SALUD: En humo se va la vida

Cada trece segundos muere una persona en algún lugar del planeta a consecuencia de una enfermedad relacionada con el hábito de fumar. Lo que significa que anualmente más de 2,5 millones de personas mueren por el gusto que experimentan al aspirar humo por la boca.

Algo más de 20 por ciento de las víctimas del tabaco son mujeres, que han incrementado el consumo de cigarrillos, especialmente en los países en desarrollo, de acuerdo con la Oganización Mundial de la Salud (OMS), que este lunes, 31 de mayo, celebra el Día Mundial sin Humo de Tabaco.

Las estadísticas y las espeluznantes advertencias sobre los efectos nocivos del tabaco en la salud, incluso en la capacidad de pensar y recordar, no logran que los fumadores empedernidos renuncien a su hábito.

Si bien es cierto que la publicidad contra el tabaco ha logrado disminuir el número de consumidores en la población mayor de 40 años, no atemoriza a los jóvenes, que encienden su primer cigarrillo a edad cada vez más temprana.

Las trasnacionales tabacaleras, por su parte, también orientan su campaña de captación de clientes a los jóvenes. Sus promotores recorren discotecas, salas de baile y otros puntos de reunión repartiendo muestras gratis de cigarrillos.

Pero, a juzgar por las cifras, tal despliegue publicitario no es necesario, al menos en Perú, porque los jóvenes peruanos mayores de 18, que suelen frecuentar esos lugares, hace rato que son fumadores.

En efecto, 2,5 por ciento de los fumadores tienen en Perú entre siete y 11 años, según una investigación realizada en varias ciudades por el Centro de Información y Educación para la Prevención del Abuso de Drogas (Cedro).

Y aunque muchos especialistas son muy cautos en admitirlo, parece existir una relación muy estrecha entre la adicción precoz al cigarrillo y el uso de otras drogas como el alcohol, la marihuana y la pasta básica de cocaina.

Más de 61 por ciento de las personas encuestadas por cedro admitieron haber fumado marihuana alguna vez, y 47 por ciento de los consumidores de pasta básica de cocaína lo hicieron por primera vez entre los 12 y los 18 años.

Coincidentemente, a esa edad fue que muchos hombres y mujeres alcohólicos comenzaron a beber.

"El alcohol y el tabaco son las drogas favoritas de los adolescentes con problemas de incompatibilidad e inadaptabilidad, que generalmente provienen de familias desunidas o con problemas y por eso es tan fácil que después caigan en el consumo de drogas mayores", señaló el psicólogo escolar Hugo Díaz.

Carlos Farías, jefe del Programa de Control de Cáncer del Hospital Loayza, de Lima, confirmó que entre los fumadores modernos hay dos grupos de alto riesgo: los adolescentes y las mujeres.

Farías advirtió que el hábito de fumar está muy extendido entre los adolescentes peruanos. Cerca de la mitad de los que tienen 15 y 16 años son "fumadores sociales", mientras que aproximadamente 20 por ciento de los niños de 12 años han probado el cigarrillo aunque sea una vez.

Esos porcentajes incluyen también a una gran cantidad de adolescentes mujeres, lo que ha contribuido a elevar sustancialmente la proporción de fumadoras en el país: 51,6 por ciento, superando a los varones.

Para los estudiosos del comportamiento humano, el fondo del asunto radica en un problema de adicción, mal para el que aún no se encuentra cura, pese a los avances en neurobiología y otras ciencias que estudian el comportamiento del cerebro humano.

"La adicción hay que mirarla como un elemento mixto donde actúan factores sociales, de aprendizaje, el medio, factores genéticos y familiares. La idea es trabajar sobre todos ellos", dijo en Lima el Presidente del Colegio Colombiano de Neuropsicofarmacología, Jaime Veingochea.

Mientras más temprano se inicia la adicción, más complejo se vuelve el tratamiento, advirtió el médico colombiano.

Sólo tres por ciento de los fumadores logran abandonar su hábito, de acuerdo con fuentes especializadas. La mayoría sucumben ante los primeros signos de abstinencia, que son los mismos de cualquier otra droga: ansiedad, irritabilidad, temblores y transtornos del sueño y de la conducta.

La adicción al tabaco y al alcohol tiene un alto precio: la OMS calcula que la atención de salud y la degradación ambiental causada por el tabaco tienen un costo anual de 200.000 millones de dólares.

Tan sólo con 15 por ciento de esta cifra se podría pagar la inmunización de todos los recién nacidos del mundo contra seis graves enfermedades: difteria, tétanos, tos ferina, sarampión, poliomielitis y tuberculosis.

Farías se pregunta si ha sido emprendida alguna investigación seria para determinar el costo-beneficio del consumo de tabaco. Señala que en Perú, la hacienda percibe alrededor de 50 millones de dólares anuales por impuestos a los cigarrillos.

"Lamentablemente, gran parte de esa suma se emplea en atender a los pacientes afectados por el consumo de tabaco", advirtió. (FIN/IPS/zp/ff/he/99

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