor a considerar es el papel que tendrá el Fondo Monetario Internacional (FMI), que reunió un paquete de rescate de miles de millones de dólares cuando la economía de Indonesia sufrió su peor crisis en 1997.
El FMI manifestó su inquietud ante la propuesta del PDI-P de introducir controles monetarios al estilo de Malasia, pero el asesor económico del partido, Kwik Kian Gie, anunció la semana pasada que el plan no se llevaría a cabo.
"Cumpliremos con las directivas del FMI", aseguró Kwik, que se supone será el próximo ministro de Economía.
"En los próximos años, la política económica de Indonesia se manejará desde Nueva York", vaticinó Muharramsyah, un activista de Bandung, al oeste de Java.
Por lo tanto, aunque el PDI-P gane las elecciones y el nuevo gabinete esté dominado por los reformistas, "el verdadero presidente de la economía de Indonesia será Michel Camdessus y Hubert Neiss será su ministro de Finanzas", ironizó Goei Siauw Hong, director del Centro de Investigación Nomura de Indonesia.
Camdessus es el director del FMI y Neiss es el representante de Asia ante el mismo organismo.
"Olvídense del programa económico que presentó durante su última campaña (el PDI-P). Se llevará a cabo el programa económico del FMI", anunció Hong en una entrevista telefónica.
Pero más allá de los cambios macroeconómicos, las pequeñas empresas confían en que seguirán formando parte de la economía del país.
"Hay un compromiso general de promover las pequeñas empresas y las economías basadas en la explotación rural", explicó Ermawati Chotim, investigador del Centro de Estudios Sociales AKATIGA.
El optimismo respecto de las perspectivas de la pequeña empresa se debe a que éstas sobrevivieron a la crisis.
"Las grandes empresas colapsaron, pero las pequeñas sobrevivieron y siguieron absorbiendo más de 50 por ciento de la fuerza de trabajo", agregó Chotim.
AKATIGA reveló también que 38 por ciento de las pequeñas empresas lograron incluso mejorar su situación durante la crisis. Ahora que la economía parece estar recuperándose, debería irles mucho mejor, sostienen los autores del estudio.
Algunas organizaciones no gubernamentales tienen sus esperanzas puestas en el inicio de empresas en la zona rural. "Creo que tendremos una economía más populista en el futuro", manifestó Setiabudi, director de la ONG "Recuperación del Poder Económico del Pueblo".
Sin embargo, tanto Chotim com Setiabudi están preocupados por la corrupción.
"La campaña contra la corrupción tuvo buenos resultados en lo nacional. Pero habrá que esperar otra década antes de que se saneen los niveles más bajos de la administración", dijo Chotim. (FIN/IPS/tra-en/ky/ral/ceb/aq/if-ip/99