Activistas de los derechos humanos y grandes compañías de Estados Unidos aunaron esfuerzos para defender los derechos laborales en China, 10 años después de que la represión militar matara e hiriera a cientos de estudiantes y trabajadores en la plaza de Tiananmen, en Beijing.
Las firmas Mattel, de juguetes, Levi Strauss, de prendas de vestir, y Reebok, de calzado, son las primeras en apoyar un conjunto de "Principios de las Compañías Estadounidenses para los Derechos Humanos de los Trabajadores en China".
Los principios, redactados por las organizaciones no gubernamentales Fondo Internacional de Derechos Laborales (ILRF), Intercambio Global y Derechos Humanos en China, prohíben a los signatarios y a sus proveedores chinos utilizar la mano de obra esclava o por la fuerza.
Los activistas aseguran que estas prácticas son comunes en industrias livianas en China que alcanzaron las tasas de crecimiento económico más altas del mundo, con 20 por ciento por año en la provincia de Guangdong y 45 por ciento en la zona especial económica de Shenzhen, próxima a Hong Kong.
Las firmas que adopten los principios deben proteger el derecho de los trabajadores a sindicalizarse y a participar en actividades políticas y religiosas, pero los detalles aún deben ser concretados por un grupo integrado por activistas sindicales, de derechos humanos y de defensa de los consumidores.
"Es la primera vez que grandes compañías estadounidenses apoyan principios que defienden los derechos humanos en China", aseguró Bama Athreya, de ILRF.
La medida, según sus organizadores, es una reacción a lo que consideran el fracaso de la política estadounidense de "relación constructiva" con China adoptada tras la masacre de Tiananmen el 4 de junio de 1989.
"El asunto en este momento no se trata de relacionarse con China o de aislar a China, sino del tipo de relación que elegimos", comentó Athreya.
La política de "relación constructiva" suponía que la relaciones comerciales con Estados Unidos generarían reformas políticas democráticas en China.
La inversión extranjera se cuadruplicó y el superávit comercial chino con Estados Unidos se multiplicó por 10, pero la política "fomentó nuevos tipos de violaciones a los derechos humanos", señaló un informe del ILRF.
Los gobiernos estadounidenses " se oponen a usar el comercio para promover los… derechos humanos, pero no dudaron en usar la amenaza de las sanciones comerciales para seguir promoviendo los intereses" de Estados Unidos, como en el caso de la aplicación de los "derechos de propiedad intelectual" contra los discos compactos piratas, indicó.
Pero las mismas palancas movidas para obtener concesiones comerciales se podrían usar para mejorar los derechos de los trabajadores, sostiene el ILRF.
"El artículo 301 de la Ley de Comercio Estadounidense…define a las violaciones de los derechos de los trabajadores como una práctica comercial desleal", precisa el informe.
La industria liviana de China ocupa principalmente a migrantes del medio rural y a ex empleados públicos que quedaron sin empleo tras las reformas adoptadas por el país en el marco del experimento con la empresa capitalista.
Los obreros reciben bajos salarios, no se les pagan las horas extra y no tienen seguridad en el lugar de trabajo. Los dirigentes de los nacientes "foros de trabajadores" son detenidos inmediatamente.
El ILRF sostiene que este tipo de abusos ocurre en las zonas de procesamiento de exportaciones en todo el mundo en desarrollo, pero que "los controles gubernamentales sobre el movimiento interno en China agravaron esta tendencia".
Los trabajadores migrantes requieren numerosos permisos para trasladarse y conseguir un empleo nuevo, explicó el grupo. Los patrones mantienen los documentos bajo llave, lo cual de hecho les permite mantener cautivos a sus obreros.
Las empresas "pueden fijar sus propias políticas con respecto de salarios, horarios de trabajo y beneficios", agregó.
"En las zonas manufactureras altamente industrializadas del sur, las autoridades facilitaron la capacidad de estas empresas para evitar las leyes laborales nacionales mediante disposiciones locales mucho más permisivas", señala ILRF.
Beijing y Washington normalizaron sus relaciones diplomáticas en 1979 y China goza del estatuto comercial de "nación más favorecida" desde 1980, que de hecho Estados Unidos aplica a la mayoría de sus socios comerciales y ahora lo denomina "relaciones comerciales normales".
El Congreso estadounidense revisa anualmente el estatuto otorgado a China.
Desde la masacre de Tiananmen, los legisladores intentaron utilizar este instrumento para mejorar la situación de los derechos humanos en el país, pero padecieron el veto del ex presidente George Bush y las "políticas contradictorias" del presidente Bill Clinton, según el ILRF.
Como requisito para que China ingrese a la Organización Mundial del Comercio, Washington debe conceder a Beijing el estatuto permanente de "relaciones comerciales normales", pero las negociaciones se vieron afectadas por discrepancias y acusaciones de espionaje nuclear chino.
Los mercados y los inversores extranjeros son cada vez más importantes para China. El desempleo va en aumento y las presiones comerciales se incrementaron como consecuencia de la devaluación monetaria ocurrida en países afectados por la crisis financiera en Asia.
Pero según Walden Bello, codirector de la organización con sede en Tailandia Focus on the Global South, China no devaluó el yuan para permitir que sus vecinos recuperen sus economías a través de las exportaciones.
En 1998, China exportó productos por 70.000 millones de dólares a Estados Unidos e importó el equivalente de 14.000 millones de dólares, según datos oficiales. (FIN/IPS/tra-en/aa/mk/aq/lb-hd/99