/BOLETIN-DD HH/ MEXICO: Inmigración desde el sur derrota controles y leyes

México deporta cada año a unos 100.000 indocumentados procedentes de América del Sur y Central, que ingresan con el objetivo de llegar a Estados Unidos, en una aventura en la que muchos pierden su dinero y hasta la vida.

Pero se estima que las personas expulsadas cada año de México representan sólo 25 por ciento de los que llegan hasta la frontera con Estados Unidos.

La cantidad de detenciones y expulsiones se mantiene con poca variación desde 1995, pese a los nuevos controles dispuestos en las fronteras, el aumento de personal policial y el endurecimiento de sanciones contra los traficantes de personas indocumentadas, denominados "polleros".

Cifras del Instituto Nacional de Migración difundidas este viernes indican que en 1998 México detuvo y expulsó a 108.000 indocumentados, de los cuales 90 por ciento era de Guatemala, El Salvador y Honduras.

En 1996, el gobierno del presidente Ernesto Zedillo promovió reformas legales para que los traficantes de indocumentados sean castigados hasta con ocho años de cárcel y dispuso vigilancia especial en las fronteras. También ordenó respetar y promover los derechos de los detenidos.

Sin embargo, el atractivo que constituye un posible empleo en Estados Unidos, aunque sea por un salario bajo y sin derechos laborales, es más fuerte que todo control o advertencia.

México se mantiene como la mejor opción de tránsito para los que desean llegar a Estados Unidos, aunque ello implique viajar varios días escondidos en pequeños espacios de camiones de carga, sin alimento y poco aire, o caminar por zonas inhóspitas y peligrosas, según organizaciones humanitarias.

Diarios locales difundieron esta semana fotos de rayos X donde se observa a personas escondidas entre cajas de banano, en espacios donde apenas cabían con las piernas flexionadas.

Los rayos X se utilizan desde principios de este año en controles fronterizos de México para detectar cargamentos ilegales.

El grupo humanitario Sin Fronteras sostiene que en la cadena de abusos y riesgos en el camino hacia Estados Unidos, México es un difícil eslabón, pues los inmigrantes enfrentan a funcionarios corruptos, chantaje de organizaciones delictivas, enfermedades, hambre y el peligro de la expulsión.

La prensa mexicana informa regularmente de la detención de indocumentados dentro de cajas selladas, en tanques de combustible o en casas u hoteles donde permanecen escondidos varios días.

Se han reportado casos de muerte por asfixia, enfermedades o hambre. Los que no son identificados terminan en fosas comunes.

Un informe de la estatal Comisión Nacional de Derechos Humanos indica que el carácter de indocumentados coloca a las personas en una estado de vulnerabilidad que es aprovechado por autoridades migratorias y policiales para cometer abusos sexuales, extorsiones, intimidación, robos, torturas y maltrato.

Las dificultades de los migrantes procedentes de América del Sur y Central, así como de algunos de Asia, son mayores a las de los mexicanos que buscan ingresar sin documentos a Estados Unidos, concluye la Comisión.

El gobierno de México reclama con energía el trato que reciben los inimigrantes indocumentados en Estados Unidos, pero es tibio cuando se trata de las personas que cruzan su territorio, señaló Rodolfo Casillas, del grupo Sin Fronteras.

Estados Unidos ha construido muros en los 3.200 kilómetros de frontera con México e implementado sofisticados controles que incluyen detección de movimientos nocturnos y continuos patrullajes aéreos y terrestres.

En el caso de los 1.221 kilómetros de frontera entre México, Guatemala y Belice, en cambio, los controles son mucho menores y hay lugares por donde cruzar toma sólo dos minutos.

En entrevistas efectuadas en 1994 por la Comisión de Derechos Humanos a inmigrantes ilegales en el sur de México, el 67 por ciento declaró haber sufrido maltratos, golpes y amenazas por parte de diversos funcionarios.

El viaje hasta Estados Unidos desde América del Sur y Central puede durar hasta tres meses y los polleros cobran de 1.000 a 5.000 dólares, aunque se han reportados casos de pagos de hasta 10.000 dólares. (FIN/IPS/dc/ag/hd/99

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