AMERICA LATINA-UNION EUROPEA: Bajo la sombra de Pinochet

El presidente de Chile, Eduardo Frei, concurrirá a la cumbre de gobernantes de América Latina, el Caribe y la Unión Europea (UE) con una agenda que, junto a los temas económicos, incluirá el complejo e incómodo caso Pinochet.

La suerte del ex dictador y actual senador vitalicio Augusto Pinochet (1973-1990), arrestado en Londres desde octubre de 1998, es hoy por hoy un factor significativo para el futuro de las relaciones de Chile con toda la UE.

Las presiones a favor de Pinochet que el presidente chileno recibe de una derecha y de un mando militar cada vez más impacientes repercuten en forma negativa en el desarrollo de los objetivos estratégicos de las relaciones del país con la UE.

Frei recibirá en el curso de esta semana en Santiago a Felipe González, ex presidente del gobierno de España, como preámbulo de su entrevista con el gobernante español José María Aznar en la cumbre a realizarse los días 28 y 28 en Río de Janeiro.

El presidente chileno buscará el apoyo de Aznar y González a una negociación para que Madrid se abstenga de proseguir con el juicio de extradición de Pinochet.

Los dos líderes políticos españoles, a su vez, tendrían que influir sobre el primer ministro británico Tony Blair para que Londres acepte liberar al anciano general de 83 años por razones humanitarias antes del 27 de septiembre, cuando comenzará en Gran Bretaña el proceso de extradición.

Aznar ya anticipó que mantendrá su posición de no interferir en los tribunales y dejar, por tanto, que el caso del ex dictador chileno, acusado de crímenes contra la humanidad, se mantenga dentro de los cánones judiciales de validez internacional.

Ese criterio es compartido por Blair y por la mayoría de los gobernantes de Europa, donde se multiplicaron a partir de octubre las demandas contra Pinochet por violación de los derechos humanos.

La propia derecha chilena, que intentó restringir el caso Pinochet a un conflicto de soberanía con España y Gran Bretaña, se encargó de proyectar el enfrentamiento a toda la UE.

Los derechistas pretendieron impedir que la embajadora de Gran Bretaña, Glynne Evans, y el embajador de España, Juan Manuel Egea, participaran de la sesión inaugural del periodo de sesiones del parlamento chileno, el 21 de mayo.

La respuesta europea, por canales privados, fue contundente: si no se invitaba al parlamento a Evans y Egea, se consideraría un des aire a toda la UE y ninguno de los embajadores de los 15 países acudiría a la ceremonia presidida por Frei en la ciudad de Valparaíso.

Ese episodio demuestra que las relaciones de Chile con la UE han tenido como ejes tanto los intereses económicos como los aspectos políticos, con énfasis en la democratización y en los derechos humanos.

Europa fue el principal sostén externo de la oposición a Pinochet y en 1990, apenas recuperada la democracia, la UE tradujo en ayuda oficial los recursos que durante la dictadura se canalizaban a través de sindicatos y organizaciones no gubernamentales.

Desde 1990, Chile firmó además con la UE dos acuerdos de cooperación política y económica, aunque las corrientes socialistas y socialdemócratas europeas miraban con recelo el carácter inconcluso de la transición democrática.

Los vínculos comerciales, ya desarrollados bajo el régimen de Pinochet con Alemania, Francia y Gran Bretaña, se ampliaron a Italia, y sobre todo a España, que además inició una ofensiva de inversiones en Chile que aún está en pleno auge.

Pero la tentativa de Chile por ingresar en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), frustrada en 1995, y el énfasis posterior en la asociación con el Mercado Común del Sur (Mercosur), materializada en 1996, relegaron a la UE en la diplomacia económica chilena.

A esta situación contribuyó igualmente el rebrote de tendencias proteccionistas en Europa, pero con la crisis asiática y el cierre de los mercados de Japón y de los antiguos "tigres", Chile tuvo que volver su mirada hacia la UE.

En enero-abril de este año, la UE volvió a ser el principal comprador de productos chilenos, como receptora de 27,6 por ciento de las exportaciones del período, superando a Asia-Pacífico (27 por ciento), al TLC (25), al Mercosur (8,1) y a la Comunidad Andina (5,8 por ciento).

Con un mercado poco significativo de sólo 14 millones de consumidores, Chile se unió al Mercosur, del cual es miembro asociado, para negociar un tratado de libre comercio de amplio espectro con la UE.

Las posibilidades de que la negociación se lance durante la cumbre de Río de Janeiro se resolverán en el curso de esta semana, y en la medida de que sea posible superar la discusión entre las partes respecto del comercio agrícola, distorsionado por los subsidios de la UE.

No obstante, Frei parece tener claro que, más allá del atractivo cierto de la economía de Chile, una de las más dinámicas de América Latina, necesitará recursos políticos para seducir a la UE y ello pasa, guste o no, por la sombra del ex dictador Pinochet. (FIN/IPS/ggr/if-ip/99

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