CAMBOYA: Sida deja a niños sin madres ni hogares

El avance descontrolado del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) en Camboya afecta a cada vez más niños, cuyos padres mueren por la enfermedad o los abandonan, y los orfanatos se ven desbordados.

Las Misioneras de la Caridad reciben a menudo niñas como la que bautizaron con el nombre de Miriam, de diez días de edad, infectada por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), cubierta de una erupción cutánea y sin hogar.

Miriam fue entregada a las monjas por amigos de su madre, una prostituta de 19 años enferma de sida, que murió cinco días después del nacimiento de su hija.

Antes una situación como la de Miriam habría sido insólita, pero ahora está ocurriendo con frecuencia. Cada vez más niños infectados con el VIH son llevados a instituciones de caridad, o abandonados en las escalinatas de las pagodas y las puertas de los orfanatos.

A veces es el temor al sida el culpable de que las familias abandonen a sus hijos, pero en la mayoría de los casos los padres están muy enfermos o son demasiado pobres para hacerse cargo de los niños.

No hay estadísticas disponibles para determinar cuántos niños son portadores del VIH, pero los administradores del orfanato del gobierno en Phnom Penh dijeron que siete de cada diez de los admitidos en abril estaban infectados, y temen que sus magros recursos no sean suficientes para enfrentar la situación.

"Para los adultos hay pocas alternativas y para los niños son aun menos. Los padres no los abandonan por maldad, sino que a menudo no tienen más remedio que dejarlos", explicó Geoff Manthey, asesor del programa conjunto de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para el VIH/sida.

Ti Chanteay, de 26 años, ha pensado mucho en su futuro desde que su esposo murió, hace dos años, y luego se enteró de que tanto ella como su hija eran VIH positivas.

"Primero pensé en matarme, pero después decidí no hacerlo, preocupada porque no sabía quién se haría cargo de mi hija", dijo. La familia de Ti Chanteay no quiere acogerla, y ella vive ahora con su suegra, que no puede mantener a la mujer y a su hija.

Si la niña sobrevive a la madre irá a vivir con el director de una pequeña organización de apoyo a las víctimas del sida, que le ha proporcionado comida y asistencia económica.

Según cálculos de funcionarios de salud, en el año 2000 habrá más de 200.000 camboyanos portadores del VIH, y el país tendrá el índice de infección más alto de Asia. Se estima que en el próximo quinquenio habrá entre 30.000 y 50.000 casos de sida, y el sistema de salud sólo dispone de 10.000 camas.

El índice de infección en mujeres casadas es dos por ciento según los expertos, y en promedio uno de cada tres bebés nacidos de una madre VIH positiva resulta infectado, señaló Manthey. El riesgo de infección se incrementa si la madre amamanta a sus hijos.

Muy pocas madres en Camboya, donde 40 por ciento de la población vive por debajo del nivel de pobreza, tiene acceso a esa información, agregó. Los exámenes prenatales son raros y muchas mujeres dan a luz en sus casas.

Chum Han, vicedirector del orfanato Centro de Nutrición, indicó que 20 de los 100 niños que viven actualmente en la institución son VIH positivos. En 1998 admitieron a 36 en esas condiciones, más del doble que en 1996, cuando el centro comenzó sus actividades.

La cantidad de huérfanos portadores del VIH que ingresan sigue aumentando. Desde mediados de marzo hasta fines de abril, siete de cada 10 niños dejados en la institución resultaron VIH positivos. Algunos de ellos serán entregados en adopción, y otros, como Bun Heang, se quedarán en el centro hasta que mueran.

Bun Heang fue dejado en la puerta del Centro de Nutrición en 1995. Nadie sabe qué pasó con su familia, y poco después de su ingreso se comprobó que estaba infectado.

El niño es pequeño para su edad y requiere atención especial. A la hora de las comidas, se sienta ante una mesita con Sam Reth, otro pequeño infectado, y algún miembro del personal ayuda a ambos a alimentarse.

Los administradores del Centro de Nutrición temen que la capacidad del lugar se vea superada por casos como los de Bum Heang y Sam Reth, que requieren cuidados constantes y no pueden pagarlos.

El Centro recibe arroz del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, y dinero de ASPECA, una organización francesa. El gobierno aporta alrededor de cuatro dólares mensuales por cada niño, una cifra muy insuficiente según Chum Han.

La institución carece de recursos para adquirir medicamentos como el Bactrin, que los niños infectados deben tomar para evitar la neumonía.

Los administradores pideron a las autoridades que les asignen más personal para atender a los huérfanos enfermos, pero aún no recibieron respuesta. Hubo una propuesta de trasladar a los huérfanos portadores del VIH a un sector del hospital municipal, que no surgió de éste ni del orfanato.

Aunque esa iniciativa no se concrete, el Centro muy pronto no podrá albergar a todos los niños con VIH que se le quieran entregar.

Se prevé que la incidencia de la infección entre los niños aumentará 25 por ciento este año, y el director de la institución, Youn Sovanna, dijo que sólo seguirá aceptando seropositivos abandonados en las calles, pero no los que provengan de otras instituciones y orfanatos.

"Todo es muy difícil y nos preocupa el futuro", expresó Chum Han.

Para Miriam, el futuro quizá sea más promisorio que el de la mayoría de los huérfanos camboyanos con VIH. Las misioneras pensaban enviarla a un orfanato, pero Janne Ritkes, una residente canadiense en Phnom Penh, decidió llevarla a su casa y está en proceso de adoptarla.

"El orfanato no tiene instalaciones para atender a niños realmente enfermos y Miriam estaba muy mal. Habría sido una sentencia de muerte", señaló Ritkes, quien dirige una organización de desarrollo local desde 1991.

Ritkes está intentando desarrollar una red de padres adoptivos para evitar que los huérfanos portadores de VIH terminen en los orfanatos públicos. Esta iniciativa fue consecuencia de la frustración, tras varios intentos de instalar un hospicio para niños con sida que sólo obtuvieron frías respuestas, explicó.

Las propuestas enviadas a embajadas extranjeras y grandes organizaciones de ayuda humanitaria fueron rechazadas. Una de esas organizaciones consideró que el proyecto era "no sustentable", y otra respondió que sólo financiaba proyectos con historias "exitosas".

"Nadie quiere aportar fondos para estos niños. Son como residuos", lamentó Ritskes. (FIN/IPS/tra-en/db/ral/ego/mp/he dv/99)

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe