China aseguró que Estados Unidos tuvo intenciones ocultas al divulgar esta semana un informe parlamentario que acusa a este país de robar durante 20 años tecnología nuclear estadounidense.
Las acusaciones de Estados Unidos aumentaron la tensión surgida entre los dos países tras el bombardeo por error de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) contra la embajada china en Belgrado, que desató la ira de Beijing.
Ahora se apaciguaron los disturbios contra los extranjeros que hubo en parte de China luego del ataque del día 7 a la embajada, pero es probable que sus repercusiones dejen una marca profunda en las relaciones con Estados Unidos, y en el futuro de este país.
"¿Hay alguna relación entre este informe y el bombardeo de la embajada en Belgrado, que según Estados Unidos se debió a que la CIA (Agencia Central de Inteligencia) le proporcionó un mapa equivocado?", se preguntó Yan Xuetong, investigador del Instituto de Relaciones Internacionales Contemporáneas de China.
"¿Es para distraer la atención pública, vengarse de China o dañar los vínculos sino-estadounidenses?", continuó, manifestando el sentimiento general en su país.
La divulgación del llamado informe Cox sucedió en un momento en que China experimenta un fuerte sentimiento nacionalista y xenófobo, desatado por el bombardeo de la embajada.
Muchos chinos creen sinceramente que el bombardeo de la embajada por la OTAN, que fue calificado por el presidente estadounidense Bill Clinton como un "trágico error", fue intencionado.
Después del incidente, los medios controlados por el Estado comenzaron a transmitir el mensaje de que el ataque era parte de un plan elaborado para que China no lograra su merecida e inminente grandeza.
El periódico Diario del Pueblo, del Partido Comunista, atribuyó el ataque a "fuerzas extranjeras agresivas, celosas del rápido desarrollo y la creciente fuerza internacional de China".
El medio denunció la "estrategia global por la hegemonía mundial" de Occidente, y afirmó que Estados Unidos, la única superpotencia, no podía tolerar el crecimiento de China socialista.
Es probable que esos sentimientos se exacerben tras la divulgación el martes del informe del Congreso sobre el presunto espionaje de China.
El documento de 700 páginas, emitido por un Comité especial de la Cámara de Representantes presidido por Christopher Cox, afirma que China obtuvo información secreta sobre siete ojivas nucleares y la bomba de neutrones durante "dos décadas de espionaje" en laboratorios de armas nucleares estadounidenses.
Según el informe, China robó secretos sobre las armas nucleares estadounidenses más importantes durante los últimos 20 años, y es "extremadamente probable" que el espionaje continúe.
Pero algunos informes indican que las agencias de inteligencia estadounidenses no concuerdan con las conclusiones del informe Cox y cuestionan su precisión. La respuesta de Beijing fue rápida e indignada.
La noche del martes, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Zhu Bangzao, declaró que es infundada y realizada con motivos ocultos la acusación del informe Cox de que China amenazó la seguridad nacional de Estados Unidos mediante el robo de su tecnología militar.
"Estos alegatos sensacionalistas son absurdos", dijo Zhu, y agregó que el informe estaba dirigido a instigar sentimientos contra China y desviar la atención pública del bombardeo de la OTAN a la embajada china.
Sin embargo, diplomáticos en Beijing opinan que el bombardeo de la OTAN y su amplia cobertura en la prensa china dieron al gobierno una distracción útil respecto del décimo aniversario de la masacre de Tiananmen el 4 de junio, cuando el ejército reprimió y mató a cientos de manifestantes por la democracia.
"En lugar de tener que disculparse con su pueblo por todas las víctimas inocentes que el Partido Comunista ordenó matar en 1989, el gobierno le dice al pueblo chino que merece una disculpa de Occidente", dijo un diplomático residente en Beijing.
A su vez, no cabe duda de que el bombardeo de la OTAN, que causó la muerte a tres periodistas chinos e hirió a 20 funcionarios de la embajada, encendió la ira de China.
Durante días después del bombardeo, las calles de Beijing y de algunas otras ciudades fueron tomadas por estudiantes y trabajadores que gritaban "sangre por sangre" y pedían la muerte de todos los "perros extranjeros".
El gobierno no intentó detener a los manifestantes y evitar que dañaran las embajadas de Estados Unidos, Gran Bretaña y Albania, sino que alentó los disturbios.
El sentimiento de ira fue liberado y manifestado abiertamente. "Nunca pensé que hubiera tanta furia en China", dijo Lucie Kynge, extranjera residente en Beijing.
"Las empleadas domésticas, los trabajadores, los vendedores, todos están enojados, y nosotros, los extranjeros, somos los chivos expiatorios", agregó.
Las autoridades, que luego intentaron controlar la ira del público y darle un giro puramente nacionalista, tienen de qué preocuparse, porque China tiene un historial perturbador de demostraciones xenófobas que luego se volvieron en contra el gobierno.
En 1900, durante la Rebelión de los Boxers, los rebeldes que luchaban contra los misioneros occidentales y sus conversos cristianos lanzaron una serie de ataques a los recintos de las misiones y a los extranjeros en todo el país, y sitiaron la zona de las embajadas en Beijing.
La dinastía Qing apoyó a los rebeldes y la emperatriz Dowager Cixi emitió una "declaración de guerra" contra las potencias extranjeras y alabó a los boxers como una milicia leal.
Sin embargo, la ironía consiste en que, debilitada por los movimientos nacionalistas y por las agresiones extranjeras, la dinastía Qing cayó una década más tarde. (FIN/IPS/tra-en/ap-ip/ab/js/at/aq/ip/99