TAILANDIA: Desempleados no tienen razones para festejar

Los más de dos millones de desempleados en Tailandia no tuvieron muchas razones para festejar hoy el Día Internacional de los Trabajadores.

El desempleo aumentó casi 50 por ciento en este país del sudeste asiático desde que comenzó la crisis financiera en la región en julio de 1997, según cifras del Banco Mundial.

Según muchos observadores, las raíces del problema están en la integración a la economía internacional que emprendió el país, que tiene 60 millones de habitantes y una fuerza de trabajo de 30 millones.

La irritación embarga a Nangnuth, desempleada de 38 años, cada vez que ve al ratón Mickey o al pato Donald en un afiche o en la televisión. Y eso no tiene nada que ver con los simpáticos personajes.

La reacción de Nangnuth se debe a que la empresa donde trabajaba, el Grupo Eden de Austria, fabricaba una serie de productos infantiles para la multinacional estadounidense Disney.

A mediados de 1996, Eden despidió a Nangnuth y a otros 700 empleados luego de que protestaran contra la reducción de empleos y la subcontratación de trabajadores más económicos en la zona rural y en el exterior. Los obreros exigían, además, mejores condiciones de trabajo.

Cuando el gobierno trató de intervenir, la compañía se retiró del país, dejando deudas de millones de dólares en sueldos a sus ex empleados y a sus proveedores de materia prima.

"Trabajé 10 años allí y nunca creí que una compañía extranjera pudiera tomarnos el pelo tan descaradamente", se quejó Nangnuth, desde su casa escasamente amueblada y cercana al lugar donde se encontraba la fábrica, al norte de Bangkok.

"La actitud del Grupo Eden es un clásico ejemplo del escaso respeto que tiene el proceso de globalización por los derechos de los trabajadores", sostuvo Chin Taplee, director del Consejo Nacional de Empleados, una federación de los sindicatos del sector privado.

"Los extranjeros invirtieron primero en Tailandia para aprovechar la mano de obra barata, pero cuando China y Vietnam se abrieron al mundo con trabajo aún más barato, se fueron todos para allí", explicó Lae Dilokvidyarat, economista de la Universidad de Chulalangkorn, de Bangkok.

Lae afirmó que con eso "se perdió la confianza internacional y se originó una crisis financiera".

La mano de obra barata funcionó bien para los inversores durante años, sobre todo en las industrias de la vestimenta, el calzado y la juguetería, que requieren mucho personal.

Inversores de Europa, América del Norte y de los "tigres" de Asia hacían fila para entrar a Tailandia por los bajos salarios del país, los incentivos aduaneros y el control que el gobierno ejercía sobre los sindicatos.

Pero a mediados de esta década, el valor constante de la moneda, el baht, respecto del dólar y el aumento de los salarios mínimos llevó a que la mano de obra se encareciera para los inversores extranjeros.

Un estudio realizado por el Banco de Bangkok entre 1995 y 1996 indicó que el promedio de los salarios de la industria de la vestimenta era de 0,63 dólares por hora, mientras en Indonesia era de 0,16 dólares, en Sri Lanka de 0,24, en China de 0,26, en India de 0,33 y en Filipinas de 0,46 dólares.

La consecuencia fue que muchos fabricantes se trasladaran a China, Laos y Vietnam, otros emplearan mano de obra que trabajara en el hogar, y que otros, incluso, contrataron a inmigrantes de Birmania que trabajan en la frontera occidental de Tailandia.

El Grupo Eden estaba entre los empresarios que cambiaron de sistema. En 1987, la firma tenía más de 4.500 trabajadores a su cargo, pero en 1996, poco antes de cerrar, sólo tenía 1.000. La mayoría de los obreros estaban subcontratados.

Esas políticas laborales pueden tener efectos a largo plazo.

La excesiva dependencia de trabajadores mal pagados y poco entrenados, la escasa sindicalización y la ausencia de redes de seguridad social se tradujo, en los países asiáticos, en la incapacidad para manejar el desastre social que causó la crisis, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

"La crisis mostró los puntos débiles de las instituciones y prácticas del mercado laboral asiático", señala el estudio de la OIT.

La pérdida de empleo permanente causó un efecto dominó en el mercado informal de trabajo de Tailandia, sobre todo entre los trabajadores inmigrantes. Cientos de miles fueron enviados de regreso a sus hogares en Birmania, Laos y Camboya.

La OIT recalcó que antes de la crisis la mayoría de los países de la región no habían adherido siquiera a convenciones básicas como la del Derecho a la Organización y las Negociaciones Colectivas (1949), Contra la Discriminación de Empleos y Ocupaciones (1958), de Remuneración Equitativa (1951) y Edad Mínima (1973).

La OIT presiona ahora a los gobiernos de Asia para que introduzcan seguros de desempleo junto con sistemas de seguridad social y de entrenamiento para los trabajadores.

La Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL) señaló que una de las principales enseñanzas de la crisis es que los gobiernos, los empleadores y las instituciones internacionales deben tener leyes y crear los organismos para garantizar una relación adecuada entre trabajo y capital.

La CIOSL advirtió que en 1999 aumentarán la tensión social, incluso en países bastante estables como Tailandia, si las empresas intentan aumentar sus beneficios despidiendo trabajadores.

Menos de 10 por ciento de los trabajadores de Tailandia y de Indonesia están asociados a algún sindicato, por lo cual es difícil obtener consenso.

"La situación actual podría desembocar en la furia de las masas de desempleados, que se dirigirá entonces contra los gobiernos e intentará derrocarlos para cambiar la dirección de la industrialización", opinó un representante de CIOSL. (FIN/PANOS/tra-en/tg/dds/ceb/aq-mj/pr-if/99)

—————————- (*) IPS pone a disposición de sus suscriptores este material por un acuerdo de distribución con la institución internacional de comunicación Panos Features, de Londres

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