NICARAGUA: Movimiento sindical intenta superar profunda crisis

Nueve de las 12 centrales sindicales de Nicaragua lanzaron hoy, Día Internacional de los Trabajadores, una campaña en procura de recuperar la iniciativa en el área laboral y atraer a los trabajadores a la lucha reivindicativa.

El movimiento obrero nicaragüense "atraviesa una crisis de identidad", admitió a IPS Gustavo Porras, líder sindical del sector salud y coordinador del Frente Nacional de los Trabajadores, vinculado al opositor Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

Esa crisis es producto "del sistema capitalista en su modalidad neoliberal, uno de cuyos objetivos es destruir al movimiento sindical", aseguró el médico Porras, integrante también de la dirección nacional del FSLN.

Pero también es responsabilidad de los dirigentes sindicales, "que no hemos sabido adecuarnos a las nuevas condiciones del país" tras el fin en 1990 de la revolución social promovida por el FSLN, puntualizó.

"Queremos aprovechar este 1 de mayo para romper el adormecimiento del movimiento sindical y ensayar nuevas formas de organización obrera", agregó.

A partir de 1990, cuando el FSLN fue reemplazado en el poder por el gobierno de Violeta Chamorro, "los sindicalistas fuimos objeto de represión y el sindicalismo fue prácticamente proscripto", afirmó Porras.

Pero Emilio Márquez, secretario general de la Central de Acción y Unidad Sindical (CAUS) y diputado del cogobernante Partido Liberal Constitucionalista, expresó que la crisis sólo afecta a las centrales sandinistas y se debe a "la corrupción de sus dirigentes".

Los líderes de los sindicatos sandinistas sólo buscan "su provecho personal y el de su partido", aseguró Márquez. También dijo que en los últimos tres años aumentaron las organizaciones afiliadas a la CAUS, aunque otras fuentes señalan un descenso de 72 a 28 sindicatos unidos a esa central desde 1994.

La CAUS estuvo controlada hasta 1996 por el Partido Comunista, pero en ese año sus dirigentes decidieron dar un giro total. Abandonaron la tutela comunista y se unieron a la coalición de partidos liberales que llevó al poder al derechista Arnoldo Alemán.

El artífice del cambio, Roberto Moreno, ex secretario general de la CAUS, es ahora viceministro de Trabajo.

El movimiento sindical nicaragüense está fuertemente afectado por el desempleo y la emigración masiva de trabajadores a Costa Rica y Estados Unidos.

Márquez cita estadísticas oficiales para situar el desempleo en 19 por ciento de la población económicamente activa, pero Porras asegura que, de acuerdo con datos de la central sindical sandinista, llega a 50 por ciento.

La emigración a Costa Rica es la más fuerte desde 1990. Se calcula que unos 600.000 nicaragüenses viven y trabajan en haciendas y empresas costarricenses. La mayoría son indocumentados, perciben salarios por debajo del mínimo legal y no tienen derecho a prestaciones sociales.

Los sindicatos sandinistas fueron mayoritarios durante la administración de Chamorro (1990-1997) y en ese periodo protagonizaron al menos cinco huelgas importantes, dos nacionales y tres sectoriales, que tuvieron un acatamiento casi total y lograron la mayoría de las reivindicaciones planteadas.

Pero su fortaleza comenzó a disminuir en 1992, debido a dos factores, según la interpretación de Porras.

En primer lugar, "porque el gobierno inició la aplicación de los planes de ajuste estructural impuestos por el Fondo Monetario Internacional, lo cual significó el despido masivo de miles de empleados estatales".

Además, los empresarios llegados de Estados Unidos prohiben a sus empleados organizarse en sindicatos, afirmó.

En segundo factor negativo "fue la privatización o cierre de la gran mayoría de las empresas estatales de servicios, industriales y agrícolas", que significó el despido de muchos trabajadores.

Ese proceso de privatización, conocido como "concertación", acreditó a los afiliados a los sindicados de cada empresa entre 25 y 100 por ciento de las acciones, que obtuvieron a largo plazo, con cinco años de gracia.

Las restantes acciones fueron adquiridas por empresarios cercanos al gobierno de Chamorro.

Según Márquez, "se creó una casta de nuevos empresarios, porque los dirigentes de los sindicatos sandinistas se apoderaron de las acciones y despojaron a los trabajadores de su derecho".

Porras reconoció que "hubo algún grado de corrupción en determinadas empresas", pero puntualizó que la mayoría están en manos de los trabajadores.

El problema consistió en que "los dirigentes sindicales también eran los directivos de las empresas y se desnaturalizó a los sindicatos", explicó.

De acuerdo con Porras, los trabajadores tienen el control de unas 40 empresas industriales y 70 agrícolas. "Pero ahora, quienes están en la dirección sindical no tienen nada que ver en la administración de las empresas", afirmó.

En aquellas compañías privatizadas en que no lograron el control, los trabajadores vendieron sus acciones a los empresarios y negociaron su despido en condiciones ventajosas.

Los trabajadores "no son tontos y saben que han sido engañados por los sandinistas. Por eso respaldan al gobierno del doctor Alemán y si quieren una prueba, ¿cuántas huelgas exitosas ha habido desde 1997?", dijo Márquez.

En efecto, las tres huelgas realizadas desde la instalación del gobierno de Alemán, en enero de 1997, terminaron en el fracaso y con el despido de su empleo de los dirigentes sindicales que las encabezaron.

La más importante fue la huelga de médicos, que entre febrero y mayo de 1998 paralizó gran parte del sistema público de salud.

Los médicos pedían un aumento salarial de 1.000 por ciento, pero sólo lograron cien por ciento, y todos los dirigentes del movimiento, entre los que se contaba Porras, fueron despedidos en noviembre.

"El despido masivo de los dirigentes del paro médico evidenció la profundidad de la crisis. Antes habían despedido a los dirigentes de los sindicatos de la energía y después a los de telecomunicaciones y no fuimos capaces de reaccionar", admitió Porras.

Las cifras de afiliación a las organizaciones de trabajadores hablan por sí solas. Por ejemplo, según registros sindicales, los sindicatos de empleados públicos tienen ahora unos 800 adherentes, frente a 18.000 en 1992.

Antes de ese año había una sola central magisterial, que aglutinaba a 16.000 de los 29.000 maestros del país, y ahora hay siete centrales que representan apenas a unos 10.000 de los 23.000 educadores en actividad.

Gran parte de los nicaragüenses que no tienen empleo fijo se dedican al comercio informal o realizan servicios por cuenta propia como mecánicos, electricistas, fontaneros o carpinteros.

"Esa gran cantidad de nicaragüenses también son trabajadores, pero es muy dificíl organizarlos en sindicatos a la usanza tradicional", señaló Porras.

"Los trabajadores nicaragüenses están satisfechos con el gobierno del doctor Alemán, porque sienten que ahora hay más trabajo, hay leyes que protegen sus derechos y vivimos en democracia", declaró Márquez.

En cambio, Porras manifestó que "Alemán no respeta las leyes del país. Vivimos en una democracia política aparente, con una férrea dictadura económica".

También niega que el Frente Nacional de los Trabajadores esté subordinado al FSLN. "Eso es parte del pasado, nosotros tenemos plena autonomía e incluso, ahora estamos luchando contra el gobierno y sus políticas, pese a que oficialmente el FSLN sigue en conversaciones con Alemán".

Porras cree que el sindicalismo volverá a tener fuerza en Nicaragua en la medida que se resuelva la crisis económica y regresen los emigrantes. "Mientras tanto, tenemos que atraer a los que siguen aquí, (que) ganan salarios de hambre y pagan servicios caros".

Los sindicatos luchan ahora por objetivos comunes a todos los ciudadanos, ya se trate de "trabajadores asalariados o por cuenta propia".

Las organizaciones obreras luchan por "bajar las tarifas de los servicios de energía eléctrica y agua potable" y de los combustibles y, "por supuesto", para que el gobierno "abra fuentes de empleo", dijo.

"Esas reivindicaciones no las vamos a lograr sólo con sindicatos organizados al estilo tradicional. Tenemos que cambiar las formas de organizarnos, para enfrentar al capitalismo y al gobierno, y ese camino lo empezamos este 1 de mayo", concluyó Porras. (FIN/IPS/wg/ff/lb/99

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