La creación en Chile de un centro médico popular atendido por profesionales extranjeros abrió dos frentes de polémica, al poner en tela de juicio tanto la equidad del sistema de salud como el ejercicio de la medicina.
En la presente década se produjo una fuerte afluencia de médicos a Chile, procedentes sobre todo de América Latina, pero también de Rusia y otros países del extinto bloque socialista.
El presidente del Colegio Médico de Chile, Enrique Accorsi, estima que diariamente ingresan al país entre 10 y 15 médicos extranjeros, mientras cálculos extraoficiales señalan que el número fluctúa entre 800 y 1.500.
La única cifra certificada es la de 267 médicos, odontólogos y químicos farmaceúticos extranjeros que laboran en los consultorios primarios de salud, número que equivale a 10 por ciento del total de profesionales en esos centros.
La explicación es simple: estos consultorios primarios son de administración municipal y las comunas más pobres carecen de recursos para pagar las altas remuneraciones que demandan muchos de los médicos chilenos.
En 1982, la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-90) abrió el sistema de Salud al sector privado, creándose las Isapres (Instituciones de Salud Previsional), que captan siete por ciento de la remuneración de sus afiliados por concepto de previsión.
La calidad de los planes de atención que ofrecen las Isapres están en relación directa con el monto de las contribuciones, lo cual crea una relación de inequidad en perjuicio de la población de menores ingresos.
Se estima que 70 por ciento de los chilenos, que aportan 30 por ciento del total de contribuciones, están en el estatal Fondo Nacional de Salud (Fonasa), mientras las Isapres atienden a 30 por ciento de los usuarios captando 70 por ciento de los aportes.
El resultado es que los hospitales públicos y los consultorios municipalizados no dan abasto para responder a la demanda y sus usuarios deben esperar largo tiempo para consultas e incluso aguardar meses para una intervención quirúrgica.
El Colegio Médico y la Confederación de Funcionarios de la Salud Municipal están en una pugna permanente con el gobierno para que fortalezca el sistema público y transfiera a hospitales y consultorios subsidios que favorecen a las Isapres.
Accorsi reivindica esa lucha e impugna la imagen generalizada de los médicos chilenos como profesionales motivados exclusivamente por el afán de lucro a través del ejercicio privado de la medicina.
Cierta o falsa esa imagen, lo real es que hay déficit de personal especializado en la atención primaria y ello explica la presencia en ese sector de 198 médicos y paramédicos ecuatorianos, 56 cubanos, 42 bolivianos y 33 peruanos.
La "torre de Babel" médica en los consultorios incluye a ocho rusos, siete uruguayos, cinco españoles, cinco argentinos, cinco colombianos, tres salvadoreños, dos estadounidenses y dos venezolanos.
Los otros países presentes en esta lista, cada uno con un especialista, son: Holanda, Ucrania, Irlanda, China, Francia, Italia, Bulgaria y Alemania, según cifras de la Comisión de Salud de la Asociación Chilena de Municipalidades.
Fuera del universo municipal, se ignora cuántos médicos extranjeros trabajan en consultas privadas, clínicas particulares e incluso en hospitales, sin olvidar que también existe en Chile el ejercicio ilegal o clandestino de la medicina.
Juan Carlos Muñoz, un empresario chileno con experiencia en administración de establecimientos de salud, anunció el día 9 la creación del Centro Médico Bustamante, atendido por 20 profesionales cubanos, ecuatorianos y argentinos.
Muñoz y los médicos extranjeros lanzaron el proyecto "Salud al alcance de todos", que consiste en ofrecer servicios a clientes de bajos ingresos con los mismos aranceles de Fonasa, donde una consulta cuesta alrededor de 10 dólares.
Cecilia Núñez, subdirectora del centro, dijo que es posible brindar atención privada a bajo costo y criticó la inequidad y el elitismo del sistema de salud chileno, donde las consultas particulares llegan a precios de hasta 80 dólares.
El proyecto "Salud al alcance de todos" encendió luces de alarma en el Colegio Médico, cuyos directivos advirtieron que es preciso establecer si los extranjeros que allí trabajan son idóneos y si el centro cuenta con adecuada infraestructura.
Accorsi negó que los reparos del colegio tengan inspiración xenofóbica, pero sostuvo que la calidad de la formación de los médicos en otros países es inferior a la que brindan las universidades chilenas.
El organismo profesional planteó a los ministerios de Salud y de Relaciones Extariores, así como al Departamento de Extranjería, mayores exigencias para autorizar el ejercicio de extranjeros y la actualización de convenios para homologación de títulos.
La carencia de procedimientos rigurosos hizo que se autorizara para ejercer en Chile como médicos a siete extranjeros que presentaron títulos falsos, según se comprobó consultando a las universidades que supuestamente se los otorgaron, contó Accorsi.
Los casos de falsificación no son sin embargo masivos en la oleada de profesionales de la salud que llegan a Chile buscando mejores posibilidades económicas, como ocurre sobre todo con peruanos, bolivianos, ecuatorianos y cubanos.
"Si determinados países de Latinoamérica tienen al 60 por ciento de sus médicos cesantes, no podemos impedir que ellos busquen trabajo donde puedan", dijo al diario La Tercera el presidente de la Confederación Médica Latinoamericana, Eduardo Welch.
En las últimas décadas se multiplicó la formación de médicos en varios países, sin que se haya establecido una coordinación regional para los efectos de homologar los curriculos de estudio y los sistemas de titulación.
Sólo en Brasil existen hoy 90 facultades de Medicina y, según Welch, en toda la región hay más de 500.000 médicos, de los cuales 10 por ciento está sin trabajo, con Ecuador como caso extremo, con una desocupación de 60 por ciento. (FIN/IPS/ggr/ag/he-dv/99
