La cumbre del Grupo de Río, que se celebra hoy y este sábado en México, será recordada porque los presidentes resolvieron reunirse sin protoloco, a puertas cerradas y solos, lejos de cancilleres, asesores y equipos de apoyo.
La cumbre, número 13 en una serie comenzada en Río de Janeiro, se limitará a una cena y a una sesión de trabajo de alrededor de seis horas.
En ese tiempo, los mandatarios y delegados de 14 países de América Latina cnsiderarán planes para enfrentar desastres naturales y la pobreza, mecanismos para evitar crisis financieras y las relaciones con Europa.
Los poco más de 400 periodistas acreditados, que en su mayoría permanecen confinados en un centro de prensa, sólo pueden ver, por circuito cerrado de televisión, la llegada y la salida de los gobernantes de la casa y el palacio presidencial y luego enterarse de las resoluciones.
"Ya es hora de que estas cumbres sean cumbres para los presidentes, no cumbres para los equipos de apoyo de los presidentes", dijo el mandatario anfitrión, Ernesto Zedillo, poco antes del comienzo de la reunión.
"Saqué unos muebles de la biblioteca (de la casa presidencial) y pusimos allí 14 silloncitos muy cómodos y nos vamos a encerrar, voy a poner un candado", añadió el presidente mexicano.
"No vamos a tener assesores ni cancilleres junto a nosotros, va a ser un formato totalmente libre y la vez será una reunión privada, pero de la cual informaremos ampliamente y de manera muy sincera", indicó Zedillo.
A la cita del Grupo de Río, un mecanismo de concertación política de América Latina y el Caribe, no pudieron asistir por diversos motivos los presidentes de Colombia, Chile, Guyana y Perú.
Según trascendió, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, pedirá la determinación de controles a los capitales de corto plazo y el uruguayo Julio María Sanguinetti propondrá que se exija a la Unión Europea (UE) un apertura comercial sin trabas.
El presidente de Bolivia, Hugo Banzer, buscará que sus colegas aborden los efectos de la crisis económica internacional, mientras que la delegación de Chile sugerirá afianzar el papel del Grupo de Río como interlocutor político frente a otras regiones del mundo.
Al igual que en cumbres anteriores, los presidentes y funcionarios llegados a México se refirieron a la necesidad de la concertación en sus intervenciones ante los periodistas y destacaron que la cooperación política es la forma ideal para solucionar los problemas regionales.
Uno de los ejes de la nueva cumbre del Grupo de Río es la preparación de la reunión que los jefes de Estado y de gobierno de América Latina y el Caribe mantendrán el 28 y 29 de junio en Brasil con sus pares de los 15 países de la UE.
El fortalecimiento de las relaciones interregionales y de la cooperación para el desarrollo son los objetivos de la cita de Río de Janeiro.
La perpectiva de la cumbre con la UE y los problemas financieros actuales deben llevar a los mandatarios latinoamericanos a una profunda "reflexión social", expresó Zedillo.
"Este año, para la región en su conjunto, el crecimiento económico va a ser el más bajo en muchos años por los problemas de las economías más grandes de América Latina", declaró.
A diferencia de otros países latinoamericanos, México mantiene fortaleza financiera y un crecimiento económico sostenido desde 1996, hechos que son destacados por organismos multilaterales y agencias de calificación de riesgo financiero.
El gobierno y los empresarios de México invirtieron más de tres millones de dólares para organizar la XIII Cumbre de Río.
Dos tercios de esa suma se destinó a la creación del Centro Internacional de Prensa, que cuenta con decenas de terminales de l Centro Internacional de Prensa, que cuenta con decenas de term