TOKIO – Japón comenzó a prestar atención al problema del abuso psicológico, la violencia física o el abandono de niños tras ignorarlo durante años, pero el gobierno deberá tomar medidas urgentes para que la situación no empeore.
Las denuncias de abuso infantil se multiplicaron por cinco desde 1990, y sólo en 1997 el número total de casos llegó a casi 6.000, de los cuales 20 por ciento derivaron en la separación de padres e hijos, según el Ministerio de Salud y Bienestar Social.
Unas 6.000 víctimas están diseminadas en 560 refugios en todo el país, y "el número aumentará a medida que la gente tome conciencia de que que golpear a los niños está mal", dijo Keiko Nomura, consejera del Centro contra el Abuso Infantil.
En los últimos años fueron crecientes los casos denunciados por los medios de comunicación de niños, e incluso bebés, dejados morir de inanición o golpeados hasta la muerte porque no paraban de llorar, o bien abandonados desnudos en la nieve como castigo.
Los japoneses se conmocionaron el invierno (boreal) pasado al difundirse el caso de una joven pareja que dejó morir de hambre a su pequeña hija de 20 meses porque, a su entender, no era tan linda e inteligente como su hijo menor. —-