La aplastante victoria obtenida hoy en las elecciones israelíes por el candidato laborista, Ehud Barak, reabre tímidamente las esperanzas de reanudación del proceso de paz en el Medio Oriente, concidieron analistas regionales.
Barak obtuvo una votación de más de 58 por ciento, según los primer os cómputos, contra cerca de 42 por ciento del actual primer ministro y candidato de la derecha israelí, Benjamin Netanyahu.
El resultado se había decidido el domingo, cuando el ex ministro de Defensa y luego declarado adversario de Netanyahu, Yitzhak Mordechai, anunció el retiro de su candidatura en favor de Barak.
Netanyahu, ex ministro de Relaciones Exteriores y ex embajador de Israel ante Naciones Unidas, reconoció en la noche del lunes el triunfo de su adversario, tras una rápida y dura campaña en que no escasearon las descalificaciones personales.
Netanyahu termina así el mandato obtenido tras una cerrada victoria sobre el ex primer ministro laborista Shimon Peres en 1996.
Como jefe de gobierno, al frente de una frágil coalición de derecha, Netanyahu desarticuló casi completamente el proceso de paz iniciado con lo s acuerdos de paz firmados en 1993 en Oslo entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).
Los países vecinos, y en especial la autoridad palestina, que gobierna parcialmente una fracción de los territorios árabes ocupados por Israel en la guerra de 1967, observan ahora con atención la actitud de Barak, que ha prometido paz, pero también el afianzamiento del control israelí sobre l os territorios ocupados.
El gobierno palestino del presidente Yasser Arafat postergó – tras una intensa presión de Estados Unidos y la Unión Europea – la declaración de independencia, que había sido fijada para el 4 de mayo, cuando legalmente expiraron los acuerdos de Oslo.
Al menos para el Líbano, las elecciones israel[ies no representan una perspectiva de cambio inmediato.
Durante el fin de semana, mientras arreciaba la campaña electoral, los aviones israelíes intensificaron sus ataques contra aldeas y campamentos donde actúan las guerrilas de Hezbollah, una organización islámica que combate a Israel.
En en el mercado accionario de Beirut, en tanto, subieron las acciones de Solidere, la compañía que está reconstruyendo el centro de la capit al libanesa, destruído tras más de una década de guerra civil, aparenteme nte debido a las esperanzas de paz que representa Barak.
Esta actitud refleja la increíble capacidad de la gente de esta regió n para mantener la esperanza de que un conflicto que se alarga ya por más de 50 años, encuentre soluciones inmediatas.
Los prometidos "dividendos de paz" – la promesa de un acuerdo – fueron el incentivo principal para que el mutimillonario ex primer ministro libanés Rafik Hariri se embarcase en la reconstrucción de Beirut y de s u aeropuerto internacional.
Pero las manadas de turistas están aún por llegar, en tanto que el optimismo de Hariri está lejos de ser compartido en el sur del país, don de la diaria dieta de bombardeos israelíes constituye un eficiente antídoto contra las ilusiones, a nueve años del fin de la guerra civil libanesa.
En esta parte del Medio Oriente no se esperan cambios radicales tras la llegada de Barak al gobierno israelí.
"Realmente no nos importa quien gane. Ellos, de todos modos, no están trabajando por nuestros intereses", dijo el subsecretario general de Hezbollah, Sheikh Naim Qassem.
Por ahora, el único alivio para los campesinos del sur libanés es que – a pesar de la agresiva retórica dominante – no se ha repetido la campaña electoral de 1996, cuando el primer ministro laborista Shimon Peres se sintió obligado a lanzar una ofensiva militar en el sur del Líbano para probar su compromiso con la seguridad del país.
La operación, bautizada "Uvas de la Ira", causó centenares de muert os civiles en el Líbano y decenas de bajas en el norte de Israel -por las represalias de Hezbollah – sin que por ello Peres lograra ganar las elecciones.
Barak, el soldado más decorado de la historia de Israel, y ahora primer ministro electo, ha prometido que retirará las tropas israelíes del sur del Líbano, en cumplimiento de la resolución 425 del Consejo de Seguridad de las naciones Unidas, que ordena la retirada incondicional.
Israel ocupó el Líbano en 1978 y 1982. Tras esta última invasión estableció allí una "franja de seguridad" que los sucesivos gobiernos israelíes se han negado a abandonar.
"El retiro del sir del Líbano no estará probablemente en el primer lugar de la agenda de Barak; la reapertura de las negociaciones con Siria será el punto de partida. Si al final allí no pasa nada, es posible que opte por una retirada unilateral del sur del Líbano", estimó Paul Salem , director del Centro Libanés de Estudios Políticos.
Según Salem, a Siria no le conviene una retirada unilateral israelí d el Líbano, pues los enfrentamientos entre las guerrillas libanesas y el ejército israelí mantienen viva la reivindicación siria de las colina del Golán, ocupadas por Israel en 1967, y más tarde anexadas.
Barak, como ministro de Relaciones Exteriores israelí en 1995- 96, participò en las negociaciones con Siria acerca de Gol[an, más tarde suspendidas por Netanyahu. Como candidato, Barak prometiò la reanudación de las conversaciones. (FIN/IPS/hl-kg/ak/99)