MEXICO – Los indígenas radicados en la capital de México, ya sean inmigrantes o descendientes de los antiguos pueblos que habitaron el lugar, soportan una pobreza extrema, el racismo y las duras condiciones de una ciudad de 20 millones de habitantes.
Esas personas sobreviven precariamente, sin oportunidades de desarrollo ni futuro, dijo Francisco López, subdirector de Atención a los Indígenas Migrantes del gobierno del Distrito Federal.
Uno de cada 20 habitantes de la capital procede de alguna etnia aborigen y la mayoría de ellos viven "en completa marginación, sin servicios y con bajo nivel de escolaridad", advirtió el estatal Instituto Nacional Indigenista (INI).
Diez por ciento de los 96 millones de habitantes de este país son nahuas, otomíes, triquis, mixtecos, zapotecos, mazahuas, mazatecos, totonacas, mayas, mixes, puréchepas, tlapanecos, chinantecos y amuzgos indígenas, según informes oficiales.
Los que viven en la capital son vendedores ambulantes, mendigos, niños de la calle, empleados domésticos, barrenderos o, con suerte, policías. La mayoría comen desperdicios de los mercados, sacian su sed en fuentes públicas, la calle es su sitio de trabajo y duermen en plazas, baldíos o viviendas abandonadas. —
