Los países en desarrollo pueden aumentar su capacidad energética, crecer económicamente y reducir a la vez sus emisiones de gases de invernadero si adoptan fuentes alternativas de energía, según investigadores de Washington.
La corporación RAND exhortó a los planificadores de países pobres a reconsiderar su actual política de creciente generación de electricidad, que según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) triplicará las emisiones de dióxido de carbono en 20 años.
RAND es un grupo de investigadores con sede en California, conocido principalmente por sus trabajos para el Departamento de Defensa y otras agencias de seguridad nacional de Estados Unidos.
La adopción del gas natural y fuentes renovables de energía podría reducir las emisiones proyectadas en casi 25 por ciento, sostiene el informe de RAND, publicado por el Centro Pew sobre Cambio Climático Mundial, que respalda iniciativas para reducir el recalentamiento del planeta.
"En general se cree que es necesario construir grandes centrales de energía para lograr el crecimiento económico, pero se necesita más información sobre las alternativas", señaló Mark Bernstein, autor del informe, titulado "Los países en desarrollo y el cambio climático mundial".
La mayoría de los científicos coinciden en que los gases derivados de la quema de combustibles fósiles son responsables por el calentamiento de la atmósfera terrestre.
En 1995, más de un tercio de las emisiones de esos gases "de invernadero" fueron producidos por la generación de electricidad, y de esa cantidad, un tercio procedió de países en desarrollo.
Las naciones pobres, deseosas de impulsar sus economías y ampliar el suministro de electricidad a casi 2.000 millones de personas que actualmente no lo tienen, invertirán unos 68.000 millones de dólares anuales en proyectos de energía entre 1995 y el 2020, prevé la Agencia Internacional de Energía de la ONU.
Si las actuales tendencias de inversión se mantienen, la generación de energía casi triplicará las emisiones de dióxido de carbono de los países en desarrollo para dentro de 20 años.
Eso implicaría una grave amenaza a los esfuerzos internacionales para reducir el recalentamiento planetario, advierte el informe, un resumen del cual apareció publicado en diversos medios.
Hasta ahora, esos esfuerzos se limitaron a los principales países industrializados, que se comprometieron en la conferencia de Kyoto de 1997 a reducir sus propias emisiones en cinco por ciento respecto de los niveles de 1990 antes del año 2012.
El hecho de que los países en desarrollo cuyo uso de energía está en aumento no estén incluidos en el protocolo se ha transformado en uno de los principales puntos de desacuerdo dentro del debate sobre recalentamiento planetario en Estados Unidos.
Los opositores del protocolo de Kyoto arguyen que las naciones pobres también deberían comprometerse a reducir sus emisiones de gases de invernadero.
La mayoría de los países en desarrollo rechazan esa posición. Sostienen que las naciones industrializadas son responsables por casi todo el recalentamiento planetario ocurrido hasta ahora y por lo tanto deberían reducir sus propias emisiones antes de exigírselo a los países pobres.
El informe de RAND afirma que las naciones en desarrollo pueden reducir sus emisiones de dióxido de carbono sin sacrificar su crecimiento económico.
RAND realizó cuatro recomendaciones a los planificadores de políticas de países en desarrollo, basadas en varios modelos utilizados por el grupo de investigación.
En primer lugar, exhortó a quienes deciden sobre las políticas energéticas a adoptar nuevas herramientas de planificación y métodos de análisis antes de decidir sobre nuevas inversiones para aumentar el suministro de energía.
Los métodos tradicionales ignoran los costos ambientales y de infraestructura, que pueden reducir sustancialmente los beneficios económicos, dice el estudio. Un análisis más exhaustivo de los costos volvería más viable el uso de fuentes renovables de energía en muchos casos, agrega.
Dichos cambios podrían reducir las emisiones de dióxido de carbono en al menos 2,5 por ciento y mucho más las de contaminantes locales, como los óxidos nitroso y sulfúrico.
En segundo lugar, RAND instó a acelerar las privatizaciones del sector energético arguyendo que ello reduciría las emisiones de carbono en hasta uno por ciento, aunque aclara que la venta de empresas públicas puede no ser apropiada en todos los casos.
"Si los países no desarrollan regulaciones adecuadas, incluidos mecanismos de control ambiental, las privatizaciones podrían tener consecuencias negativas a largo plazo", advierte el informe.
Tercero, el uso de gas natural y fuentes renovables de energía podría reducir en casi 25 por ciento las emisiones de dióxido de carbono y mucho más las de contaminantes locales, con los mismos beneficios económicos.
Muchos países en desarrollo necesitarán una gran ayuda financiera para invertir en estas tecnologías más costosas, previno RAND, y sugirió que las instituciones financieras multilaterales y un propuesto programa internacional de intercambio de emisiones podrían contribuir en este sentido.
Finalmente, el aumento de la eficiencia de los actuales sistemas de electricidad en lugar de la construcción de nuevas centrales disminuiría el costo de la energía y reduciría las emisiones de gases de invernadero hasta en 10 por ciento, según el informe.
El Centro Pew planea realizar estudios específicos en los casos de Argentina, Brasil, China, India y Corea del Sur.
"Los hallazgos del estudio ofrecen un modelo de progreso, pero éste no dependerá sólo del mundo en desarrollo. Los países industrializados tienen un importante papel a cumplir en el apoyo a las reformas que permitan esos beneficios", destacó Eileen Claussen, directora ejecutiva del Centro. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/mlm/en-dv/99