Los habitantes de Vilcabamba, un pequeño pueblo del sur de Ecuador considerado el "rincón de la vida", encontraron la fórmula para vivir más de 100 años.
El médico Guillermo Vela Chiriboga encontró las causas de la longevidad tras una serie de investigaciones y las da a conocer en su libro "Los secretos de Vilcabamba".
En todas las épocas, el hombre soñó con vivir cientos de años sin envejecer. Mientras los científicos buscaban la medicina que hiciera el sueño realidad, los escritores imaginaban lugares donde la gente nunca envejecía y los aventureros veían en la posible "fuente de la juventud" una forma de hacer fortuna.
El millonario norteamericano John Smith propuso hace más de dos décadas a su médico, Alexander Leaf, un reconocido científico de la Universidad de Harvard, financiarle la búsqueda de ese lugar donde la gente no envejece.
Leaf no dudó en decirle a Smith que no creía en una posible "fuente de juventud", pero sí en que existieran determinados lugares donde las condiciones permitieran una vida prolongada.
Un día encontró una crónica escrita a principios del siglo XIX por un viajero estadounidense que se había sorprendido al llegar "a un lugar denominado Vilcabamba, donde la gente vivía más y se enfermaba menos que en cualquier otra parte".
Tras su lectura, Leaf viajó a "ese pueblito escondido en los Andes del Ecuador" y luego organizó dos expediciones científicas para investigar las causas de esa longevidad. Una de ellas estaba dirigida por Vela Chiriboga.
Muchos esperaron el descubrimiento de una poción mágica capaz de hacer vivir muchos años a las personas. Leaf descartó esa posibilidad y, aunque la investigación estaba en curso, adelantó sus resultados en el libro "De juventud y vejez".
"Era claro que esos ancianos tenían una salud mucho mayor a la de ancianos de otros lugares y eso se debía a la calidad de vida que llevaban, pues integraban el trabajo y el ejercicio físico, con una dieta adecuada y la paz interior", comentó.
Según Leaf, los pobladores de Vilcabamba vivían una ancianidad útil y dichosa, como los de Akash, en los montes del Cáucaso, y Juntza, en Pakistán. "Es una lección para las distintas poblaciones urbanizadas del planeta", señaló.
Vela Chiriboga retomó las investigaciones realizadas 20 años atrás y estudió la incidencia de las enfermedades cardiovasculares en la longevidad de los habitantes de Vilcabamba.
"El hecho de que Gabriel Erazo, que afirma tener 130 años de edad u otros que se consideran centenarios, tuvieran 20 o 30 años menos, no invalida una realidad: en los ancianos de la zona, la artereoesclerosis no se manifiesta en forma intensa, lo que les permite llevar una vida normal", comentó el médico.
Constató que los ancianos de Vilcabamba son ágiles, algunos con ligero desmedro de su audición pero mentalmente rápidos, proclives a la broma y con admirable normalidad física.
Los habitantes tienen una peculiaridad: producen lo que consumen y no comercializan sus productos con los pueblos vecinos, porque prefieren vivir un tanto aislados.
Aunque Vela Chiriboga descarta cualquier leyenda sobre la causa de la longevidad, encuentra en la forma de vida de los habitantes de Vilcabamba varias enseñanzas que pueden ayudar a mejorar la vida de los habitantes de otros lugares.
El médico considera que la técnica cambió la estructura de la humanidad alejando el peligro de muerte por determinadas enfermedades, pero incrementando notablemente los problemas derivados del estrés y el envejecimiento prematuro.
La artereoesclerosis "acecha a la humanidad, con su secuela de infartos cardíacos o accidentes vasculares cerebrales, para no mencionar invalidez y muerte que son los más frecuentes", dijo.
"En Vilcabamba encontré personas de mucha edad, con alma y cuerpo sanos. Los exámenes realizados revelan que su artereoesclerosis es incipiente y su corazón sano", comentó.
Los estudios también determinaron que esos ancianos no sufren fracturas ni enfermedades óseoarticulares, que podrían producirse con frecuencia si se tiene en cuenta la actividad física intensa que desarrollan en las tareas agrícolas.
Para el médico, la realidad de los habitantes de Vilcabamba se debe a la forma de vida.
"Gozan la tranquilidad sin espíritu competitivo; desprecian la acumulación de dinero; tienen una alimentación ejemplar basada en choclo (maíz), fréjol, quinua, maní, col blanca y otras verduras que liberan de las alteraciones del metabolismo y de la artereoesclerosis" señaló.
El medio sin contaminación, el desplazamiento en sus tareas desde tempranas horas del día, el consumo moderado del tabaco y el alcohol, y la ausencia de rencores son otras características que según Vela Chirigoba los ayuda a mantener una buena salud.
Ni un paraíso perdido ni parte de una leyenda, Vilcabamba es tan solo un rincón de Ecuador donde la gente vive cien años, sin estrés y sin infartos. (FIN/IPS/kl/ag/dv-en/99