El décimo Festival de Cine de la organización de derechos humanos Human Rights Watch concluyó el jueves en Nueva York tras dos semanas de proyecciones.
La primera película vista en el encuentro, "Spotlight on a massacre" (Luz sobre una masacre), provocó un largo y profundo silencio en el público.
La obra es parte de una serie comisionada por la organización Handicap International para apoyar la campaña destinada a prohibir el uso de las minas terrestres.
Sin mostrar guerra alguna, realizadores como el español Fernando Trueba, el francés Bertrand Tavernier, el ruso Pavel Lounguine y el alemán Volker Schlondorff presentaron algunos de sus efectos más devastadores y perdurables, sobre todo en niños y adolescentes cuyo único sueño en la vida es "caminar de nuevo" o "ser capaz de pagar una prótesis".
La respuesta también fue sobrecogedora para "We regret to inform" ("Lamentamos informarle"), producida por Barbara Sonneborn, quien perdió a su marido Jeff Gurvitz en 1968 durante la guerra de Vietnam (1962-1975) cuando tenía 24 años de edad.
Veinte años después, la mujer hizo su primer viaje a Vietnam para comprender por qué y dónde murió su esposo.
Luego de nueve años de realización y candidata en 1998 al premio Oscar, "We regret to inform" brinda un testimonio íntimo de mujeres que quedaron viudas en Estados Unidos y en Vietnam.
"Después de todo este tiempo, y si bien volví a casarme, quise observar el rostro de la guerra. Quise saber qué es lo que podía aprender de ella y cómo la gente le puede hacer eso a otras personas", dijo Sonneborn.
"También quise ver a viudas de los dos lados del conflicto, un aspecto siempre olvidado", explicó la productora que, después de la muerte de su primer marido, dedicó su vida a protestar contra la guerra.
Tras abordar un tren en Hanoi y viajar por la campaña hacia el lugar donde murió su marido en la pequeña población rural de Que Sanh, Sonneborn presenta a mujeres vietnamitas del norte y el sur que narran sus vicisitudes personales, y estadounidenses de todas las razas que vivieron la guerra a través de las cartas y descripciones de sus cónyuges.
"Fue un viaje difícil, emotiva y físicamente hablando, porque escuché día tras día historias de gente que padecieron dolores interminables. Tres millones perecieron en Vietnam y esto significa muchas viudas", apuntó.
"Para los estadounidenses fue la Guerra de Vietnam, pero para nosotros aquí fue la Guerra de Estados Unidos", afirmó una mujer vietnamita que perdió a nueve miembros de su familia en un día.
"La guerra no es blanca ni negra sino gris, como el color del humo", dijo Xuan Ngoc Evans, cuya vida cambió para siempre cuando una bomba estadounidense destruyó su casa.
"Tenía 14 años y estaba escondida en un refugio subterráneo con mi primito de cinco años. Después de un rato tuvo sed e insistió en subir para buscar agua. En un segundo voló hecho pedazos".
"Nunca olvidaré los ojos despavoridos del soldado estadounidense que lo hizo. Cuando vine a Estados Unidos muchos años despues seguí viendo esos ojos en cada hombre que miraba", relató Evans.
La mujer describió cómo, en plena juventud, debió ser cruel al no ayudar a otras personas y escapar para salvar su vida. Se ganó el sustento como prostituta en burdeles de pueblos y ciudades, como muchas mujeres solas. Después de la guerra se casó con un soldado estadounidense y vino a este país.
Evans, que también es la traductora del film, dijo a los espectadores en el teatro Walter Read que "cargué con esos sentimientos y penas durante mucho tiempo y ahora los comparto con mucha gente y eso mantiene cálido a mi corazón por dentro".
"We regret to inform" también presenta a viudas blancas, negras e indias de soldados estadounidenses.
"Sigo preguntándome por qué tuvo que ir. Antes de partir para Vietnam me dijo que si él no iba, algún otro lo haría. Sigo preguntándome si es un asesino y la respuesta es 'sí, lo es' ", expresó una viuda.
Finalmente, la película evoca la vida destrozada de un soldado que regresó de la guerra pero sigue sufriendo su impacto, emocional y físicamente por las heridas y enfermedades causadas por las sustancias químicas usadas en Vietnam.
"Todavía tengo esas visiones retrospectivas de vida y muerte", dijo un veterano de guerra. Otro comentó que había visto muchas películas sobre Vietnam, pero que ninguna expresó la verdad como "We regret to inform".
Como obra central, el festival presentó "The Powder Keg" (El Barrilete de Pólvora), realizada en 1998 por el productor serbio Goran Pascaljevic.
La película ofrece un elenco de personajes que deambulan por las oscurecidas calles de Belgrado en una serie de hechos extraños, coincidentemente con el acuerdo de paz de Dayton en 1995 que puso fin a cuatro años de guerra en Bosnia-Herzegovina .
Su estilo oscila entre la comedia negra y el profundo realismo y muestra a gente normal en su vida cotidiana, atrapada en un mundo vaciado de valores morales.
Este año el festival de Human Rights Watch estuvo dedicado al extinto director estadounidense Alan J. Pakula (1928-1998), quien creyó en el papel de los realizadores cinematográficos como testigos de los sufrimientos de la humanidad.
"Hay absolutos humanitarios. Genocidio, intolerancia y persecución son todos males absolutos. Si no testimoniamos, si no exponemos la verdad de lo que ocurre con otro ser humano, entonces destruimos nuestra compasión, y en verdad, ponemos en peligro nuestras almas", sentenció Pakula.
En 1997, Pakula recibió el Premio al Mérito Irene Diamond en el festival de HRW, por su contribución de toda una vida a los derechos humanos y la justicia social a través del cine.
Su película "The Parallax View", realizada en 1974 con Warren Beatty en el papel de un reportero que investiga el asesinato de un senador estadounidense, fue presentada en la velada de gala de apertura del festival, con fines benéficos. (FIN/IPS/tra- en/ib/mk/ego/aq/cr-hd/99)