Los estados del Golfo esperan con atención los comicios de este domingo en Israel, cuyo resultado podría revivir el interrumpido proceso de paz en Medio Oriente.
Esta es la primera campaña en la historia de Israel en la que los principales partidos prometen dar territorio y derechos a los palestinos.
También son las primeras elecciones en que un árabe israelí, Azmi Bishara, es candidato a primer ministro, y las primeras en que los árabes israelíes, a quienes muchos prefieren llamar palestinos en Israel, muestran un nuevo activismo.
Los árabes israelíes representan 14 por ciento del electorado y las encuestas de opinión sugieren que podría haber un aumento de 10 por ciento en el número de votantes este año.
En las elecciones de 1996, la población árabe eligió candidatos parlamentarios, pero cuando llegó el momento de elegir al primer ministro votaron en blanco, una razón clave para que el partido laborista perdiera por pocos votos.
Aunque la candidatura de Bishara podría reducir las posibilidades del líder laborista Ehud Barak, analistas del Golfo afirman que, no obstante, los árabes israelíes podrían volcar los comicios en contra del primer ministro Benjamin Netanyahu en una posible segunda vuelta con Barak el 1 de junio.
Aunque la interrupción del proceso de paz inquietó a los estados del Golfo, integrados por Arabia Saudita, Bahrein, Emiratos Arabes Unidos, Kuwait, Omán y Qatar, estos continúan divididos en su actitud hacia el gobierno israelí.
Un tema de preocupación es el papel que tuvo Jordania en vincular a Israel con sus vecinos árabes.
El nuevo rey jordano, Abdulá, viajó a los estados del Golfo en abril para restablecer los vínculos disueltos por la decisión de su padre, el fallecido rey Hussein, cuando tomó partido por Iraq durante la invasión iraquí a Kuwait en 1990.
Funcionarios jordanos precisan que los renovados lazos de Jordania con sus vecinos árabes no se mantendrán a costa de las relaciones con Israel, con el que Ammán firmó un acuerdo de paz en 1994.
Además, las monarquías del Golfo hasta hace poco estaban divididas con respecto de sus relaciones con el gobierno israelí de Binyamin Netanyahu.
Omán y Qatar tomaron una posición más moderada dentro de la agrupación regional, el Consejo de Cooperación del Golfo, y establecieron relaciones comerciales formales con el estado israelí.
En noviembre de 1997, Qatar desairó a sus vecinos árabes y del Golfo al celebrar una conferencia económica del Medio Oriente y Africa del norte, la cuarta de una serie de reuniones que apuntaban a promover la integración económica de Israel en la región.
Arabia Saudita y Emiratos Arabes Unidos se unieron a Egipto, Siria y la Autoridad Nacional Palestina (ANP) para boicotear la conferencia de Qatar, y de ese modo protestar por la suspensión del proceso de paz del gobierno de Netanyahu.
Kuwait y Omán enviaron delegaciones pequeñas para señalar que estaban dispuestos a separar la política de la economía en la diplomacia regional.
Pero la política eclipsó la conferencia a tal grado que el Foro Económico Mundial, que organiza las reuniones con el patrocinio de Estados Unidos y Rusia, canceló futuros mitines hasta que exista la "posibilidad razonable de que cumplan el objetivo de ser catalizadores para la reconciliación".
La reconciliación con Israel puede no ser una prioridad inmediata para los líderes del Golfo, sin importar el resultado de las elecciones.
"Pero israelíes y palestinos tendrán que resolver una cantidad de temas difíciles, que de una forma u otra nos mantendrán ocupados a todos", declaró un diplomático de Emiratos Arabes Unidos.
Los Acuerdos de Oslo, firmados en Washington en 1993 entre Israel y la Organización para la Liberación Palestina, estipularon un período de transición de cinco años antes de la autonomía total de la población palestina.
También fijaron el 3 de mayo de este año como fecha límite para negociar el acuerdo permanente entre las dos partes sobre el futuro de Jerusalén, los refugiados palestinos, los asentamientos judíos, las fronteras y las relaciones con los vecinos.
Cuando se aproximaba la fecha, el proceso de paz estaba en una posición tan precaria que el presidente de la ANP, Yasser Arafat, debió aplazar la declaración unilateral de la creación del estado de Palestina para evitar un enfrentamiento con los israelíes, lo que podría haber favorecido la reelección de Netanyahu.
"Los estadounidenses decidieron que los kosovares no pueden vivir en su propia tierra bajo el gobierno serbio sin la protección armada de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte)", escribió Abdel Wahab Badrakhan en el periódico saudita Al Hayat.
"¿Por qué los estadounidenses piensan que los palestinos pueden vivir en su tierra bajo gobierno israelí sin una fuerza internacional que los proteja y que asegure la implementación de los acuerdos?", preguntó.
El interés en Netanyahu, Barak, Bishara y los otros candidatos a primer ministro gira en torno a quién está mejor preparado para realizar acuerdos de seguridad con la ANP, y quizá con Siria y Líbano.
Sin embargo, muchos observadores objetan la posición que tienen los detractores de Netanyahu con respecto del proceso de paz. "Es irónico que el mundo árabe sepa más sobre la posición de su adversario Netanyahu que de su supuesto amigo Barak", dijo el diplomático árabe.(FIN/IPS/tra-en/su/an/at/aq/ip/99