El presidente de la Conferencia de Desarme de las Naciones Unidas, Mohamed-Salam Dembri, afirmó hoy, dos semanas antes del fin de su mandato, que se propone reactivar la negociación en este foro, postrada por diferencias internas y por los conflictos armados en curso.
Dembri, de Argelia, tiene a su favor la pertenencia de su país al Grupo de los 21 (G-21), como se denomina en la Conferencia al bloque de países no alineados.
En las dos semanas de presidencia que le restan, Dembri puede lograr que el G-21 ceda en alguna de sus diferencias con el bloque occidental que hasta ahora mantienen estancando el período de sesiones de 1999 de la Conferencia de Desarme.
El fracaso del negociador argelino abrirá perspectivas sombrías para la Conferencia, que al promediar su temporada anual de sesiones todavía no ha conseguido aprobar el programa de trabajo.
La presidencia rotativa de cuatro semanas corresponderá con posterioridad a Argentina y luego a Australia, dos países que, por su adhesión al bloque occidental, auguran menos posibilidades de acercamientos con el G-21, observó un diplomático latinoamericano que pidió reserva de su nombre.
Como sucede en cada período anual de la Conferencia de Desarme, los no alineados pretenden que la negociación del desarme incluya avances en el desmantelamiento de las fuerzas nucleares concertados en el foro multilateral.
Las mayores potencias nucleares (Estados Unidos, China, Francia, Gran Bretaña y Rusia) aspiran a que los progresos se alcancen en negociaciones bilaterales.
Dembri anunció en la sesión semanal de este jueves que se propone insistir en el proceso de consultas intensas para llegar a un acuerdo sobre el programa de trabajo.
El representante argelino intenta conciliar las distintas propuestas formuladas para destrabar las negociaciones y dijo que descuenta "la volunta compartida por todos de resolver el problema e iniciar sin más tardanza las labores de la conferencia".
Pero Dembri dejó en claro que un acuerdo "requiere concesiones de parte de todos".
La Conferencia de Desarme tiene en examen, entre otras propuestas, una presentada por Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, con apoyo de varios países occidentales.
Esta iniciativa auspicia el establecimiento de un comité especial para la negociación de un tratado de prohibición de la producción de material fisible para armas nucleares, pero reduce a una mera declaración de la presidencia el problema del cese de la carrera armamentista nuclear y del desarme nuclear.
El bloque de los no alineados ha sostenido en los últimos años que esa es la cuestión central del desarme y que requiere la creación de un comité especial para que negocie acuerdos de desmantelamiento.
El estancamiento de los trabajos de la Conferencia de Desarme mantiene también paralizada la incorporación de otros cinco nuevos miembros: Ecuador, Islandia, Kazajstán, Malasia y Túnez.
India y Pakistán, los dos países que se convirtieron el año pasado en estados nucleares después de la realización de respectivos ensayos con esas armas, bloquean hasta ahora la expansión del número de miembros.
Una fuente diplomática latinoamericana dijo que Pakistán objeta a Ecuador porque la diplomacia de Quito realizó declaraciones críticas de los ensayos nucleares efectuados por los dos países.
En la última sesión de la Conferencia de Desarme se produjeron choques verbales entre Estados Unidos y China debido a diferencias en torno al conflicto de Kosovo.
El debate chino-estadounidense derivó en la cuestión de los derechos humanos cuando el representante de Washington, Robert Grey, sostuvo que los dos países tienen diferencias sobre problemas humanitarios y de derechos humanos, "lo cual es lamentable pero cierto", dijo.
La conmemoración, el 4 de junio, del décimo aniversario de la represión de manifestantes chinos en la plaza de Tianmen, "refuerza esas diferencias", insistió el estadounidense.
El representante chino, Li Changhe, replicó que las referencias del delegado de Washington "nada tienen que ver con esta conferencia".
Li manifestó que respecto a asuntos internos de su país, en los que ya ha habido un juicio histórico, las autoridades chinas no aceptarán intromisión alguna. (FIN/IPS/pc/mj/ip/99