(Arte y Cultura) ECUADOR: Descifrado el mundo sonoro de los indígenas shuar

El etnomusicólogo francés Pierre Salivas descubrió que la nacionalidad shuar tiene su propia música, desmintiendo estudios sobre este pueblo indígena amazónico que aseguraban que no la tenían.

Salivas, quien desarrolla investigaciones musicales en comunidades shuar desde hace tres años, afirma que para estos indígenas todo elemento sonoro de significación cotidiana es parte de la música.

"El mundo sonoro es parte de la selva que los cobija y está integrado por elementos de su cotidianidad. El llanto de un niño o el canto de un pájaro son elementos integrados a sus instrumentos ritomusicales", comenta el experto.

Los shuar conforman un grupo etnolinguístico, integrado por cuatro comunidades: los shuar (unas 40.000 personas en Ecuador), los achuar, los hambisas y los aguarunas, con un total de 80.000 integrantes en la frontera ecuatoriano-peruana.

En los años 70, algunos buscaron un lugar donde vivir sin que sus tierras sean invadidas por colonos o peligren con un enfrentamiento armado entre Ecuador y Perú, y se instalaron en la provincia de Sucumbíos, fronteriza con Colombia, donde fundaron el Centro Shuar Taruka.

Antes de que los shuar fueran reconocidos por su participación en el ejército ecuatoriano durante el conflicto de 1995 con Perú, Salivas se instaló en Taruka, interesado en estudiar la cultura shuar.

Hasta su llegada a la comunidad Shuar, se pensaba que estos indígenas no tenían música, una creencia que el investigador atribuye a que no existía en el idioma shuar un término que se asemeje a la palabra música.

"Lo que más se aproxima es mundo sonoro, que es más amplio e incorpora mitos, sonidos de la naturaleza y toda la riqueza de la cosmovisión shuar. Además, para este pueblo, sus instrumentos que hacen música no son musicales sino rituales", comenta.

Sin ayuda estatal ni privada, Salivas concluyó una investigación que analiza los diferentes componentes, ritmos, ritos e instrumentos musicales y rituales que conforman ese mundo sonoro.

Si se quiere tener una plantación fecunda, buena caza y prestigio social es necesario cantar a Nunkui, la diosa femenina presente en las huertas y se canta a Nunkui a través de los "anent", instrumentos que ayudan a entrar en comunicación sobrenatural con la diosa, estableció.

"Se construye un 'anent' especialmente para un dios o diosa, con el objetivo de mejorar una situación o solucionar un problema. La propiedad mágica de los instrumentos es una característica del mundo sonoro shuar. Además cada 'anent' es único", dijo Salivas.

El etnomusicólogo también analiza la estructura musical y las particularidades del canto shuar. Así logra pautar y traducir la melodía de este pueblo al lenguaje musical de Occidente, permitiendo un acercamiento a un mundo desconocido por la mayoría de los ecuatorianos.

Cuando muere un shuar, los miembros de su comunidad piensan que "sul wakan" (el alma) triste quiere volver a la casa, entonces puede llevarse a los niños no iniciados para tener compañía. Si alguien sueña con un muerto se cree que éste regresó y se inicia un rito musical o "peem" para que se aleje.

En esos ritos se pide a "sul wakan" que se vaya sin llevarse el alma de los vivos y no se quede en "espíritu de muerte mala".

Según Salivas, el "peem" utiliza un tono modulado que hace recordar al violín y una textura polifónica.

Para la mitología shuar, luego que uno de sus integrantes toma una planta alucinógena conocida como "natem" puede "adquirir una visión clara, y localizar las flechas (enfermedades enviadas por "wawekratin") en el cuerpo del enfermo".

"Como ese, cada rito tiene su magia y la música es parte de ésta, marcada por la simbología de una comunidad que vive en paz con la naturaleza", dice el investigador.

Cuando se ataca la naturaleza, los shuar muestran su tristeza a través de ritos musicales. Si la contaminación petrolera pone en peligro al delfín rosado, la música es como el llanto de un anciano.

Los pocos delfines rosados que lograron sobrevivir a los derrames de petróleo y a la deforestación se refugiaron en ríos y lagos más inaccesibles en la frontera entre Perú y Ecuador.

Con la firma de la paz entre los dos países se anuncia una mayor explotación de la zona, extendiendo la amenaza de contaminación petrolera al último reducto del delfín rosado con lo que puede desaparecer una especie única en el mundo.

Sólo quedará la leyenda indígena según la cual los delfines rosados se transforman en hombre o mujer para encontrar su pareja en las comunidades ribereñas y que, cuando la encuentran, regresan con ella al río, donde los dos vuelven a ser delfines.

"Ese hecho, como tantos otros que han ocurrido a lo largo de su historia, quedará grabado en el mundo sonoro shuar para que otras generaciones lo descifren", comentó Salivas.

Para el investigador, este mundo sonoro es todavía mal conocido, por eso a veces se le califica de monótono, "cuando en realidad tiene una creatividad íntimamente ligada a la riqueza cultural de ese pueblo".

"Es una pena que sólo se resalte al pueblo shuar por haber puesto los muertos en la guerra con Perú y no se de valor a su cultura", comentó.

Con ocasión del Día del Ambiente, el sábado 5, los presidentes de Ecuador, Jamil Mahuad, y de Perú, Alberto Fujimori, firmarán en sus respectivos países los decretos que instauran en la frontera común el Parque de la Paz.

Para los shuar, puede ser el primer paso para el reconocimiento de su cultura, pero los nativos esperan que sus opiniones sean tenidas en cuenta a la hora de crear el parque, pues para ellos la naturaleza es parte de la vida colectiva.

Salivas estima que el Parque de la Paz puede tener éxito "si se comprende y se respeta la cosmovisión shuar", pero "si sólo va a servir para explotar más la Amazonia será un fracaso que también quedará registrado en su mundo sonoro".

El sacerdote católico Juan Bottasso, quien vivió más de 15 años con los indígenas de la Amazonia, dijo que "tal vez algún día el país se piense de una manera más nacional, no tan regional como en la actualidad, y tanto los shuar como los otros pueblos amazónicos sean considerados y respetados".

En ese momento, tal vez se conozcan los versos shuar: "En la tembladera/ de los cantos copiados/ allá donde flotan los tsunki/ allá estoy temblando/ todo, nada me es difícil/ en los cantos encebrados estoy/ allá donde las canciones están". (FIN/IPS/kl/ag/cr/99

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