El Congreso de Estados Unidos no se decide a favor ni en contra de la ofensiva aérea de la OTAN contra Yugoslavia, a pesar de que los bombardeos conducidos por este país entraron el miércoles en su séptima semana.
La falta de apoyo legislativo inquieta al gobierno y a la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) porque hasta el momento la acción militar no logró ninguno de sus objetivos.
Votaciones en el Senado y la Cámara de Representantes, así como gestiones diplomáticas de la semana pasada, expusieron las profundas divisiones entre el gobernante Partido Demócrata y el opositor Republicano sobre la guerra y la manera en que se libra.
"No sólo no podemos hablar con una sola voz sobre Kosovo, ni siquiera podemos hacerlo con tres o cuatro o cinco", protestó un colaborador de un senador demócrata.
Las diferencias, tanto ideológicas como partidarias, reflejan las divergencias entre intervencionistas y antintervencionistas, aislacionistas e internacionalistas, y realistas e idealistas en ambos partidos.
También expresan la frustración de muchos republicanos por su incapacidad para mellar la popularidad del presidente Bill Clinton.
Por ejemplo, los republicanos de derecha que respaldan a los militares a cualquier costo, sobre todo cuando los soldados estadounidenses están en combate, hicieron lo posible por restar apoyo a la campaña de la OTAN, o la "guerra de Clinton", como la llaman.
Dirigidos por su líder Tom DeLay, promotor el año pasado del frustrado juicio político para destituir a Clinton, los representantes republicanos creen que la intervención en Kosovo terminará en desastre y sellará la caída en desgracia del presidente.
Esa posición molestó a los demócratas, pero también a gran parte de los republicanos con actuación en el área de las relaciones internacionales. La falta de apoyo a la guerra contradice el sentimiento patriótico que normalmente embarga al Congreso cuando los soldados estadounidenses entran en acción.
Pero el patriotismo parece haberse atenuado, tal vez porque ningún soldado estadounidense había caído hasta el miércoles, cuando dos pilotos de helicóptero murieron en una misión de entrenamiento en Albania.
La incoherencia legislativa quedó en evidencia la semana pasada con tres votaciones en la Cámara de Representantes.
La primera exige que Clinton solicite la autorización del Congreso antes de enviar fuerzas terrestres a Kosovo. Resultó aprobada por 249 contra 180 votos, y 45 demócratas acompañaron a la gran mayoría de republicanos por la afirmativa.
Ese resultado, que reafirma las facultades que la Constitución otorga al Congreso en cuestiones de guerra, era previsible.
Pero luego, en un duro golpe a la política de Clinton, la Cámara de Representantes rechazó, por 213 contra 213 votos (un empate equivale a rechazo) una iniciativa que convalidaba la participación estadounidense en los bombardeos de la OTAN contra Yugoslavia.
En esa ocasión, 26 demócratas votaron junto a 187 republicanos para rechazar la propuesta, que era prácticamente idéntica a otra aprobada cinco semanas antes por el Senado, dominado por los republicanos.
El presidente de la cámara baja, el republicano Dennis Hastert, votó a favor de la iniciativa, pero su compañero de partido DeLay encabezó enérgicamente la oposición al proyecto.
"La extrema derecha del partido Republicano sigue en control del partido", comentó el líder de la minoría demócrata, Dick Gephardt, asombrado y enojado tras la votación.
Pero entonces, luego de votar contra los ataques aéreos, la Cámara de Representantes rechazó un tercer proyecto de resolución, propuesto para retirar en un plazo de 30 días las fuerzas de Estados Unidos comprometidas en la guerra, aunque la mayoría de los republicanos lo apoyaron.
En otra decisión contradictoria, el Comité de Gastos de la Cámara de Representantes, controlado por los republicanos, multiplicó por dos un pedido de Clinton de recursos para financiar la intervención de Estados Unidos en la guerra y la ayuda humanitaria a los refugiados kosovares.
La propuesta, originalmente de 6.000 millones de dólares y elevada a 12.900 millones por el Comité de Gastos, será probablemente aprobada esta semana por el pleno de la Cámara.
La incoherencia, especialmente notable entre los republicanos, no está confinada a la Cámara de Representantes.
Los líderes de los dos partidos en el Senado recurrieron a principios de esta semana a cuestiones de procedimiento para evitar que Clinton fuera autorizado a hacer uso "de toda la fuerza necesaria" para lograr los objetivos de la OTAN y de Estados Unidos en Yugoslavia.
La iniciativa fue patrocinada por el senador John McCain, aspirante a la candidatura presidencial del Partido Republicano, y por dos prominentes congresistas demócratas que, junto con el primero, figuran entre los más ardientes defensores de la campaña militar de la OTAN en Yugoslavia.
La propuesta se orientaba a dar poderes a Clinton para lanzar la infantería a la guerra sin nueva autorización del Congreso.
Como sus colegas derechistas de la Cámara de Representantes, el líder republicano en el Senado, Trent Lott, se ha referido varias veces a la operación de la OTAN en Yugoslavia como "la guerra de Clinton".
Y, como los congresistas demócratas que en los años 60 se oponían a la guerra de Vietnam, muchos republicanos advirtieron que la propuesta sugería una resolución "del tipo del golfo de Tonkin", que en 1964 facultó al entonces presidente Lyndon Johnson a llevar adelante aquella desastrosa campaña militar.
Mientras, demoócratas que participaron en el movimiento contra la guerra de Vietnam arguyen ahora que el rechazo de opciones militares podría perjudicar la credibilidad de la OTAN y de Washington, que a su juicio está en juego en Kosovo, y alentar la resistencia de Belgrado.
Los demócratas, acusados de aislacionistas por su oposición a la guerra de Vietnam, comenzada sin embargo por gobernantes de su propio partido, se han convertido de "palomas" en "halcones" intervencionistas en la posguerra fría.
Mientras, los republicanos, los halcones de la guerra fría, han devenido progresivamente en adversarios de las intervenciones de Estados Unidos en ultramar, aunque apoyan el aumento del gasto militar. (FIN/IPS/jl/mk/aq-ff/ip/99