Las consecuencias imprevistas de la guerra de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) contra Yugoslavia podrían convertir a China y Rusia en enemigos mortales de Estados Unidos, advirtieron analistas de este país.
Tres semanas antes de que la OTAN comenzara su ofensiva aérea el 24 de marzo, el ex secretario de Defensa del gobierno de Bill Clinton, William Perry, advirtió que la época actual, caracterizada por la ausencia de un enemigo que pudiera amenazar la supervivencia de Estados Unidos, no duraría para siempre.
Perry, en el centro privado de investigación Brookings Institution, de Washington, abogó por una estrategia de "defensa preventiva" cuyo propósito sería retrasar lo más posible la aparición de un enemigo de primer grado.
Corea del Norte e Iraq no serían esa clase de enemigos porque Washington está preparado para librar una guerra contra ellos y porque no representan una amenaza letal a este país.
Corea del Norte e Iraq son, en definitiva, amenazas de segundo grado. Estados Unidos tampoco tiene verdaderos enemigos en los conflictos de tercer grado como Bosnia-Herzegovina, Haití, Kosovo y Ruanda, que dominan la cobertura de los medios de comunicación y gran parte de la actividad diplomática.
Perry, quien fue secretario de Defensa entre 1994 y 1997, sostiene que sólo China y Rusia podrían convertirse en enemigos mortales de Estados Unidos en las próximas décadas.
Los aviones de la OTAN bombardearon la embajada china en Belgrado el día 8 y provocaron una ola de nacionalismo en China cuya violencia e ira asombró y atemorizó a gobernantes y burócratas de este país.
La semana siguiente, el presidente ruso Boris Yeltsin destituyó al primer ministro Yevgeny Primakov y creó una nueva crisis política en Moscú con posibles consecuencias trascendentes para la estabilidad económica de Rusia y sus relaciones con Washington.
La partida de Primakov impedirá la pronta ratificación del tratado de desarme nuclear START-II.
Un funcionario estadounidense comentó que el conflicto de Kosovo provocó reacciones inesperadas en las dos potencias que podrían amenazar a Estados Unidos.
Nadie cree que los acontecimientos de esta semana anuncien el ingreso de China o Rusia a la lista de países de amenaza de primer grado. Pero expertos en relaciones internacionales afirman que la crisis fortaleció las fuerzas nacionalistas y contrarias a Estados Unidos y sus aliados en las dos potencias.
Esta situación haría más difícil ponerle fin a la guerra de Kosovo, y también obstaculizaría la clase de relaciones que recomienda Perry para impedir la hostilidad china y rusa.
Ambos se oponen a la ofensiva de la OTAN porque la consideran una forma de agresión que interfiere militarmente en los asuntos internos de un estado ajeno a la alianza sin la autorización del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en el que Beijing y Moscú tienen poder de veto.
La situación también se complica porque la guerra se libra oficialmente para proteger a la minoría étnica kosovar en Yugoslavia. China y Rusia tienen sus propios conflictos con grupos de población minoritarias.
La OTAN pretendía, al incorporar a Rusia al proceso de mediación como ocurrió hace dos semanas, conseguir que Moscú apoyara una resolución de la ONU que contara con la aprobación de Beijing, pero eso era antes de los acontecimientos de la semana pasada.
Rusia, opuesta a la expansión hacia el este de la OTAN y frustrada por no poder hacer nada al respecto, suspendió sus relaciones con la alianza militar en los primeros días de la guerra.
Primakov, quien actuó como puente entre Yeltsin y las fuerzas comunistas del parlamento ruso, apoyó las gestiones de mediación encabezadas por el enviado especial Viktor Chernomyrdin.
Es probable que la destitución de Primakov aplace todo avance hacia un acuerdo negociado, según observadores en Washington, porque el enfrentamiento entre Yeltsin y el Parlamento será continuo, aunque Yeltsin sobrevivió a un voto de censura del poder legislativo.
Pasarán semanas, e incluso meses, antes de que se pueda instalar un nuevo gobierno.
Así mismo, según Thomas Graham, especialista en Rusia de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, "Kosovo se convertirá en un peón de la política nacional, en la que ceder a los intereses de Estados Unidos se considera algo claramente negativo".
Aun más preocupante es el probable colapso de un acuerdo preliminar alcanzado entre Primakov y el Fondo Monetario Internacional.
Luego de aumentar 40 por ciento este año, la bolsa de valores rusa cayó más de 16 por ciento después de la destitución de Primakov, y provocó el temor de otra crisis financiera.
Según Stephen Cohen, especialista en Rusia de la Universidad de Nueva York, la mayoría de los rusos creen que Washington alentó a Yeltsin a destituir a Primakov, quien era el político más popular en ese país.
"Eso significa que este acontecimiento profundizará… el sentimiento ruso contra Estados Unidos y hará más difícil que Rusia sea intermediaria" en la crisis de Kosovo, comentó.
La reacción en China al bombardeo de su embajada en Belgrado no ha sido menos negativa. Beijing suspendió inmediatamente toda relación militar con Washington, así como las negociaciones bilaterales sobre proliferación de armas y misiles.
Fueron precisamente esas negociaciones las que Perry fomentó más durante su ministerio entre 1994 y 1997.
La revisión en curso de la estrategia y el gasto militar chinos se habría intensificado en la última semana ante la alarma de Beijing por las verdaderas intenciones de la OTAN y Estados Unidos.
Pero esta reacción no surge de la nada. Beijing y Washington se comprometieron en 1997 a una "asociación estratégica", confirmada por la visita a Estados Unidos del primer ministro chino Zhu Rongji en abril.
Pero la fragilidad de este compromiso queda en evidencia por diferencias como el superávit comercial chino, que asciende a 60.000 millones de dólares, los derechos humanos, el espionaje de China, y el problema de Taiwan, al que Beijing considera una provincia rebelde.
Los detractores de la política de Washington hacia Beijing también aseguran que China considera a Estados Unidos como su enemigo porque, afirman, el gobierno chino intentó explotar la ira por el ataque contra su embajada calificando de intencional al bombardeo y omitiendo la transmisión de las primeras disculpas de Clinton y de la OTAN.
"El problema es que este tipo de incidente adopta una dinámica propia", según un alto funcionario especializado en Asia.
"Sus acciones parecen hostiles que, a su vez, fomenta las fuerzas en Estados Unidos que ven en China a la Unión Soviética del siglo XXI, y se crea un círculo muy vicioso", comentó. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/aq/ip/99