Bolivia respiró hondo al llegar el fin de semana sin que se concretara una devaluación de la moneda, como pronosticaba un insistente rumor que corrió en los últimos cinco días.
El gobierno de Hugo Banzer se propone ahora encontrar el origen de lo que considera "una obra maquiavélica y criminal para desestabilizar la economía del país".
"Hay una gran cantidad de gente interesada en hacer daño al país, mercaderes del negativismo que vienen traficando con el pesimismo y buscan agoreramente que nos vaya mal", dijo el viernes el vicepresidente Jorge Quiroga, al anunciar el inicio de investigaciones para identificar a los autores del rumor.
El gobierno tuvo que extremar sus esfuerzos para evitar que las insistentes versiones sobre una eventual devaluación del boliviano frente al dólar provocaran una corrida de depósitos bancarios o la ocultación de productos de consumo, como solía ocurrir en el pasado en casos similares.
"Los rumores fueron infundados. Tenemos 973,3 millones de dólares de reservas internacionales netas y a eso hay que sumar los más de 320 millones de dólares en el fondo RAL, que son recursos que se pueden utilizar inmediatamente", dijo este sábado el presidente del Banco Central, Juan Antonio Morales.
Según datos del Banco Central, la emisión monetaria (la cantidad de moneda nacional en circulación) es de 2.031,9 millones de bolivianos (unos 350,9 millones de dólares), lo cual significa que la moneda local tiene un fuerte respaldo en reservas internacionales netas.
En resumen, el Banco Central de Bolivia tiene tres veces más divisas de las que actualmente circula en bolivianos.
Portavoces del Ministerio de Hacienda y del Banco Central aclararon que el boliviano se ha mantenido en niveles competitivos, debido principalmente a que la inflación acumulada en lo que va del año fue sólo de 0,04 por ciento.
El ministro de Hacienda, Herbert Muller, aseguró que el "rumor criminal y malintencionado" ni siquiera merecía comentarse, pero pudo poner en riesgo la estabilidad de la economía boliviana, defendida con mucho sacrificio desde agosto de 1985, cuando se frenó de golpe la inflación anual promedio de 22.000 por ciento con una dura política de ajuste.
Desde entonces, la política cambiaria tiene el objetivo de mantener un tipo de cambio real y competitivo, preservando la estabilidad de los precios.
Esa política está basada en un mecanismo denominado Bolsín, por el cual el Banco Central tiene la exclusiva atribución de fijar el tipo de cambio.
De esta manera, Bolivia desterró el problema que se generaba cuando el Poder Ejecutivo fijaba con un decreto la cotización del dólar.
En la actualidad el Banco Central determina el tipo de cambio del dólar en subastas diarias, en las que mandan las fuerzas de la oferta y la demanda de divisas.
Con este sistema, desde 1985 se eliminó la abismal diferencia especulativa que existía entre la cotización oficial y la paralela del dólar, al punto que actualmente la variación entre una y otra oferta es casi cero.
La oferta actual del Bolsín alcanza a aproximadamente 15 millones de dólares por día.
El economista Juan Cariaga, creador del Bolsín, un modelo destacado por organismos internacionales y aplicado en otros países de América Latina, calificó de ingenua la actitud de la población que creyó en una devaluación.
La razón es muy sencilla: una Ley de 1985 establece que ya no es el Poder Ejecutivo el que establece el tipo de cambio, sino el Banco Central de Bolivia, explicó.
También los empresarios cerraron filas en torno a la estabilidad del sistema financiero y descalificaron cualquier posibilidad de devaluación del boliviano.
En todo caso, indican, si la moneda nacional estuviera sobrevaluada, habría que pensar en cambios pequeños y graduales para que Bolivia no pierda competitividad.
La Cámara Nacional de Exportadores de Bolivia es partidaria de modificar de manera gradual el tipo de cambio.
"Acelerar el tipo de cambio sería aconsejable para permitir mayor competitividad a nuestras exportaciones", opinó Juan Carlos Cremer, presidente de esa Cámara. (FIN/IPS/ac/dm/if ip/99
