CHILE: Cascada, el megaproyecto forestal de la discordia

Cerca de un millón de metros cúbicos de madera de bosque nativo procesará al año la planta de astillas y paneles Cascada Chile, que se proyecta construir en Ilque, 20 kilómetros al sur de esta ciudad.

El proyecto, a cargo de una sociedad filial de la Boise Cascade Corporation de Estados Unidos, es una verdadera manzana de la discordia, tanto en esa pequeña localidad como en Puerto Montt, 1.044 kilómetros al sur de Santiago.

El conflicto en torno al proyecto Cascada repercute no sólo en Chile, sino también internacionalmente, al movilizar a grupos ecologistas defensores de los bosques autóctonos amenazados de extinción por la explotación de grandes compañías madereras.

En Chicago, Estados Unidos, la profesora de enseñanza secundaria Maria Gilfillan fue acusada por Boise Cascade de enseñar "cosas malas" a sus alumnos, al exhortarlos a enviar cartas de protesta a la empresa por su planes en Chile.

"No es suficiente enseñar la importancia del bosque nativo, también debemos hacer algo para protegerlo. Mis alumnos están expresando su interés por este tema y le piden a Boise Cascade que haga sus astillas sin destruir los bosques chilenos", respondió Gilfillan.

El proyecto, que se comenzó a gestar en mayo de 1997, cuando la empresa chilena Maderas Cóndor y la firma estadounidense se asociaron para crear la Compañía Industrial Puerto Montt, está paralizado por una serie de recursos judiciales.

Los detractores de Cascada Chile, entre los que se encuentran grupos ecologistas y de la sociedad civil, pequeños empresarios y parlamentarios, afirman que hubo tráfico de influencias para que la Comisión de Medio Ambiente (Corema) aprobara el proyecto.

La Compañía Industrial Puerto Montt enfrenta igualmente una demanda del Consejo de Defensa del Estado por unos 800.000 dólares, por la destrucción con maquinaria pesada durante la apertura de un camino de los Conchales de Ilque, un monumento arqueológico.

Pero la iniciativa encuentra respaldo entre autoridades regionales y locales, grupos empresariales y pobladores de Ilque y Puerto Montt, que ven en este proyecto una fuente de empleo y de progreso para una de las zonas más pobres de Chile.

La inversión prevista para el proyecto es de 180 millones de dólares, y según la empresa creará 200 empleos directos y 1.500 indirectos, además de contratar a 700 personas en la fase de construcción de la planta, que operará "con una tecnología limpia, sin efectos ambientales nocivos".

Según el proyecto original, la planta se abastecería completamente de compras de madera a terceros, pero en febrero Italo Zunino, uno de los propietarios de Maderas Cóndor, indicó que 50 por ciento de los suministros serán de bosques nativos propios de la empresa.

Ilque cuenta con 700 habitantes, pescadores artesanales, pequeños agricultores y trabajadores de una empresa salmonera y de un centro menor de cultivo de choritos (moluscos).

Cascada Chile "es un proyecto nefasto, que significa la construcción de un puerto en una de las bahías más limpias que tiene Puerto Montt", dijo a IPS la profesora Carmen Cortés, propietaria de centro de cultivos de choritos y presidenta del Comité de Defensa de Ilque.

La empresa, según Cortés, tampoco ofrece garantías de recuperación del bosque nativo. "No creo que ningún campesino vaya a reforestar con bosque nativo para que sus nietos lo vuelvan a vender. Seguramente replantarán especies exóticas (de más rápido crecimiento) como pinos y eucaliptus", afirmó.

René Barriga, presidente del Comité Costero de Apoyo al Proyecto Cascada Chile, que dice contar con 530 adherentes, dijo a IPS que la instalación de la planta le permitirá a Ilque contar con mejores caminos, teléfonos y puestos de trabajo.

Hans Kossman, ejecutivo de la Empresa Patagonia Salmon Farming, que opera en Ilque, señaló que el proyecto maderero es incompatible con la salmonicultura, "una actividad que ya está dando empleo a 140 personas que son de esta localidad".

Cascada Chile será la planta astilladora "más grande de su tipo en toda la región y absorberá una cantidad de árboles equivalente a la que procesan ahora todas las industrias del rubro desde Puerto Montt a Valdivia (200 kilómetros más al norte)", alertó el abogado Ricardo Cáceres.

Alejandro Larenas, coordinador del proyecto Cascada Chile, sostuvo que "ésta es una oportunidad histórica para realmente educar a la población y hacer algo en beneficio de los pequeños propietarios de bosques".

Larenas desestimó las propuestas de explotación turística del bosque nativo, planteadas por Cáceres y Horts George, presidente de la Fundación Ottwei-Chile, con el argumento de que "el país no puede darse el lujo de tener el bosque sin tocarlo para poder mirarlo".

Rabindranath Quinteros, intendente regional y presidente del Corema, manifestó que defiende el proyecto por la creación de nuevas fuentes de trabajo y el valor agregado que puede dar al bosque nativo, pero aseguró que "jamás se va a permitir un proyecto de inversión que lesione el medio ambiente".

No obstante, la organización ambientalista internacional Greenpeace considera que Cascada Chile "representa un serio riesgo para el bosque nativo y la biodiversidad asociada", y su aprobación revela "un vacío legal sobre la calificación de los proyectos que usan bosques nativos como insumos". (FIN/IPS/np/ag/en/99

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