El presidente del gobierno de España, José María Aznar, parte con ventaja rumbo a las elecciones en las que en menos de un año se renovará el Poder Ejecutivo, a la vista del resultado de los comicios del domingo.
Los españoles eligieron el domingo sus autoridades municipales, sus diputados al Parlamento Europeo y diputados en 13 de las 17 comunidades autónomas que integran el Estado español.
La fuerte caída de Izquierda Unida (IU, coalición basada en el Partido Comunista), que vio reducido su caudal de votos a la mitad, fue la principal novedad de estas elecciones.
La otra fuerza de centroizquierda, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), acusó un fuerte ascenso, sin llegar a superar al gobernante Partido Popular (PP), de centroderecha.
El PP ganó votos en relación con las elecciones que en marzo de 1996 lo llevaron por primera vez al gobierno. De aplicarse a una elección general los resultados de este domingo para el Parlamento Europeo, el PP ganaría siete diputados sobre los 156 que obtuvo en 1996.
El PSOE, a pesar de registrar más votantes que en 1996, pasaría a tener 136 en vez de los 141 actuales. IU bajaría de 21 a solo nueve.
No obstante, el PSOE celebra los resultados como un triunfo, pues aumentó su votación (a costa de IU) a pesar de atravesar por una seria crisis interna, ilustrada con la renuncia del diputado José Borrell a encabezar la lista para las elecciones generales.
La recuperación socialista tiene dos lecturas adicionales: la primera, que los ciudadanos progresistas rechazan la opción del Partido Comunista, cuya política determinó la campaña electoral de IU.
La segunda lectura es el fortalecimiento de dos líderes regionales que podrían disputar el primer puesto en la lista para las próximas elecciones: el castellano-manchego José Bono y el extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra.
Ambos ganaron con mayoría absoluta en sus respectivas comunidades autónomas y ambos, con sus matices, mantienen diferencias con el aparato partidario y son impulsores de una mayor participación de sus bases en la conducción política.
Pero el PSOE ganó nuevos votos por la izquierda, arrebatándoselos a IU, pero sin conquistar votantes en la faja de centro, la que comparte con el PP y que, en última instancia, es la que tradicionalmente define las elecciones generales.
Hubo también cambios previstos, aunque de manera más pronunciada que la anunciada por las encuestas preelectorales.
Así, los socialistas arrasaron en Cataluña y en especial en su capital, Barcelona, con una fuerte caída de la coalición nacionalista Convergencia y Unión, que gobierna en esa comunidad autónoma desde que se recuperó la democracia, tras la muerte del dictador Francisco Franco (1975).
Otro de los cambios fue la merma electoral del nacionalismo vasco moderado y del aumento de votos de Eusko Herritarriak, grupo independentista próximo a la organización ilegal Patria Vasca y Libertad (ETA).
La primera lectura de ese resultado en el País Vasco es que la opción independentista ganó votos desde que ETA anunció una tregua unilateral y por tiempo indefinido en septiembre de 1998.
Tres días antes de las elecciones, Aznar confirmó públicamente que emisarios de su gobierno se reunieron con la dirección de ETA, para iniciar las conversaciones que pueden llevar a un cese definitivo de la violencia.
Con ese panorama, el PP afronta con optimismo el camino hacia las próximas elecciones generales, mientras el PSOE se apresta a consolidar su recuperación, con la esperanza de poder disputar el triunfo palmo a palmo.
IU, por el contrario, se enfrenta a una crisis interna, aunque menos grave de la que puede afectar a los partidos nacionalistas moderados de Cataluña y el País Vasco. (FIN/IPS/td/mj/ip/99
