La clave para un futuro ambientalmente saludable radica en una buena administración de los centros urbanos, destacó hoy Worldwatch Institute, un grupo de investigación con sede en Washington.
Aunque las ciudades ocupan sólo dos por ciento de la superficie terrestre, consumen la mayor parte de recursos naturales fundamentales como el agua y los alimentos y producen la mayor parte de la contaminación que daña el ambiente y la salud humana, advirtió Worldwatch en su nuevo informe.
"La lucha por alcanzar una economía ambientalmente sustentable se ganará o perderá en las áreas urbanas del mundo", señaló Molly O'Meara, autora del informe.
"El desafío del próximo siglo consistirá en crear ciudades más habitables y sustentables mediante la mejora de sus condiciones ambientales y al mismo tiempo la reducción de su consumo de recursos naturales", subrayó.
A comienzos del siglo XX, sólo 160 millones de personas, equivalentes a un décimo de la población mundial, residían en centros urbanos. Para el 2006, la mitad de los seres humanos (unos 3.200 millones) vivirán en ciudades, destacó O'Meara.
Esta multiplicación por 20 tuvo lugar principalmente en el mundo en desarrollo, debido en gran parte a un crecimiento natural de poblaciones locales, según el informe.
Los sistemas urbanos "están dañando la salud del planeta y no proveen condiciones de vida dignas para millones de personas", advirtió O'Meara. "Las ciudades ya no dependen de sus recursos internos para abastecerse de agua, alimentos y energía", agregó.
Por ejemplo, Londres requiere actualmente un área 58 veces superior a su propia superficie para abastecer a sus residentes de alimentos y madera.
"Si todos los habitantes de este planeta satisficieran sus necesidades de la misma forma que los londinenses, se necesitarían tres Tierras más", observa el informe.
Cerca de 78 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono, responsabilizadas por el recalentamiento planetario, proceden de la quema de combustibles fósiles y la fabricación de cemento en áreas urbanas.
Así mismo, alrededor de 60 por ciento del agua utilizada para consumo humano se destina a las ciudades, mientras 76 por ciento del uso industrial de la madera ocurre en zonas urbanas, según el informe.
Aunque los avances en saneamiento redujeron sustancialmente las enfermedades por contaminación en países ricos, la industrialización en el mundo en desarrollo en las últimas tres décadas ocasionó problemas urbanos de salud sin precedentes, señala el documento.
Al menos 220 millones de residentes urbanos de naciones en desarrollo carecen de agua potable, 420 millones no tienen acceso a simples letrinas, 600 millones carecen de una vivienda adecuada y 1.100 millones respiran un aire altamente contaminado, informó O'Meara.
Un estudio de la Organización Mundial de la Salud y el Instituto de Recursos Mundiales calificó a Ciudad de México, Beijing, Shanghai, Teherán y Calcuta como las cinco ciudades que más exponen a los niños a la contaminación del aire.
"Sólo por respirar el aire de sus casas y de la calle, esos niños inhalan el equivalente a dos paquetes de cigarrillos por día", observó O'Meara, en referencia al estudio.
Worldwatch exhortó a realizar cambios en seis áreas (agua, residuos, alimentos, energía, transporte y uso de la tierra) para volver más viables las ciudades y las vastas áreas que ellas afectan.
"En lugar de devorar alimentos, agua, energía y productos procesados y luego arrojar los desechos, las ciudades podrían ceñir su consumo a necesidades realistas, producir más su propia comida y energía, y aprovechar más los desperdicios", sugiere el informe.
La mayoría de los centros urbanos desperdician agua y administran mal sus residuos, pero las ciudades que miran hacia el futuro tienden a promover la eficiencia del agua y la conservación de la energía, añade el documento.
Por ejemplo, en la ciudad de Copenhague se aprovechan las aguas residuales de las cocinas y los desechos domésticos para abonar huertos, mientras el agua caliente derivada de la generación de energía se usa para calefacción.
Mientras, la ciudad brasileña de Curitiba demostró que, aun con un presupuesto reducido, se puede promover un transporte colectivo eficiente y reducir la preferencia que tienen los vehículos particulares.
O'Meara confía en que la acción ciudadana prevenga la autodestrucción de las ciudades. "Los esfuerzos por superar las barreras políticas y financieras a una planificación sustentable tienen en común gente dinámica y comprometida que intercambia ideas y trabaja aunadamente", destacó.
"Esta concentración de energía humana permitió a las ciudades dar origen a la civilización humana, y también les permitirá salvarla", concluyó. (FIN/IPS/tra-en/dk/mk/mlm/en/99