KOSOVO: Acuerdo del G-8 favorece estrategia de la OTAN

El acuerdo alcanzado el jueves por los países más poderosos sobre las bases para un acuerdo de paz en Kosovo marcó la culminación del esfuerzo diplomático de la OTAN para abrir una brecha entre Rusia y Yugoslavia.

El acuerdo del Grupo de los Ocho (G-8, integrado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia), también marcó el comienzo de una nueva fase diplomática, cuyo objetivo será que Belgrado acepte un acuerdo más detallado.

Y para eso la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) confía en Rusia.

"Queda mucho por hacer", dijo el ministro de relaciones exteriores alemán Joschka Fischer, presidente de la reunión del G- 8, realizada cerca de Bonn.

El enviado especial de Rusia para la crisis de Kosovo, Viktor Chernomyrdin, que realizó negociaciones de alto nivel durante dos días en la capital estadounidense esta semana, viajará a Belgrado para una nueva ronda de conversaciones con el presidente yugoslavo Slobodan Milosevic

El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, que podrá desempeñar un papel de pacificador más importante porque las bases acordadas pasarán al Consejo de Seguridad de la ONU, estuvo en Washington el viernes para realizar consultas con el gobierno estadounidenses.

Altos funcionarios del G-8 también comenzarán a reunirse en la sede de la ONU en Nueva York, para elaborar el borrador de una resolución.

"Ha comenzado un verdadero acuerdo de paz", dijo el presidente estadounidense Bill Clinton, quien se reunió el jueves en Alemania con el canciller (jefe de gobierno) de ese país, Gerhard Schroeder.

Aunque pocos analistas estadounidenses creían que Milosevic llegara a firmar un acuerdo antes de que actuara el Consejo de Seguridad, algunos funcionarios señalaron recientemente indicios de que estaba dispuesto a negociar.

Entre ellos incluyeron la liberación de tres prisioneros de guerra estadounidenses el fin de semana pasado, luego de que Milosevic se reuniera con una delegación religiosa de Estados Unidos encabezada por Jesse Jackson, dirigente del movimiento por los derechos civiles de ese país.

También apuntaron que fue significativo que Belgrado permitiera que el líder kosovar albanés Ibrahim Rugova, que estaba bajo arresto domiciliario, viajara a Roma, donde adhirió a las demandas planteadas por la OTAN a Belgrado.

Otro indicio es que los medios de comunicación yugoslavos han prestado mucha atención a los esfuerzos diplomáticos para poner fin a la guerra, y al creciente debate sobre la propuesta de un acuerdo de paz que incluya presencia militar extranjera en Kosovo, rechazada una y otra vez por Belgrado.

El camino hacia un acuerdo final podría ser arduo, pese a estos rayos de esperanza. Las bases aprobadas por el G-8 no incluyen muchos temas importantes, como el de las condiciones bajo las cuales la OTAN dejaría de bombardear Yugoslavia.

El cortejo de la OTAN a Rusia comenzó seriamente cuando la alianza emitió una "Declaración sobre Kosovo" de 17 puntos el 23 de abril, primer día de la cumbre. Esa declaración se basaba en un plan que Fischer había presentado en Bruselas la semana anterior.

El plan se basaba en la presunción de que la OTAN no comenzaría una guerra terrestre contra Milosevic, aunque los ataques aéreos no lograran sus objetivos.

La mayoría de los dirigentes de la OTAN dudaba de que bastar con los bombardeos para obligar a Milosevic a rendirse, y Fischer argumentó que la alianza debería eventualmente aceptar un acuerdo diplomático del que Moscú era la llave.

Luego de aceptar esas presunciones, la OTAN propuso una fórmula de acuerdo diseñada para ganar el apoyo de Rusia.

El 23 de abril la alianza exigió a Belgrado el fin verificable de la violencia y la represión en Kosovo, el retiro de esa provincia de las fuerzas militares, policiales y paramilitares serbias, la aceptación de una "presencia militar internacional" allí, y el regreso de todos los refugiados y desplazados.

También se reclamó el compromiso yugolsavo de negociar de buena fe un acuerdo político sobre Kosovo basado en el plan de paz presentado en la conferencia de Rambouillet, que la propia Rusia ayudó a negociar.

La declaración del G-8 se destacó, a su vez, por no insistir en que "la presencia militar internacional" fuera de la OTAN en su totalidad o la tuviera "como principal componente", una fórmula utilizada por los portavoces de la alianza antes del 23 de abril.

Sólo dijo que "la OTAN continúa lista para ser el principal componente de tal fuerza militar internacional (que sería) de naturaleza multinacional, con contribuciones de países que no integran la OTAN". También pidió expresamente la participación de Rusia en esa fuerza.

Además estableció, por primera vez, que la OTAN estaba dispuesta a pedir al Consejo de Seguridad de la ONU la aprobación de cualquier acuerdo político y el despliegue de la fuerza de seguridad, una concesión clave para Rusia y China, miembros permanentes del Consejo que pueden vetar cualquier resolución.

El acuerdo del G-8 del jueves es idéntico a la declaración de la OTAN en lo referido a la exigencia del fin de la violencia y la represión, el retiro de las fuerzas serbias y el regreso de los refugiados.

Se diferenció de la redacción de la OTAN sobre el marco político para un acuerdo de paz, en cambio, al insistir en que se "tuviera en cuenta" el plan de Rambouillet, así como la integridad territorial de Yugoslavia, y la desmilitarización del Ejército de Liberación de Kosovo.

Esa redacción pareció una concesión deliberada a Milosevic, pero también fue totalmente coherente con las declaraciones previas de la OTAN. La diferencia más clara estuvo en la referencia a la fuerza "de seguridad", que es tal vez la cuestión más problemática.

En lugar de la "presencia militar internacional" exigida por la OTAN, el G-8 pidió "presencias internacionales civiles y de seguridad eficaces, aceptadas y adoptadas por las Naciones Unidas, capaces de garantizar el logro de los objetivos comunes".

La sustitución de "militar" por "de seguridad" para definir esa presencia fue acordada con Chernomyrdin esta semana, según se dijo, en el entendido de que esas fuerzas estarían, de todos modos, armadas sin restricciones.

La secretaria de Estado de Estados Unidos, Madeleine Albright, dijo a los periodistas que "esto debe significar una fuerza militar fuerte con la OTAN en su centro", pero otros funcionarios estadounidenses subrayaron, desde el 23 de abril, que las tropas de la OTAN no necesariamente serán mayoría.

Por otro lado, la OTAN opina ahora que, en lugar de los 28.000 soldados propuestos en el plan de Rambouillet, se necesitarán 50.000 para brindar una seguridad que convenza de regresar a casa a los más de 700.000 kosovares albaneses que huyeron a países vecinos.

Uno de los principales temas cuya resolución está pendiente es el de las condiciones para un alto el fuego.

El 23 de abril la OTAN afirmó que sólo suspendería los bombardeos cuando Belgrado hubiera aceptado "inequívocamente" las demandas de la alianza, y "comenzado de manera demostrable a retirar sus fuerzas de Kosovo, según un programa rápido y preciso".

Martin Butcher, analista del Consejo de Información de Seguridad Británico-Estadounidense de Washington, señaló que era poco realista pensar que las tropas yugoslavas se retirarían bajo fuego.

"Si Milosevic acepta la propuesta del G-8, y se aprueba una resolución de la ONU basada en él, la OTAN podría cantar victoria y detener su bombardeo unilateralmente", opinó. (FIN/IPS/tra- en/jl/mk/at/mp/ip99

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