NICARAGUA: Damnificados del huracán Mitch abandonados a su suerte

El pánico es el sentimiento predominante entre la gran mayoría de los más de 200.000 campesinos damnificados del huracán Mitch en Nicaragua. Ha llegado la época de lluvias y muy pocos tienen un techo donde guarecerse.

Han transcurrido más de seis meses desde que el huracán devastó gran parte de la zona norte y occidental del país, con un saldo provisional de 2.000 millones de dólares en pérdidas materiales y a 21.000 familias sin viviendas.

Pero los damnificados siguen viviendo en lugares improvisados, los campesinos no tienen semilla para la siembra de granos básicos y la Organización de las Naciones Unidas acaban de concluir su programa de entrega de alimentos.

El 80 por ciento de la población de 60 municipios del norte y oeste del país vive en extrema pobreza. De ellos, 41 fueron golpeados por el huracán Mitch y el gobierno estima que la prioridad es construir unas 100.000 viviendas.

El huracán dañó 27 puentes en Nicaragua, según datos oficiales, pero el gobierno asegura que sólo falta la construcción de unos 10.

Posoltega, un empobrecido municipio ubicado en la planicie occidental, a 119 kilómetros de Managua, es el símbolo de la tragedia vivida por los campesinos en octubre pasado.

Sólo en ese municipio, murieron 2.583 personas -15 por ciento de la población- sepultadas por toneladas de piedra y lodo que se deslizaron del vecino volcán Casita, y otras 1.200 familias perdieron sus tierras y sus viviendas.

Hasta la fecha, han caído en esa zona 45,1 milímetros de agua, producto de las primeras lluvias, la mayor cantidad registrada en esta época del año desde 1966, según el Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales.

En un refugio atendido por la Cruz Roja española y organizaciones no gubernamentales (ONG), hay unos 135 niños y 180 adultos.

Isidro Alatunaya, un sobreviviente de la tragedia del Volcán Casita el 30 de octubre pasado, perdió a tres de sus cinco hijos. "Estoy desempleado y los golpes que recibí no me han permitido seguir trabajando en el campo. Tengo miedo y todo es muy difícil", comentó.

"Nos tienen abandonados, las ayudas no vienen y las pocas hojas de zinc que nos dieron, las hemos tenido que vender para poder comer. La situación para nosotros es cada vez más difícil", declaró Luisa González, otra damnificada del Casita.

"Ni siquiera tenemos dinero para que un instructor médico capacite a los campesinos", afirmó la alcaldesa de Posoltega, Felícita Zeledón, una maestra de 54 años que cumplió una destacada labor durante y después de la emergencia, quien lamentó la falta de ayuda del gobierno del presidente Arnoldo Alemán.

Hace tres meses, el gobierno inauguró cien viviendas para los damnificados de Posoltega, construidas en un lote del vecino municipio de Chichigalpa. Ninguna se ha entrego aún, porque no han sido instaladas las letrinas y el agua potable.

La secretaria de Acción Social de la Presidencia, Jamileth Bonilla, dijo que la construcción de viviendas en Posoltega es la máxima prioridad en este momento, ante la llegada de las lluvias, aunque reiteró que el proceso está atrasado porque el parlamento no ha autorizado recursos por 2,75 millones de dólares.

La madera, que llegará entre junio y julio próximos, fue donada por el gobierno de Estados Unidos, que destinó 100 millones de dólares, para la construcción de unas 7.000 viviendas.

Hasta ahora, sólo la Cruz Roja Española y una ONG local están preparándose para iniciar la construcción de 183 viviendas en Posoltega, donde los problemas se extienden a prácticamente todas las áreas.

La alcaldía sólo tiene arroz para los 2.800 damnificados que están en los refugios para las próximas tres semanas, asegura la alcaldesa, quien señaló que no cuentan con plástico y zinc para que se protejan de las lluvias.

Según Camilo Lara, consultor ambiental de la Fundación Nicaragüense para la Conservación y el Desarrollo, "todos los lugares donde pasó el Mitch tienen suelos altamente inestables y podrían tener deslaves otra vez".

Dos vehículos livianos, uno de la Alcaldía y otro del Ministerio de Salud, tres líneas telefónicas, cinco policías que se desplazan a pie y un miembro de la Defensa Civil son el equipo humano y material para enfrentar una eventual emergencia.

En muchas zonas del país la situación es similar.

En el municipio de San José de Cusmapa, en la frontera con Honduras, los damnificados no tienen vivienda ni alimentos. "Literalmente, la gente se está muriendo de hambre", denunció el alcalde, Vicente Espinoza Miranda.

Muchos temen que lo peor está por llegar. Líderes comunales de varias zonas del país denunciaron que el gobierno no ha querido financiar a los campesinos damnificados para que puedan sembrar este mes y no pasen hambre el resto del año.

"Nos han abandonado a nuestra suerte", comentó Armando Flores, un pequeño caficultor de Dipilto, en el extremo norte del país.

Las necesidades de financiamiento de los productores para la siembra en el presente ciclo agrícola ascienden a más de 437 millones de dólares, según el economista Sergio Santamaría. Hasta abril sólo se contaba con 224 millones. (FIN/IPS/wg/ag/dv/99

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