BRASIL: Escuelas se convierten en centros de violencia

Una ola de violencia en los centros educativos de Brasil, que ya provocó al menos una docena de muertes este año en Sao Paulo, se suma a los graves problemas que afectan la educación en el país.

Elcio Clemio de Souza, de 18 años, fue la última víctima conocida. Una broma sobre un juego de cartas entre colegas enfurió de Wellington Mendes, de 22 años, que le disparó 13 veces con una pistola el 29 de abril, al inicio de una clase nocturna.

El crimen ocurrió en un colegio en Guarulhos, ciudad de la región metropolitana de Sao Paulo, traumatizando a las 35 personas presentes y a la comunidad educativa local.

Además de los asesinatos, los casos que tuvieron difusión pública indican que otros cinco estudiantes fueron heridos a tiros o con armas blancas en este año, dentro o en las puertas de establecimientos públicos, primarios y secundarios, del estado de Sao Paulo.

El año había comenzado mal, con el asesinato por supuestos narcotraficantes de una maestra muy querida en un barrio pobre de la capital, causando preocupación en el país por el tema de las drogas en las escuelas.

En otro atentado de gran repercusión, una bomba presentada en forma de regalo destruyó la mano derecha de otra profesora, en el Centro Federal de Educación Tecnológica de un barrio tradicional de clase media en Río de Janeiro.

Luego, con el inicio de las clases en febrero, se sucedieron los conflictos entre estudiantes que concluyeron a tiros en Sao Paulo. Además, se descubrió a varios alumnos armados con pistolas y estallaron bombas de fabricación casera en escuelas o automóviles de maestros o directores.

Este brote de violencia suscitó amplia discusión sobre sus causas y comparaciones con la masacre ocurrida el 20 de abril en Colorado, Estados Unidos, donde estudiantes nazis convirtieron su escuela en campo de guerra, matando a 15 personas.

En ambos países se conoció que muchos adolescentes, e incluso niños, asisten a sus escuelas armados. La semana pasada un alumno de 12 años, sorprendido con dos pistolas en el aula, justificó el hecho como una forma de "conquistar el respeto de los colegas".

El problema no se limita a las mayores ciudades brasileñas. En la Escuela Marzal de Souza, de Campo Grande, una capital estadual del oeste del país, se registró la muerte de 32 alumnos y ex alumnos en los ltimos 10 años.

La movilización de la población local y de policiales jubilados para proteger las instalaciones, aumentó la frecuencia nocturna en la escuela, ubicada en uno de los barrios más violentos de la ciudad, Los Angeles, donde ocurren cerca de seis homicidios al mes.

En el sureño estado de Paraná, la policía comenzó a revistar a los alumnos, tras una autorización judicial obtenida en diciembre. Como consecuencia, los delitos registrados en las escuelas bajaron de 414 a 271 entre los primeros trimestres de 1998 y 1999, según las autoridades locales.

El presidente local del Colegio de Abogados de Brasil, Edgard Albuquerque, alegó que la medida es ilegal porque viola el Estatuto del Niño y del Adolescente, pero la policía esgrime su función constitucional y la aprobación de un juez de menores.

Igual medida adoptó este mes la Policia del Distrito Federal, que comprende Brasilia y ciudades periféricas. En este caso se emplea aparatos de detección de metales, una idea que quiere adoptar el Concejo de Sao Paulo, a través de una ley en debate.

El Colegio de Abogados y organizaciones estudiantiles promueven desde 1997 la campaña de desarme de la población, con la consigna "yo estoy por la paz". El objetivo consiste en movilizar a las personas contra la violencia y convencerlas del riesgo de poseer un arma, señaló el abogado Fabio Carvalho.

En el estado de Sao Paulo, se registraron 3,4 millones de armas, una cada 10 habitantes, pero sólo 70.000 tienen registro actualizado, según la policía.

La violencia en las escuelas se atribuye a la casi universalización de la enseñanza básica, que hace tres décadas era privilegio de una elite, según la secretaria de Educación de Sao Paulo, Rose Neubauer.

Con el acceso de los distintos grupos sociales a la educación, ingresaron a las escuelas tanto las desigualdades como la violencia de la sociedad, que no está preparada para enfrentar estos problemas, según los expertos.

La participación de los estudiantes en la definición de las reglas escolares y la estrecha relación de la escuela con los familiares de los alumnos y la comunidad local suelen producir buenos resultados, indicó Antonio Carlos da Costa, consultor de la Comisin de Derechos de la Niñez de las Naciones Unidas. (FIN/IPS/mo/ag/ip-ed/99

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