YUGOSLAVIA: Gestiones diplomáticas se aceleran al máximo

Los ataques aéreos de la OTAN contra Yugoslavia entraron hoy en su novena semana mientras se intensifican las gestiones diplomáticas para poner fin a la guerra entre señales de agotamiento de todas las partes.

El enviado especial de Rusia, el ex primer ministro Viktor Chernomyrdin, se reunió el miércoles en Belgrado con el presidente de Yugoslavia, Slobodan Milosevic, en un nuevo esfuerzo de mediación.

Previamente, Chernomyrdin mantuvo dos días de conversaciones en Helsinki con el subsecretario de Estado estadounidense Strobe Talbot y el presidente de Finlandia, Ahtisaari, otro potencial mediador en el conflicto.

Los tres hombres planean reunirse nuevamente en Moscú para tratar principalmente la reacción de Milosevic a una propuesta de paz que realizó hace dos semanas el Grupo de los Ocho (G-8), que incluye a los países más poderosos fuera de la OTAN: Japón y Rusia.

La propuesta exigía el retiro de las fuerzas yugoslavas de la provincia separatista serbia de Kosovo, de mayoría albanesa, el retorno de los desplazados albano-kosovares y el despliegue de una fuerza internacional de seguridad en la provincia.

Los puntos que más resiste Belgrado son las demandas de la alianza militar de que todas las fuerzas yugoslavas abandonen Kosovo y que la misión internacional esté constituida principalmente por soldados de la OTAN fuertemente armados, incluso de los países más activos en la campaña de bombardeos.

Mientras, funcionarios del G-8 se reunieron el miércoles en Bonn para comenzar a negociar la redacción de un proyecto de resolución sobre la propuesta del grupo, que será presentado al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

El canciller británico Robin Cook iba a viajar a Washington este jueves para urgir al presidente Bill Clinton a tomar medidas más duras, incluso el despliegue de fuerzas de tierra en países vecinos de Yugoslavia.

"Este es un momento clave", declaró un diplomático de uno de los principales países miembros de la OTAN. "La aceleración de las gestiones diplomáticas refleja la coincidencia de casi todos los involucrados en que esta guerra no puede prolongarse mucho más".

Esta opinión también se reflejó en declaraciones privadas de funcionarios de Washington, quienes expresaron su inquietud por posibles divisiones dentro de la alianza atlántica y por la leve disminución en el apoyo público a la campaña aérea.

Una encuesta publicada en el periódico The Washington Post reveló que la mayoría de los ciudadanos son partidarios de un acuerdo negociado entre la OTAN y Milosevic para poner fin al conflicto.

El público estadounidense está dividido más o menos a la mitad entre aquellos que creen que la OTAN debe continuar con sus bombardeos hasta que se cumplan sus condiciones y los que desean la suspensión de los ataques aéreos para estimular a las fuerzas yugoslavas a retirarse de Kosovo.

Una segunda encuesta realizada por el Programa sobre Actitudes Políticas Internacionales de la Universidad de Maryland indicó también una reducción en el respaldo a la guerra aérea.

"Esto parece deberse a la frustración pública porque el bombardeo no impidió la limpieza étnica, así como al creciente deseo de una solución diplomática", observó Steven Kull, director del Programa.

Funcionarios de Washington también manifestaron su preocupación por la creciente división de la opinión pública sobre la conducción de la guerra dentro de la alianza atlántica.

Alemania, Grecia e Italia, los miembros más moderados de la alianza en este momento, reclamaron una suspensión de los bombardeos, al igual que Rusia y China. En particular en Alemania e Italia, el apoyo del público a las operaciones de la OTAN continúa cayendo.

Los gobiernos de coalición de ambos países son cada vez más vulnerables a la presión política de las facciones contrarias a la guerra dentro de sus propias filas.

Sólo la semana pasada, el ministro alemán de Relaciones Exteriores, Joschka Fischer, quien jugó un papel esencial en el acuerdo del G-8, evitó por muy escaso margen un repudio de la estrategia de la OTAN dentro de su propio Partido Verde.

Del otro lado del espectro de la alianza atlántica, el primer ministro británico Tony Blair habría expresado su decepción ante la renuencia de Clinton a prepararse para una guerra por tierra si la campaña aérea no logra sus objetivos.

La misión de Cook en Washington esta semana consistiría en tratar de hacer cambiar de opinión al mandatario, temeroso por la pérdida de apoyo público que una guerra terrestre significaría.

"Si la guerra está perdiendo respaldo público ahora, no es difícil imaginar lo que ocurriría al morir los primeros soldados estadounidenses", dijo un funcionario del gobierno.

Por otra parte, varios analistas creen que Milosevic ya no resiste los bombardeos y busca una salida, en base a informes procedentes de Belgrado.

El Departamento de Estado estadounidense y la OTAN citaron "informes creíbles" sobre la deserción el martes en Kosovo de soldados yugoslavos, incluso un batallón completo, y de protestas contra la guerra en al menos dos localidades del sur de Serbia.

"Milosevic estaría buscando ahora una salida a la catástrofe que él mismo creó", declaró James Rubin, portavoz del Departamento de Estado.

Sin embargo, otros funcionarios aconsejaron cautela. "Hay claras señales de debilitamiento dentro de Yugoslavia, pero en realidad nadie sabe a ciencia cierta lo que pasa por la cabeza de Milosevic", advirtió un alto funcionario. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/mlm/ip/99

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