Varios congresistas de Estados Unidos asistirán a la convención nacional que celebra este jueves el Comité contra la Discriminación de los Arabes Estadounidenses, lo cual demuestra el interés que tiene esa minoría de tres millones para los políticos en busca de votos.
El vicepresidente Al Gore visitó el mes pasado a los líderes comunitarios de Dearborn, una ciudad apodada "la capital árabe de Estados Unidos" por la cantidad de descendientes de iraquíes, libaneses, palestinos y yemenitas que viven allí.
Los dirigentes de la comunidad árabe instaron a Gore y al gobierno a levantar las sanciones impuestas contra Iraq por las Naciones Unidas, a apoyar la creación del estado de Palestina, y a eliminar las controvertidas medidas aplicadas a los vuelos que parten de Estados Unidos.
Las medidas aludidas consisten en que la Autoridad Federal de Aviación puede investigar y, si le parece, prohibir el ingreso a los vuelos salientes a toda personas que le parezca sospechosa de ser un terrorista.
Imam Husein Qawzini, uno de los 25 dirigentes que estuvieron en la reunión con Gore, alentó al vicepresidente a incrementar el número de árabes que trabajan en el gobierno.
"Realmente, nos gustaría intervenir en la política exterior de Estados Unidos, sobre todo en el conflicto árabe-israelí", manifestó Qawzini.
"Nos parece que el gobierno de Estados Unidos se inclina por los intereses judíos e israelíes, y yo siempre le digo a mi congregación que para operar cambios, hay que participar, tener los documentos y votar", señaló.
George W. Bush, gobernador de Texas y posible candidato presidencial, también visitará a los líderes comunitarios de Dearborn a fines de año.
Antes, los reclamos políticos de los árabes eran vistos como una carga, y los políticos los eludían por temor a las presiones de la comunidad judía, cuya importancia, sobre todo en Nueva York, es muy conocida.
El ex vicepresidente Walter Mondale, en plena campaña presidencial en 1984, devolvió las donaciones de la comunidad árabe. En 1988, Michael Dukakis, otro presidenciable, anunció que no aceptaría el apoyo de la comunidad árabe bajo ninguna circunstancia.
Esos fueron los motivos que llevaron a Suzanne Sareini, la primera mujer árabe elegida concejal de la ciudad de Dearborn, a iniciar su carrera política. Sareini nació en Estados Unidos, pero es hija de inmigrantes libaneses.
"Empecé a hacer política cuando Mondale devolvía los cheques de los árabes, lo cual llevó a otros candidatos a hacer lo mismo. Casi ningún político asistía a un acto árabe. Me ponía furiosa y pensé que podía hacer algo para cambiar esa situación", relató Sareini.
Ahora hay docenas de concejales, alcaldes y congresales árabes en todo el país. John Sununu, jefe de personal de la Casa Blanca del ex presidente George Bush, es de la comunidad árabe, igual que Donna Shalala, la actual secretaria de Salud Pública.
Pero a pesar de esos éxitos, hay muchos descendientes de árabes que dudan en admitir su origen, sostuvo Ahmed Shebbani, editor de la revista Arabica.
"Hay muchas personas que jamás admitieron ser árabes. Hace muy poco empezaron a admitirlo. Estoy hablando de estadounidenses famosos, que podemos ver todos los días en la televisión", indicó Shebbani.
Shebbani se refería a Dave Thomas, el fundador de la cadena de comida rápida "Wendy's", a Casey Kasem, famoso por su programa "Top 40", y al fallecido Danny Thomas, cantante, actor y comediante.
"Cada uno de ellos cambió su nombre: Mahmoud pasó a ser Mike, y Husein se convirtió en Sam. La excusa era que la gente no podía pronunciar su verdadero nombre, pero eso no es verdad. Es que nadie quiere sentirse extranjero, y ellos querían decirle a los estadounidenses 'somos como ustedes' ", explicó Shebbani.
Sin embargo, "la situación se está invirtiendo", y eso se debe sobre todo a la segunda generación de árabes, que nacieron o fueron educados en Estados Unidos, opinó.
Amal Berry, el presentador de un programa de televisión por cable para jóvenes árabes, afirma que "los más viejos, que estaban aquí desde hacía tiempo, sentían la necesidad de asimilarse a esta cultura".
Berry, que nació en Beirut pero fue criado en Estados Unidos, comentó que los inmigrantes de antes "ponían su cultura entre paréntesis para poder volverse más estadounidenses".
"Ahora eso ya no sucede. Los jóvenes árabes de Estados Unidos se sienten muy orgullosos de ser quienes son. Si uno pregunta por las calles a cualquier árabe estadounidense si está orgulloso de serlo, la respuesta inmediata será que sí", aseguró Berry.
Esto es cierto en Dearborn. Hay símbolos del orgullo árabe por todas partes. El cartel publicitario de un vendedor de automóviles, de origen libanés, recomienda "No compre estadounidense, compre árabe estadounidense también".
Pero la unidad árabe es muy frágil, y cualquier problema entre los países de Medio Oriente la afecta, explicó Ahmad Imad, un refugiado palestino y director del Comité contra la Discriminación Arabe Estadounidense.
"Las diferencias entre los países árabes se reflejaban antes en nuestra comunidad. Hay un dicho según el cual, cuando llueve en Medio Oriente, aquí abrimos los paraguas", comentó.
Pero ahora, aunque estén divididos respecto de varios temas, la comunidad árabe de Estados Unidos está unida contra las leyes que discriminan a sus integrantes, como la Ley Antiterrorismo en los autobuses, de 1996, y la de los viajes aéreos. (FIN/IPS/tra-en/lg/mk/ceb/aq/ip-hd/99