ESTADOS UNIDOS: Encubrimiento recíproco de policías tiene límites

Un policía de Nueva York, contra quien dieron testimonio cuatro de sus colegas, se declaró culpable de agredir brutalmente a un haitiano en 1997, y se demostró que hay un límite en la tradición policial de encubrimiento recíproco,

Algunos críticos piensan, sin embargo, que sigue siendo muy sólido el llamado "muro azul del silencio", o sea la práctica de los agentes policiales de negarse a testimoniar contra sus pares.

El agente de policía Justin Volpe fue acusado de golpear a Abner Louima, un inmigrante proveniente de Haití, e introducir un bastón en su recto el 9 de agosto de 1997.

Aparentemente perplejo por el hecho de que otros cuatro agentes testimoniaran contra Volpe, el equipo de sus abogados defensores arrojó la toalla el martes, y el acusado se declaró culpable de los cargos ante el fiscal de distrito Eugene Nickerson.

"Mientras estaba en el baño de la comisaría, en presencia de otro agente, sodomicé a Louima clavándole un bastón en el recto. Después lo amenacé de muerte para que no contara lo que había pasado", confesó Volpe.

Expertos legales opinaron que el agente probablemente será condenado a entre 22 y 27 años de carcel como mínimo, según el código federal de procedimientos.

Una vez que confesó su culpabilidad, Volpe fue automáticamente expulsado de la policía, y el proceso pasó a centrarse en otros cuatro funcionarios acusados de participar en la agresión contra Louima: Thomas Bruder, Thomas Weise y Charles Schwartz y el sargento Michael Bellomo.

La confesión brindó una rara demostración del impacto que puede tener un testimonio policial una vez que se agrieta el "muro azul".

"Fue fascinante ver la rapidez con que la defensa de Volpe se derrumbó tras el testimonio de los otros agentes", apuntó Jocelyn McCalla, directora ejecutiva de la Coalición Nacional de Derechos Haitianos, un grupo humanitario basado en Nueva York.

El alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, arguyó que el caso de Volpe demostraba que se podía confiar en que los agentes testimoniaran contra sus colegas culpables de brutalidad.

"Esto destruye el mito del muro azul del silencio", declaró Giuliani, pero los críticos del Departamento de Policía de Nueva York no están tan seguros.

Frank Serpico, un ex agente policial neoyorquino que dio testimonio ante la justicia contra sus colegas en un sonado caso de corrupción en los años 70, declaró después de la confesión de Volpe que el incidente parecía ser un caso aislado y no indicaba una tendencia al fin a la impunidad policial.

"Este fue un caso extraordinario, y no significa que se hatya roto el muro azul de silencio", afirmó por su parte Michael Ratner, un abogado del Centro para Derechos Constitucionales de Nueva York.

De todas maneras, los activistas creen que la admisión de culpabilidad de Volpe fue un vuelco significativo en uno de los casos más cargados de racismo desde la agresión policial contra Rodney King, un afroestadounidense, ocurrida en Los Angeles en 1991.

Volpe y los otros cuatro policías acusados son blancos.

McCalla señaló que el proceso no sólo debe destacarse por el hecho de que agentes policiales hayan testimoniado contra los excesos de un colega, sino también porque demostró que "la brutalidad policial es algo rutinario".

Durante años, grupos de derechos humanos y líderes negros han acusado al Departamento de Policía de Nueva York de permitir que sus agentes intimidaran impunemente a los afroestadounidenses y otros grupos minoritarios.

En un informe de 1996, Amnistía Internacional sostuvo que "las gran mayoría de las víctimas de los abusos policiales son las minorías raciales, en especial los afroestadounidenses y gente de ascendencia latinoamericana y asiática".

En el informe se agregó que "el código de silencio" por el cual los agentes se niegan a testimoniar contra colegas "parece haber contribuido en muchos casos a esa impunidad".

Incluso el caso Louima ha demostrado qué sólido es en realidad el código de silencio. Uno de los agentes que testimonió contra Volpe, Eric Turetzky, fue inmediatamente transferido de la comisaría de Volpe (en Brooklyn), a la unidad de Asuntos Internos, que investiga las acciones del personal policial.

"Ese traslado indicó a la fuerza policial que el agente Turetzky ya no es apto para cumplir cualquier tipo de tareas, sino solamente para investigar a sus colegas", señaló un editorial del diario New York Times.

El caso Louima fue el último de una serie de incidentes de brutalidad policial en Nueva York, la mayoría de los cuales involucró a agentes blancos y víctimas negras, y generó en todo el país gran publicidad y protestas masivas.

La ciudad se vio sacudida por protestas diarias tras la muerte, en febrero, de Amadou Diallo, un mendigo proveniente de Guinea que fue muerto a balazos por cuatro agentes policiales (acusados de homicidio sin que el proceso haya comenzado).

A pesar del impacto creado por algunos casos notorios, los activistas que defienden los derechos humanos piensan que la prensa no se ocupa lo suficiente del excesivo uso de la fuerza por parte de la policía, que se protege a sí misma mediante el secreto administrativo.

Amnistía Internacional destacó en su informe de 1996 que la seccion 50-a de la ley de derechos civiles del estado de Nueva York establece que "los archivos del personal policial son confidenciales y no deben ser revelados excepto con el consentimiento del agente involucrado y por una orden judicial".

De la misma manera, la Comision Currant, un organismo que examinó denuncias de brutalidad policial en los años 80, se quejó en un informe de 1987 del "velo de secreto impuesto por la legislación sobre los procesos de investigación, disciplinarios y penales de la policía en relación con el mal uso de la fuerza".

Las autoridades no parecen dispuestas a acceder a las repetidas demandas para que Nueva York cambie su política sobre la confidencialidad de las investigaciones sobre posibles abusos de la policía.

El alcalde Giuliani desestimó el informe de Amnistía y ni siquiera criticó a los agentes policiales acusados del asesinato de Diallo, que dispararon 41 proyectiles contra el guineano, de los cuales 19 dieron en el blanco. (FIN/IPS/tra- en/fah/mk/ego/mp/hd ip/99)

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