El canciller de Gran Bretaña, Robin Cook, se reunió hoy con su colega de Estados Unidos, Madeleine Albright, y declaró que hay total acuerdo entre los aliados de la OTAN sobre la necesidad de enviar tropas terrestres a Yugoslavia.
Sin embargo, esa unidad no incluye a dos grandes socios de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), Alemania e Italia, cuyos gobiernos y parlamentos rechazaron terminantemente la invasión a Yugoslavia y exigieron una solución política que involucre al Consejo de Seguridad de la ONU.
El comandante supremo de la OTAN, el general estadounidense Wesley Clark, dijo en una base aérea en Vicenza, en el noreste de Italia, que la alianza no tiene planes de interrumpir o detener los bombardeos y que incluso "amplió y profundizó su lista de blancos" en Serbia.
La mayoría de los serbios no oyó la amenaza de Clark, por no tener electricidad durante más de 30 horas durante el fin de semana.
Frente a la destrucción masiva de instalaciones civiles, los observadores serbios se preguntan qué significa la anunciada ampliación de los blancos.
Alemania, Finlandia, Grecia, Italia, Rusia, el Vaticano y otros países intentan elaborar un proyecto de acuerdo sobre la base de las propuestas de paz del Grupo de los Ocho (G-8).
El G-8 está integrado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón, los siete países más ricos del mundo, y Rusia.
Pero Washington y Londres parecen haber elegido otro camino. Cook dijo este lunes a la BBC que Estados Unidos y Gran Bretaña se mantienen "firmemente apegados a sus objetivos, que son expulsar a los serbios, introducir a la OTAN en Kosovo y regresar a los refugiados" a la provincia serbia.
El plan de los países del G-8 incluye la presencia de una "fuerza internacional" en Kosovo liderada por la ONU con una misión pacificadora, y mantiene la provincia como parte de Serbia.
Cook dijo que la fuerza terrestre de 40.000 soldados planeada será "más que una fuerza pacificadora. No estamos hablando de gente con cascos azules y armas livianas".
Las bombas que la OTAN arrojó sobre Yugoslavia durante el fin de semana paralizaron la mayor parte de los hospitales, bombas de agua y panaderías serbias y mantuvieron al país a oscuras durante más de 30 horas.
"Sí, los serbios también tienen derecho a sufrir", dijo el lunes Milena Spaska, ingeniera jubilada, mientras hacía la cola para comprar pan en Blegrado.
"Obviamente alguien piensa que esa es la manera de manejar la crisis en Kosovo, hacer que los serbios pasen hambre y se enojen, pero las cosas no se arreglan tan fácilmente", opinó.
Después de soportar durante ocho semanas una abundante ración diaria de bombas de la OTAN los serbios sienten ansiedad, miedo, hambre y rabia, pero la principal pregunta política y militar es qué reacciones desencadenarán esas emociones tan fuertes.
El general Clark, piensa, igual que su gobierno, que la estrategia está funcionando a pesar de las bajas civiles y de las críticas.
Clark eligió suelo italiano para anunciar la intensificación de los ataques aéreos el domingo, y al hacerlo provocó una situación embarazosa para ese país.
Italia, la mayor plataforma de la OTAN para su campaña aérea contra Yugoslavia, cuestionó abiertamente la eficacia de la estrategia que utiliza la alianza militar para resolver los problemas políticos y étnicos de la provincia de Kosovo, que ahora sufre una crisis de refugiados masiva.
En Belgrado, el opositor Movimiento de Renovación Serbia del ex viceprimer ministro Vuk Draskovic acusó a la OTAN de llevar a cabo "represalias colectivas" contra civiles, mediante su nueva estrategia de destruir plantas energéticas.
"Esta situación requiere la reacción del Consejo de Seguridad de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) y no de la lenta diplomacia, porque se están violando todas las normas del derecho internacional y militar, incluso (se comete) genocidio, ante los ojos de todo el mundo", declaró el partido.
La OTAN, en lo que sería un giro en la estrategia militar o de relaciones públicas, declaró que dos de los últimos ataques que resultaron en la muerte de muchos civiles, el pueblo de Korisa en Kosovo y una cárcel en Serbia, eran blancos "legítimos".
Sólo cuatro de las 15 ciudades más grandes de Serbia (Kragujevac, Kraljevo, Cacak and Bor) pudieron restaurar el suministro de electricidad la noche del domingo, mientras en el resto, incluso en Belgrado, sólo hubo electricidad para algunos de los llamados "usuarios de prioridad".
Durante dos noches consecutivas la OTAN destruyó las plantas energéticas más grandes del país, que no sólo suministraban electricidad a las computadoras o sistemas de radar militares, generalmente equipados con sus propios generadores, sino también a instalaciones civiles.
A diferencia de las seis ocasiones previas en que Serbia quedó a oscuras por primera ves el 3 de mayo, la OTAN no utilizó las llamadas bombas de grafito o "suaves" que alteran temporalmente los suministros de electricidad.
Esta vez, los misiles destruyeron la mayor sección distribuidora de la planta Nikola Tesla en Obrenovac, 30 kilómetros al sur de Belgrado, y las líneas energéticas que la unen con la capital y el resto del país, procurando un daño permanente.
Ni siquiera los usuarios de prioridad como los hospitales, las instalaciones hídricas, las panaderías o el transporte público habían recuperado la electricidad la noche del domingo en Belgrado, y el suministro de agua sólo funcionaba parcialmente.
Según una declaración de las autoridades de los servicios hídricos, la mayoría de las bombas de los depósitos alrededor de la capital siguen sin funcionar y las reservas de agua cayeron a 10 por ciento.
Varios camiones cisterna se estacionarons frente a una de las mayores clínicas de maternidad en Belgrado, Narodni Front. "Comenzamos a utilizar el generador que funciona con combustible, pero es sólo para la sección de bebés prematuros", explicó un médico.
Las salas de operaciones están cerradas y los casos urgentes se transfieren al Centro Clínico, que tiene sus propios generadores para cirugía, agregó.
El centro cardiovascular Sveti Sava, el mayor hospital especializado en Serbia, situado en el centro de Belgrado, y que atiende exclusivamente a pacientes con ataques al corazón, volvió a tener electricidad la noche del domingo.
Los edificios y calles aledañas al hospital continúan a oscuras. "Nuestro generador nos permitió controlar a los pacientes que dependen de sistemas que los mantienen con vida. Afortunadamente no hubo tantos casos nuevos hoy", dijo a IPS el doctor a cargo de la guardia nocturna.
Los estrategas de la OTAN parecen contar con que los efectos desmoralizadores de la destrucción masiva de su país harán que los serbios acepten la derrota o presenten poca resistencia a una fuerza invasora.
Los economistas independientes y oficiales de Yugoslavia concluyeron que el daño provocado por la OTAN a la base e infraestructura industrial será probablemente mayor que el perpetrado por la Alemania nazi en la segunda guerra mundial. (FIN/IPS/tra-en/vpz/ak/at/aq/ip/99