– La mayoría de los europeos considera que ayudar a los países en desarrollo sigue siendo, por diferentes motivos vinculados tanto al interés general como al particular de la población del Viejo Continente, un objetivo importante para la Unión Europea (UE) y para las naciones que la integran.
Sin embargo, aunque el sondeo último efectuado bajo la coordinación general de International Research Associates (INRA) y por encargo de la Comisión Europea reveló que casi el 76 por ciento es favorable a la ayuda al desarrollo, ese porcentaje es inferior en un 6 por ciento al registrado en una encuesta similar realizada en 1996.
Para el reciente sondeo de opinión del INRA, denominado Eurobarómetro, fueron interrogadas 16.214 personas mayores de 15 años de 15 estados de la UE (aproximadamente 1.000 por país).
El cuestionario incluía preguntas sobre la importancia acordada por los europeos a la ayuda al desarrollo, el conocimiento que tienen de su amplitud, sus deseos con respecto a la evolución de esa ayuda y, finalmente, la cuestión de la interdependencia de la ayuda con diversos problemas europeos y mundiales.
Los principales resultados del último Eurobarómetro indican que el 75,8 por ciento de los europeos está a favor de la ayuda a los países en desarrollo (para el 28,1 es "muy importante" y para el 47,7 "bastante importante"), pero esa cifra había sido dos años antes del 82 por ciento (33,3 "muy importante" y 48,4 "bastante importante").
En cambio, un 11,7 por ciento (8 en 1996) la considera "poco importante", un 5,3 por ciento (3,8 en 1996) "para nada importante" y un 7,2 por ciento (6,2 en 1996) "no sabe".
Las tres razones principales invocadas por quienes no reconocen la importancia de la ayuda al desarrollo (un 17 por ciento en 1998 contra un 11,8 por ciento en 1996) para justificar su posición son:
1) hay problemas más agudos que la ayuda al desarrollo, como los de la pobreza y el desempleo en Europa, que reclaman la aplicación urgente de soluciones. (Un 76,3 por ciento de quienes tienen una posición negativa con respecto a la ayuda al desarrollo esgrime este argumento).
2) la ayuda al desarrollo será de todos modos desviada, debido a la corrupción imperante en los países receptores, y no llegará a quienes la necesitan. (Esto lo sostiene un 45,2 por ciento de los contrarios a la ayuda al desarrollo).
3) la inestabilidad política y el carácter belicoso de los países pobres, que son a menudo escenario de conflictos armados y gastan mucho dinero en la compra de armas, hacen desaconsejable la ayuda al desarrollo. (Es la opinión del 35,8% de este sector de los encuestados).
Otros argumentos contra la ayuda al desarrollo son que ella es una carga demasiada pesada para los países europeos, que se trata de un derroche de recursos ya que en las naciones en desarrollo no mejora la situación, que la existencia de países pobres y de países ricos es un hecho ineluctable y que la contribución de su propio país o la de Europa es ya demasiado alta.
Otros encuestados dijeron que los países pobres no le interesan y algunos manifestaron espontáneamente (sin una pregunta al respecto) que "no les gustan los extranjeros".
Pero más de la mitad de la población europea (51,1 por ciento) favorecería un aumento de la ayuda proporcionada por su gobierno a los países en desarrollo y a casi seis europeos de cada diez (al 58,5 por ciento) les gustaría que aumentara la ayuda que la Comisión Europea otorga a esas naciones. De todos modos, esos porcentaje son inferiores a los registrados en la encuesta de 1996: 55,1 por ciento en el primer caso y 63,6 por ciento en el segundo.
No se equivoca el 24 por ciento de los europeos cuando estima que la ayuda otorgada por su gobierno nacional a los países en desarrollo (excluída explícitamente la referida a la ayuda de emergencia) es inferior al 4 por ciento de su presupuesto. Tampoco está lejos de la verdad el 11 por ciento que piensa que la ayuda al desarrollo de la Comisión Europea oscila entre un 4 y un 8 por ciento de su presupuesto.
Acerca de la interdependencia entre la ayuda al desarrollo y problemas como los del desarrollo del comercio, el ambiente y la contaminación, la migración, el AIDS y otras enfermedades, el excesivo crecimiento demográfico, la droga y el desempleo nacional, la encuesta arroja los siguientes resultados.
Un 47,3 por ciento piensa que la ayuda al desarrollo no contribuye a resolver la cuestión de la droga, pero un 39,9 por ciento cree que podría tener un efecto positivo para reducir los problemas vinculados a ella.
En cuanto al problema de la superpoblación en países pobres, el 44,5 por ciento respondió que la ayuda al desarrollo puede ayudar a resolverlo, pero un 41,9 por ciento se pronunció negativamente, mientras que en lo referente a la inmigración proveniente de naciones atrasadas, el 52,1 por ciento de los europeos piensa que la ayuda al desarrollo puede contribuir a frenarlas.
También una mayoría (56,6 por ciento) cree que la ayuda al desarrollo podría tener un efecto benéfico sobre el ambiente, en tanto que el 49,2 por ciento opina que esa ayuda no sirve para reducir el desempleo en la UE y el 37,6 por ciento cree que sí puede ser útil. Sin embargo, en 1996 las opiniones negativas constituían un 57 por ciento y las positivas un 32,3 por ciento.
Por último, el 50,6 por ciento de los europeos respondió que la ayuda al desarrollo puede contribuir a resolver los problemas del AIDS y de otras enfermedades, mientras que el 56,9 por ciento cree que puede ser útil para el desarrollo del comercio. (FIN/IPS/AR/PP/99)
(*) Dominique David es director de información y comunicación del Departamento DG-VIII de la Comisión Europa