SALUD: Vinculan factores ambientales a trastornos neurológicos

Médicos e investigadores preocupados por el impacto de las sustancias químicas sobre la salud exhortaron a estudiar más profundamente la relación entre los contaminantes tóxicos y los trastornos neurológicos en niños.

Desde hace mucho tiempo, los científicos reconocen que elementos como el plomo y el mercurio son causa de varias alteraciones del sistema nervioso.

Sin embargo, las consecuencias de muchas otras sustancias utilizadas habitualmente no fueron estudiadas de manera adecuada, aunque se sospecha que algunas de ellas podrían ser causa de autismo, déficit de atención, hiperactividad y retardo mental.

"Desde la segunda guerra mundial se desarrollaron y diseminaron más de 75.000 compuestos químicos sintéticos, pero sólo se estudiaron los posibles efectos sobre el sistema nervioso infantil de 20 por ciento de ellos", advirtió Philip Landrigan.

Landrigan dirige el Centro para la Salud Infantil y el Ambiente de la Facultad de Medicina Monte Sinaí, de Nueva York.

Más de 200 médicos e investigadores de la salud se reunieron esta semana en Nueva York y presentaron un modelo de investigación para identificar las causas ambientales de los trastornos neurológicos en niños que podrían prevenirse.

Landrigan cree que en las próximas décadas se descubrirá que varias sustancias actualmente presentes en el ambiente son causa de alteraciones neurológicas.

"Hace 35 años, nadie pensaba que factores ambientales podrían ser causa de cáncer, pero ahora la mayoría de los epidemiólogos concuerdan en que la mayoría de los casos tienen un origen ambiental", destacó Landrigan, quien presidió la conferencia de dos días.

"No me sorprendería si dentro de 25 años llegáramos a una conclusión similar con relación al impacto ambiental sobre el funcionamiento y el desarrollo del sistema nervioso", agregó.

Los casos de trastorno del desarrollo neurológico parecen estar en aumento en Estados Unidos, señaló Landrigan.

En el estado de Nueva Jersey, donde hay numerosas plantas químicas, expertos en salud pública investigan el aumento de casos de niños con autismo, una tendencia psicopatológica a desinteresarse del mundo exterior y a ensimismarse.

"Es clara la existencia de un componente genético del autismo, pero representa sólo un porcentaje del total. Debe haber más investigaciones sobre los posibles factores ambientales", instó Landrigan.

La incidencia del mal de Parkinson, un trastorno neurológico caracterizado por temblores y lentitud de los movimientos y del habla, también está en aumento en Estados Unidos. Los investigadores estudian la posible influencia de los pesticidas en este incremento.

"Existe una urgente necesidad de desarrollar una agenda de investigación sobre los posibles vínculos del ambiente con estas enfermedades y de elaborar estrategias para prevenirlas cuando sea posible", exhortó el científico.

Los niños son especialmente vulnerables a las sustancias contaminantes, advirtió Ruth Etzel, presidenta de la Academia Estadounidense del Comité Pediátrico sobre Salud Ambiental, quien participó de la conferencia.

Los niños están mucho más expuestos a las toxinas ambientales que los adultos, ya que en proporción a su peso, consumen más agua, aire y alimentos, explicó Landrigan.

Además, debido a que sus organismos están en desarrollo, tienen menor capacidad que los adultos para metabolizar y excretar las toxinas.

El sistema nervioso es especialmente vulnerable porque una vez que ocurre el trastorno no puede repararse, destacó Landrigan.

La preocupación de muchos pediatras y planificadores de políticas aumentó con el surgimiento de estudios que sugieren efectos negativos de insecticidas y otros químicos sintéticos sobre la salud humana y animal, en especial en niños y fetos.

Conocidas como "alteradoras del sistema endócrino", esas sustancias químicas que imitan la función de las hormonas naturales trastornan el desarrollo sexual y los sistemas inmunológico y reproductivo de animales de laboratorio.

Un estudio descubrió que bajas dosis de metoxicloro, usado como sustituto del pesticida DDT, y bisfenol-A, otro plaguicida, aumentan el tamaño de la próstata de las crías de ratones, afirmó Wade Welshons, profesor adjunto de ciencias veterinarias biomédicas de la Universidad de Missouri, Columbia.

Earl Gray, biólogo investigador de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, descubrió que el metoxicloro también bloquea el sistema hormonal de las ratas machos, retrasando la pubertad y reduciendo la fertilidad.

Desde hace muchos años se sabe que el cerebro es muy sensible a las influencias hormonales, destacó Landrigan.

"Cada vez hay más pruebas de que durante el desarrollo del cerebro dentro del útero y en los primeros años de vida, tanto las hormonas naturales como artificiales (como ciertos pesticidas) pueden provocar alteraciones", señaló.

"Esto exige más investigaciones", urgió Landrigan. (FIN/IPS/tra-en/dk/mk/mlm/he-en/99

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