El gobierno del conservador Andrés Pastrana y las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) comenzarán este jueves una etapa de negociación directa, en un ambiente de protestas de funcionarios públicos.
Se trata de la instancia más avanzada hacia la solución política del conflicto armado desde la fracasada iniciativa de paz de otro presidente conservador, Belisario Betancur (1882-1986), que también intentó un acuerdo con las izquierdistas FARC.
Pero también es el momento de mayor reanimación de una debilitada lucha social, que pone telón de fondo a la reunión que los negociadores del gobierno y la guerrilla mantendrán en las sureñas selvas del departamento del Caquetá.
Los maestros, a los que se han sumado los trabajadores de la salud, los petroleros y otros sindicatos del sector público opuestos al Plan de Desarrollo presentado por el gobierno al parlamento, cumplen su segunda semana de huelga a las puertas del Congreso, en Bogotá.
El Plan de Desarrollo denota una clara tendencia a la privatización y desregulación de servicios sociales y perjudicará a las capas sociales medias y bajas, aseguran los sindicalistas movilizados.
"Fundamentalmente, esta es una acción política contra el Plan de Desarrollo, que de desarrollo no tiene absolutamente nada", dijo el portavoz de los petroleros, que se sumaron a las manifestaciones con un cese de actividades de 24 horas.
Mientras, el gobierno y las FARC convienen en una agenda de paz que procuraría una mayor equidad social en Colombia, uno de los países de América Latina de mayor concentración del ingreso en pocas manos.
Los empresarios están ante la alternativa de contribuir al fin de la lucha armada para mejorar el clima de los negocios o permitir el agravamiento del conflicto y hacer de Colombia "un país no viable", observó el analista Hernando Gómez Buendia.
Buendia desdestimó apreciaciones de otros expertos, como Juan Tokatlian, del Institito de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional, que equipara a Colombia con Yugoslavia y advierte riesgo de intervención militar extranjera.
"No hay el menor peligro" de intervención extranjera en Colombia, afirmó Buendia.
La movilización de los trabajadores del Estado en los centros urbanos contrasta con la cordialidad manifiesta de los últimos días entre los delegados del gobierno y de la guerrilla, que este miércoles habían concertado 90 por ciendo de la agenda de negociaciones.
El encuentro que Pastrana mantuvo el domingo con el jefe de las FARC, Manuel Marulanda, evidenció la voluntad de acuerdo de las dos partes y puso en marcha la nueva etapa del diálogo.
El diario El Tiempo, de Bogotá, el más influyente del país, se refirió a "las poderosas fotos" tomadas a Pastrana con Marulanda en otro encuentro, en julio de 1998, que aseguró el triunfo electoral del actual presidente.
El rival de Pastrana fue Horacio Serpa, del Partido Liberal, a quien se atribuye empatía con la segunda fuerza guerrillera, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), en un grado semejante a la que parece tener el presidente con Marulanda.
El ELN mantiene cautivos a 32 civiles que secuestró en un avión en vuelo para exigir condiciones de negociación con el gobierno similares a las que el Poder Ejecutivo concedió a las FARC. O sea, la creación de una zona de distensión libre de tropas.
La etapa de desmilitarización de los cinco municipios del sur convenida por el gobierno y las FARC finaliza este miércoles y los últimos tres días fueron de febril actividad entre las partes para recuperar el tiempo perdido.
Se trata de un área de 42.000 kilómetros cuadrados comprendida entre dos departamentos, Meta y Caquetá, de los que el ejército comenzó a retirarse el 7 de noviembre.
El 20 enero, apenas 13 días después de comenzado formalmente el diálogo, las FARC anunciaron unilateralmente la suspensión de las conversaciones.
Casi tres meses más tarde, el 16 de abril, un encuentro de cinco horas entre Marulanda y el comandante Jorge Briceño con dirigentes del empresariado nacional, allanó el camino para el descongelamiento.
El 20 de abril, el gobierno entregó a las FARC una agenda de 101 puntos que recogía las propuestas que el Poder Ejecutivo y la guerrilla habían presentado en enero.
La clave en la nueva etapa del diálogo es "no levantarse de la mesa, pase lo que pase", dijo el ex canciller Augusto Ramírez Ocampo, miembro de la Comisión Nacional de Conciliación.
Pastrana tiene en su haber el respaldo internacional, especialmente de Estados Unidos y la Unión Europea, y sus gestos a favor del acuerdo.
"Hay voluntad del gobierno, pero a veces parece que falta un rumbo claro", comentó a IPS una fuente diplomática europea.
"Seguimos esperanzados en que las partes puedan llegar a acuerdos más firmes sobre una agenda y el proceso correspondiente", declaró en Washington James Rubin, portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos.
También el embajador estadounidense en Colombia, Curtis Kamman, reiteró el apoyo del gobierno de Bill Clinton al esfuerzo de Pastrana por la paz, aunque puntualizó que los funcionarios estadounidenses no volverán a tener contacto con las FARC.
El gobierno de Estados Unidos mantuvo en diciembre en Costa Rica entrevistas con portavoces del as FARC, pero los contactos se interrumpieron cuando esa fuerza guerrillera dio muerte a tres indigenistas estadounidenses. (FIN/IPS/mig/ff/ip/99