El rey indígena Quibián, uno de los primeros americanos que enfrentó la colonización española, fue rescatado del olvido por el escritor Diógenes Cedeño Cenci en un libro de 404 páginas presentado en Panamá.
La obra titulada "El cuarto viaje de Cristóbal Colón por la ruta de las tormentas", también revela las peripecias que padeció Colón en aquel viaje, los abusos cometidos contra los pobladores aborígenes y su cultura, y la ambición desmedida por el oro y las riquezas que profesaban los expedicionarios.
En la zona donde hoy es Panamá hubo varios jefes indígenas, como Bayano, Cémaco y Urracá que lucharon a brazo partido contra la conquista, pero el rey Quibián, bautizado por Colón en 1503 como "El señor de la tierra", tenía algo especial, algo mágico que, según Cedeño Cenci, lo hacía diferente a los demás.
Cedeño Cenci, quien fue rector de la estatal Universidad de Panamá en la década de los años 80, decidió investigar y escribir sobre la vida de Quibián tras constatar que, pese a que fue uno de los primeros aborígenes que resistió la conquista, su vida y obra ni siquiera figura en los textos escolares.
El encuentro entre Quibián y Colón ocurrió de manera casual cuando el almirante se internó con sus naves por el río Belén, localizado en la actual provincia de Veraguas, sobre el mar Caribe, para refugiarse de una fuerte tormenta, asegura Cedeño Cenci.
Una avanzada de la expedición dirigida por el hermano del almirante Colón, Bartolomé, que se adentró en los dominios de Quibián, se encontró con el rey indígena, quien inocentemente les regaló oro en bruto y reliquias fabricadas con ese metal, lo cual despertó la codicia de los visitantes.
De acuerdo con las investigaciones realizadas por el escritor, al principio la relación entre españoles e indígenas fue cordial.
Pero cuando Colón decidió fundar la ciudad de Santa María de Belén para intentar capturar las minas de oro de los indígenas y sus hombres comenzaron a abusar de las mujeres, Quibián adoptó una actitud hostil que no fue del agrado del navegante genovés.
Quibián y unos 50 miembros de su familia fueron capturados mediante engaños y confinados en la bodega de una de las tres naves que se encontraban en las orillas del río Belén, tras quemar sus viviendas y saquear sus riquezas.
Pero cuando las naves intentaban salir hacia mar abierto con el fin de separar al rey de sus guerreros, Quibián logró engañar a uno de sus custodios para que le aflojara las ataduras, se lanzó al agua y desapareció como por arte de magia.
Luego reunió a sus guerreros, se pintaron el rostro de muerte y atacaron el campamento español y los barcos que habían regresado al río Belén, lo cual provocó la huida de Colón y sus hombres con sólo dos naves y dejando a merced de los indígenas la restante, La Gallega, cuyos restos aún están en el lecho del río.
Algunos integrantes de la familia de Quibián que los españoles mantenían retenidos extrañamente lograron escapar y otros, que no tuvieron la misma suerte, se ahorcaron para no seguir siendo prisioneros.
Cedeño Cenci afirma que los indígenas "prefirieron la muerte a quedar en manos de extranjeros".
Pero Quibián no había concluido su batalla contra el almirante, subrayó Cedeño Cenci en "El cuarto viaje de Cristóbal Colón por la ruta de las tormentas".
Al dirigirse al norte, tras la batalla, el mal tiempo hizo naufragar las dos naves restantes cerca de Jamaica y "ese fue el trágico final del cuarto viaje de Cristobal Colón, quien al contrario de Quibián que preservó la tierra para su pueblo, murió pobre y desprestigiado en 1506", indicó el escritor.
La corona española necesitó casi un siglo luego del aquel acto de Quibián para conquistar las minas de oro indígenas de Veraguas, defendidas luego por el cacique Urracá y otros jefes ngobes, que para evitar ser esclavizados finalmente se refugiaron en las montañas de la cordillera central donde tienen su actual habitat. (FIN/IPS/sh/dm/cr/99)