Unos 300 alcaldes y expertos técnicos de 69 países reunidos en Alemania pidieron que se cancele la deuda de las naciones en desarrollo más pobres.
El pedido se hizo en el Foro Mundial de Alcaldes sobre Ciudades y Desertización que concluyó en Bonn el sábado, una semana antes de la cumbre de las siete potencias industriales, Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón, más Rusia, reunidas en el Grupo de los Ocho (G-8).
El G-8 se reunirá del viernes 18 al domingo 20 en la ciudad alemana de Colonia.
"Las naciones y ciudades deberían invertir su capital en el desarrollo sustentable en lugar de pagar por las malas decisiones tomadas en el pasado por todos los socios, del norte y del sur", dijo Baerbel Dieckmann, alcalde de Bonn, al resumir los debates.
Dieckman, anfitrión del foro, apoyó la iniciativa de cancelación de la deuda lanzada por el gobierno de coalición de Alemania.
La iniciativa fue elaborada por el Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo, dirigido por Heidemarie Wieczorek-Zeul, que también es vicepresidenta del Partido Socialdemócrata (SPD) del canciller (jefe de gobierno) Gerhard Schroeder.
La iniciativa fue apoyada públicamente por Schroeder en un artículo que escribió para el periódico Financial Times de Londres hace unos tres meses, y los diplomáticos alemanes trabajaron mucho para conseguir la adhesión de las principales naciones donantes.
Se esperaba que la aprobación fuera expresada el domingo por los ministros de finanzas de las siete naciones donantes en su reunión en Frankfurt, previa a la cumbre.
El foro mundial de alcaldes en Bonn fue el segundo tras el celebrado en Roma en octubre de 1997. Asistieron representantes de ciudades tan diferentes como Timboctú y La Habana, Samarkanda y Abidjan, Ciudad del Cabo y Marrakesh, Dakar y Minsk, Bhopal y Jericó, La Paz y Hebrón, Bonn y Bukhara, Ulan Bator y Bucaramanga.
El foro fue organizado por Bonn en cooperación con la secretaría de la Convención para el Combate de la Desertización de la Organización de las Naciones Unidas (CCD), el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (IFAD) y la ciudad de Roma.
Un tema discutido por los participantes fue la necesidad de fondos para combatir la desertización, que cuesta 4.200 millones de dólares cada año y, de no ser controlada, obligará a los países de todo el mundo a gastar cada vez más sus escasos recursos en ayuda humanitaria y alivio de desastres.
Al dirigirse al foro, Fawzi H Al-Sultan, presidente del IFAD, con sede en Roma, dijo que ahora están al alcance el conocimiento, la experiencia y las herramientas para detener e incluso revertir la degradación de la tierra y la desertización.
"Por desgracia, aunque nuestra capacidad para combatir la pobreza y la degradación ambiental aumentó, los recursos están disminuyendo", se lamentó Al-Sultan.
"Los fondos destinados a la ayuda al extranjero en particular mostraron una marcada disminución durante los últimos años", y sumaron sólo 5.000 millones de dólares el año pasado, en comparación con más de 6.000 millones de dólares hace menos de una década.
Enfrentar el problema de la degradación de la tierra es esencial para lograr la meta acordada internacionalmente de reducir a la mitad el número de personas que viven en la pobreza absoluta para el año 2015.
Sin embargo, la meta no se alcanzará "a menos que se pueda ayudar a los cientos de millones de agricultores y pastores que viven en áreas que tienden a la desertización a alcanzar modos de vida más sustentables", dijo el presidente de IFAD.
Se calcula que aproximadamente tres millones de personas dejan sus hogares cada año porque sus tierras ya no pueden mantenerlos. La mayoría se trasladan a las ciudades.
"Sólo mediante una mayor cooperación internacional y la participación de todos los niveles de la sociedad y el gobierno podrá revertirse con éxito la degradación de la tierra", dijo Hama Arba Diallo, secretario ejecutivo de la CCD con sede en Bonn.
Diallo exhortó a las municipalidades a convertirse en "organismos clave en la promoción del desarrollo sustentable y en el establecimiento de una relación más armoniosa y productiva entre las ciudades y las áreas rurales".
"Tanto las ciudades de los países afectados por la desertización y la sequía, como las ciudades de los países industrializados que son parte de la CCD pueden enfrentar las consecuencias directas e indirectas" del problema, agregó.
La viceministra del Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo, Uschi Eid, dijo que "combatir la desertización debe ser parte de una política total para el desarrollo urbano, que incluya los alrededores, compatible con el ambiente y la sociedad".
Esa política requiere enfoques interactivos y basados en la sociedad, con la participación de los ciudadanos en los procesos de decisión, agregó.
La CCD, negociada como parte del proceso de Río de Janeiro, que entró en vigencia a fines de 1996, creó un marco obligatorio internacionalmente, bajo el cual los países afectados por la desertización, en particular los de Africa y los estados industrializados, podrían trabajar juntos, agregó Eid.
Los participantes en el foro estuvieron de acuerdo en que la desertización no es sólo un asunto rural, sino que sus consecuencias van más allá de las áreas afectadas por la degradación de la tierra. Treinta por ciento de la superficie terrestre está afectada por la degradación de la tierra.
El estilo de vida y el patrón de consumo de las ciudades en el Norte industrial genera una demanda de recursos que, a menos que se manejen de modo sustentable, podrían contribuir a la degradación de la tierra.
En consecuencia, existen todas las razones para "limitar la huella urbana y reducir la presión del Norte sobre el Sur", dijo Klaus Toepfer, director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, con sede en Nairobi. (FIN/IPS/tra-en/raj/js/at/aq/dv-en/99