El éxito diplomático de la Cumbre América Latina y el Caribe-Unión Europea (UE) quedó asegurado cuando el agrupamiento europeo resolvió negociar con el Mercosur y Chile, pero eso no garantiza un efectivo acercamiento comercial entre ambos bloques.
La reticencia de algunos países, encabezados por Francia, en aceptar una apertura del mercado agrícola solo fue superada tras fuertes presiones de Alemania y del Mercosur (Mercado Común del Sur, bloque integrado por compuesto de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay).
El mandato negociador concedido a la Comisión Europea fija en julio de 2001 el inicio del diálogo sobre reducción de aranceles entre la UE y el Mercosur y también Chile, retardándolo en un año respecto de la propuesta original.
Pero Francia quería comenzarlo en 2003, con el pretexto de que era preferible esperar las conclusiones de la Ronda del Milenio, negociaciones promovidas por la Organización Mundial de Comercio (OMC) que comenzarán en noviembre en Seattle, Estados Unidos, en la el comercio agrícola internacional será un punto central.
Para el gobierno brasileño, la concesión francesa fue un gran triunfo. La decisión del Consejo Ministerial de la UE superó las expectativas de Brasilia, que ya se disponía a aceptar el lanzamiento de las negociaciones sin fechas definidas para salvar la Cumbre América Latina y Caribe-UE.
"Estamos más cerca que nunca de un entendimiento" para empezar tales negociaciones, saludó el canciller Luiz Felipe Lampreia.
La aprobación del mandato era en sí mismo un objetivo de la Cumbre, reconoció el ministro de Desarrollo, Industria y Comercio, Celso Lafer, ex embajador en la OMC.
Sin eso, la impresión de fracaso sería inevitable, aunque la reunión involucre toda América Latina y el Caribe, no solo al Mercosur, y asuntos temas como el acercamiento en variadas áreas, desde la política a la cultura y la educación.
El mandato se aprobó con algunas condiciones. Las negociaciones con el Mercosur y Chile "tendrán en cuenta los resultados de la Ronda del Milenio de la OMC" y también la evolución del Area de Libre Comercio de las Américas, la primera con fin previsto en el 2003 y la segunda en el 2005.
Por eso no hay un plazo fijado para el acuerdo de liberalización comercial con el Mercosur y Chile.
Lo más importante para la diplomacia brasileña es que marchen simultáneamente las discusiones con Estados Unidos y la UE, para equilibrar el liderazgo del primero en la integración continental y sostener un equilibrio en las relaciones externas del país.
Brasil busca mantenerse como un país de relaciones universales, con un comercio bien distribuido por todas las regiones, con la pretensión de no someterse a la hegemonía estadounidense.
El año pasado 29 por ciento de sus exportaciones se destinaron a la UE, 20 por ciento a Estados Unidos, 17 por ciento a los demás miembros del Mercosur y 11 por ciento al resto de América.
Otras partes del mundo absorbieron 23 por ciento, según la Confederación Nacional de la Industria (CNI). En las importaciones la participación se repite con pequeñas diferencias.
Pero Brasil, tal como el Mercosur, tiene urgencia en revisar el intercambio con Europa también para corregir un fuerte desequilibrio en su expansión durante esta década.
Las importaciones brasileñas desde la UE se triplicaron de 1993 a 1998, pasando de 5.542 millones de dólares a 16.826 millones, un aumento de 203,57 por ciento, según la CNI.
En cambio las exportaciones solo crecieron 48 por ciento. El superávit de 4.419 millones de dólares en 1993 se convirtió en déficit de 2.083 millones en 1998.
La devaluación de la moneda brasileña en enero debe modificar ese cuadro, pero productos competitivos del país, como azúcar, carnes de vacuno y pollo, café soluble y jugo de naranja enfrentan fuertes barreras arancelarias y sanitarias en la UE.
Por eso el Foro Consultivo Económico y Social del Mercosur, que reunió a 41 empresarios y sindicalistas este martes en Rio de Janeiro, reclamó un inicio inmediato de las negociaciones comerciales con la UE.
No se puede esperar hasta 2005 para reducir el proteccionismo europeo, según Renato Seghezio, presidente del Foro.
El economista brasileño Celso Furtado, ex ministro de Planificación y de Cultura, es escéptico sobre las posibilidades de un acuerdo, porque no cree que Francia abra su mercado agrícola al Mercosur. Sería "renunciar a su propia identidad nacional", argumentó. (FIN/IPS/mo/mj/ip if/99