Cualquier derecho que obtengan los albaneses de la provincia serbia de Kosovo como resultado de los ataques de la OTAN también corresponde a los 300.000 húngaros residentes en el territorio serbio de Voivodina, afirmaron miembros del gobierno de Hungría.
Laszlo Kover, vicepresidente del gobernante Partido de los Jóvenes Demócratas, reclamó la devolución de la autonomía territorial para los húngaros de Voivodina en el último congreso del partido, y el primer ministro Viktor Orban declaró que su gobierno apoyaría un reclamo de esa índole.
Hungría, el único país miembro de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) limítrofe con Yugoslavia, está cada vez más involucrado en la acción bélica pese a la creciente oposición pública.
La llegada esta semana de 20 aviones de combate estadounidenses Hornet F-18 sólo aumentó la ansiedad, aunque funcionarios de Budapest insisten en que el territorio húngaro no será utilizado para bombardear al país vecino.
Zsolt Lanyi, vicepresidente del Partido de los Pequeños Propietarios -un socio menor de la coalición de gobierno-, causó conmoción la semana pasada al expresar que Voivodina, cuya capital Novi Sad fue blanco de varios misiles de la OTAN, tiene el mismo derecho a la independencia que Kosovo.
Voivodina perdió en 1989 su estatuto de territorio autónomo junto con Kosovo, cuando el entonces presidente de Serbia y actual presidente de la Federación Yugoslava, Slobodan Milosevic, promovió una reforma constitucional para proteger a los serbios en zonas donde constituían la minoría de la población.
En aquel entonces había frecuentes agresiones contra los serbios de Kosovo, cuya población era hasta hace poco 90 por ciento de origen albanés.
Istvan Csurka, líder del Partido de la Vida y la Justicia, de extrema derecha, llegó a sostener que los bombardeos de la OTAN anularon todos los acuerdos sobre límites, en particular el de Versailles, que marcó el fin de la primera guerra mundial y del imperio austro-húngaro.
"Los principales partidos opositores, socialistas y demócratas, así como la prensa húngara traicionan a la patria al ocultar que los ataques a Belgrado marcan el fin del Tratado de Versailles de 1919", declaró.
Csurka sugirió que el gobierno procure una "corrección" de las fronteras una vez que termine el conflicto entre la OTAN y Yugoslavia.
"La acción de la alianza occidental… podría abrir una caja de Pandora, iniciando una revisión de las fronteras en toda la región y de la cuestión de la autodeterminación de otros grupos étnicos", opinó el historiador Iván Berend.
Sin embargo, la posición oficial de Budapest es que Kosovo debe ser una entidad autónoma dentro de Serbia.
"Por ahora, no es conveniente tratar la situación de los húngaros (de Serbia) junto con la de los albano-kosovares", señaló el canciller Janos Martonyi en una entrevista concedida al diario español El País.
"Cuando llegue el momento de una solución política y de negociar sobre la reconstrucción de Yugoslavia, podrá tratarse la situación de Voivodina. Para entonces, la minoría húngara tendrá una posición definitiva sobre la cuestión de la autonomía y nuestro gobierno la apoyará dentro de lo posible", declaró.
Hungría aceptó el despliegue en su aeropuerto militar de Taszar, en el suroeste del país, de 24 aviones de combate F/A 18 y un número no revelado de 10 aeronaves antitanques A-10.
Los aviones garantizarán la seguridad de Hungría pero no serán usados para atacar a Yugoslavia, sostuvo el ministro de Defensa, Janos Szabo.
No obstante, el comandante supremo de la OTAN, general Wesley Clark, afirmó que las aeronaves participarán de los ataques "en pocos días", y el jefe del Estado Mayor de Hungría, general Ferenc Vegh, lo confirmó.
La OTAN anunció su intención de estacionar aviones de guerra en Hungría en la cumbre de su 50 aniversario, en Washington. Al aceptarlo, Budapest adquirió un papel importante en la campaña de la alianza atlántica.
Una vez tomada la decisión, surgieron recelos acerca de su impacto sobre la minoría húngara de Serbia y la posibilidad de ataques serbios contra esa minoría en represalia por la participación de Hungría en los ataques.
Los socialistas, que constituyen la principal fuerza de oposición en Hungría, intentaron en el parlamento restringir el uso del espacio aéreo y los aeropuertos nacionales al reabastecimiento de combustible y misiones de supervisión, pero el gobierno rechazó de plano la iniciativa.
"Pacifistas anticuados", "primitivos anti-estadounidenses" y "seguidores de Milosevic" son algunos de los calificativos reservados para aquellos que se oponen a los bombardeos o expresan reservas.
A pesar de esas reacciones, las encuestas muestran que el escepticismo y el temor crecen en la población. Más de 55 por ciento cree que el involucramiento de Hungría en la guerra podría aumentar el riesgo de una acción militar contra este país.
Así mismo, una abrumadora mayoría de 88 por ciento rechaza la participación de soldados húngaros en una posible operación terrestre contra Yugoslavia, y un porcentaje similar desestima cualquier reclamo territorial. (FIN/IPS/tra-en/kk/ak/mlm/ip/99