Miles de pescadores argentinos se congregaron con sus barcos cerca de Buenos Aires para que el Congreso legislativo revea la veda que rige desde hoy la captura de merluza, a fin de evitar la extinción del recurso.
Las exportaciones pesqueras de Argentina aumentaron de 250 millones de dólares en 1987 a 1.200 millones en 1997, pero a partir de entonces la merluza, principal especie en el Atlántico Sur, comenzó a mermar y las ventas también cayeron.
Este año, el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero dispuso un tope de 200.000 toneladas de merluza para todo el año, pero en mayo se superó el límite, por lo que las autoridades decidieron prohibir la pesca desde junio.
La flota que realiza la protesta está compuesta por un centenar de buques fresqueros (los que procesan las capturas en tierra firme) procedentes de Mar del Plata, 400 kilómetros al sur de la capital, donde la veda afecta el empleo de 24.000 personas.
Los pescadores partieron el domingo, dejando en el puerto a unas 80.000 personas que los despidieron junto al intendente de la ciudad, Elio Aprile, quien advirtió a las autoridades nacionales que si mantienen la restricción los productores pescarán por la fuerza.
Mar del Plata es una ciudad costera que vive de la pesca y el turismo. Desde las primeras décadas del siglo, el puerto de esa ciudad se constituyó en un centro comercial de gran desarrollo, que dio empleo a decenas de miles de familias.
Los barcos llegaron este lunes a la ciudad de La Plata, a solo 50 kilómetros de Buenos Aires, y se mantienen en vigilia hasta este miércoles, cuando la Cámara de Diputados someta a votación una ley de emergencia pesquera que tiene aprobación del Senado.
Los pescadores fresqueros, en su mayoría hijos y nietos de inmigrantes, son los que capturan mar adentro, muchos de ellos con artes de pesca tradicionales. Vuelven con el pescado en cajones de hielo y lo venden o procesan en tierra.
En cambio, los buques congeladores, que invadieron la actividad a partir del acuerdo en materia ictícola con la Unión Europea (UE) suscrito en 1994, procesan el pescado a bordo y emplean personal perteneciente al país de los propietarios del barco.
La cámara que agrupa a los fresqueros sostuvo que por cada tonelada que capturan ocupan a seis personas, en tanto los congeladores requieren de solo una persona por tonelada que, además, en la mayor parte de los casos es personal extranjero.
Tanto el movimiento ambientalista Greenpeace Internacional como CeDePesca, una organización no gubernamental con sede en Mar del Plata, sostuvieron que los congeladores son los máximos responsables de la depredación de la merluza.
Entre 1996 y 1998, la población de la especie disminuyó 43 por ciento y es "alta la probabilidad de colapso", según el Instituto. Lejos del piso exigido de 30 por ciento de "biomasa crítica", hay menos de 19 por ciento en la actualidad, agregó.
Greenpeace Internacional advirtió que el parlamento debería mantener las medidas que permitan preservar el recurso, otorgar subsidios a las familias afectadas y distribuir cuotas de pesca con criterios ambientales y racionales entre fresqueros y congeladores.
Para ello, la organización propone que se adopte el promedio de capturas de los cuatro años previos a 1991, el período anterior al inicio de la depredación, cuando los congeladores apenas representaban una minoría dentro de la actividad.
Esa distribución significa que los fresqueros mantendrían 75 por ciento de las capturas y los congeladores 25 por ciento, al tiempo que recomiendan que los segundos sean autorizados a pescar fuera de las 200 millas de la costa.
Lo mismo plantean los fresqueros, que proponen una "veda equitativa" para la pesca. Preocupados, aseguran que hace 10 años en 48 horas se llenaba la bodega de merluza, mientras que ahora hay que quedarse al menos 11 días para colmarla.
"Los buques factoría se llevan 2.300 toneladas de merluza en 50 días, y nosotros, para capturar esa cantidad, necesitamos todo el año", graficó Mario Galano, uno de los pescadores que participa de la protesta con su embarcación amarrada en el puerto.
CeDePesca sostiene que la flota congeladora quintuplicó su capacidad de captura en los últimos 10 años, produciendo enormes cantidades de descarte de especies menores, no comercializables, que son arrojadas muertas al mar.
Los congeladores se defienden asegurando que los fresqueros son barcos "obsoletos" que fueron reemplazados por los más modernos buques factoría, y responsabilizan del colapso de la merluza a la falta de control de las autoridades.
Efectivamente, el ex secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca, Felipe Solá, reconoció que el acuerdo con la UE firmado durante su gestión fracasó por la falta de controles, un vacío que deja a los mares librados a la ilegalidad.
Numerosos buques venden licencias, las transfieren, colocan barcos mellizos, o simplemente, pescan más de lo que denuncian, sin que se tomen medidas al respecto.
El acuerdo con la UE fue el resultado del agotamiento de los caladores en el hemisferio norte. Las autoridades negociaron un convenio con Argentina para colocar en el Atlántico Sur parte de 40 por ciento de los barcos descartados en Europa.
Solá denunció que el subsecretario de Pesca, Eduardo Auguste, es un "desvergonzado defensor de los congeladores de origen español", un hecho ya advertido por los ambientalistas que divulgaron la historia de Auguste como empresario pesquero.
Los pescadores de Mar del Plata dicen que el acuerdo pesquero con la UE dio comienzo a la crisis. "No se obtuvo un mejor acceso a mercados, no se renovó la flota, y en cambio ingresaron más barcos y se depredó el recurso", protestaron. (FIN/IPS/mv/mj/en if dv/99