CELSO FURTADO: AMERICA LATINA YA NO EXISTE COMO CONJUNTO /Entrevistas del fin de siglo/

El mundo comenzará el nuevo siglo entre la incertidumbre y las tensiones del reordenamiento de fuerzas entre bloques, potencias y monedas, advierte el economista brasileño Celso Furtado, autor de "Formación Económica de Brasil", un libro considerado fundamental para comprender a este país.

A los 79 años, Furtado vive entre París y Río de Janeiro, siempre evitando el fuerte calor del verano carioca. Fue ministro de Planificación en 1962 y 1963 y, exiliado a causa del golpe militar de 1964, la Universidad de París y la de Cambridge, en Gran Bretaña, lo tuvieron de profesor.

Tras la restauración de la democracia en Brasil fue embajador y ministro de Cultura. Furtado cree que las soluciones para este país pasan por el desarrollo del mercado interno y también opina que América Latina, como conjunto, ya no existe, aunque sea duro reconocerlo.

—IPS: Hace más de 10 años usted llamaba a la entonces Comunidad Económica Europea (ahora Unión Europea) "un club de egoístas". Brasil intenta promover el acercamiento de esa Europa unida a América Latina y especialmente al Mercosur (Mercado Común del Sur). ¿Es factible ese proyecto?

—Furtado: No lo creo. El egoísmo permanece, es normal que los países cuiden primero sus propios intereses. Hay dificultades, por ejemplo, para armonizar los puntos de vista de Francia y Alemania.

Los franceses no aceptan el fin de los subsidios y la libre competencia, que liquidaría su agricultura, porque saben que eso significaría renunciar a su identidad. Francia tiene una larga historia de defensa de su identidad y es difícil imaginarla convertida en simple complemento de una economía internacional.

Fueron necesarias dos circunstancias muy especiales, únicas, para alcanzar la unidad europea: la segunda guerra mundial, que destruyó gran parte de Europa y el poder industrial de Alemania, y luego la guerra fría, que dio a Estados Unidos la condición de potencia tutelar.

—IPS: La meta del Mercosur, el libre comercio con la Unión Europea (UE) a partir del 2005, ¿es entonces una ilusión?

—Furtado: Es una maniobra táctica, creo, para enfrentar la presión de Estados Unidos. Se aplaza todo hasta el 2005, y entonces se verá cómo retomar las discusiones.

—IPS: ¿Tampoco avanzará el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), ese proyecto de libre comercio desde Alaska hasta Tierra de Fuego?

—Furtado: Tampoco. Es necesario desconocer la situación específica de las Américas, ignorar su heterogeneidad, para creer en esa iniciativa. Es dificil imaginar un entendimiento entre países tan heterogéneos.

Es distinto el caso de Europa, que presenta niveles de desarrollo más equilibrados. La distancia entre Portugal y Alemania o Francia no es nada comparada a la diferencia entre Estados Unidos y cualquiera de los países latinoamericanos.

Ignorar tales disparidades es también el pecado del gobierno de Brasil, que abrió su economía sin calcular los riesgos. El país se endeudó desordenadamente, generando un desequilibrio que ahora es de difícil corrección.

La experiencia brasileña, de internacionalización indiscriminada, de integración a la economía mundial sin disciplina, sin un proyecto propio, condujo al fracaso.

—IPS: ¿Países como Brasil, con tanta pobreza, pueden renunciar al nacionalismo económico?.

—Furtado: No. Si renuncian, pueden desaparecer, como ya pasó históricamente en otras partes del mundo, incluso con la Unión Soviética.

—IPS: ¿Cree usted que los países de economía emergente comprenderán esa situación, que intentarán recobrar el proyecto nacional de desarrollo?

—Furtado: Los pequeños no tienen opción. Tienen que buscar una inserción internacional dinámica que les abra espacio en el exterior, porque un proyecto nacional se agota rápidamente en su caso.

En cuanto a los países medianos y grandes, deben evaluar bien sus alternativas. Es probable que empiecen el nuevo siglo en una fase de turbulencias, de inestabilidad e inseguridad. Es lo opuesto a lo que tuvimos en los últimos 30, 40 años, cuando se buscaba la unidad nacional en torno del proyecto de industrialización.

En Brasil, cuando teníamos el mercado interno como referencia mayor, era facil conciliar los intereses. Los habitantes del sur consumían caucho del norte y el azúcar el nordeste, y todos compraban productos industriales del sur, aunque eran más costosos que los del mercado internacional.

Eso ha sido y es todavía posible porque el país tiene muchos recursos aún no utilizados. Tiene mucha mano de obra subutilizada. Antes bastaba con transferirla de una zona a otra y se solucionaban los problemas. Así se aflojaba la presión demográfica del nordeste y se reducían los salarios en el sur.

Es por eso que los salarios en el sur de Brasil crecieron menos de lo que deberían, a causa de esa inmensa masa de subempleados. Sin ese factor, ¿cómo explicar que Sao Paulo pague salarios muy inferiores a los de Argentina, si la productividad media es la misma, quizás más alta?.

Sao Paulo tiene una mano de obra subutilizada que acepta casi cualquier remuneración, porque igual mejora su nivel de vida. Eso no ocurre en países de mercado de trabajo integrado, como Argentina. Si la economía de Brasil crece, también habrá paz social, pese a las grandes desigualdades.

Ese es el misterio brasileño. Y fue lo que se denominó "milagro brasileño", cuando el país estaba unido en la lucha por el mercado interno. Ahora el desempleo es dramático y puede agravarse si se elige el camino equivocado de abandonar la prioridad del mercado interno. (SIGUE/2-E

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